Nocturna

Nocturna
Porque de noche, mientras todos duermen, puedo escuchar mejor mis pensamientos.
Nocturna
Porque en la quietud y la calma de la casa mi espíritu se inquieta
Nocturna
Porque la noche me deja jugar a qué soy libre, dueña del tiempo…
Nocturna
Porque quiero aprovechar a hacer todo eso que cuidando  no puedo

Nocturna
Cómo cuando disfrutaba de mi libertad, no tenia horario para dormir, salir, bailar o tomar algo con amigas o en pareja….
Nocturna
Cómo cuando salía y no me apuraba la preocupación de como estará ese pequeño ser que me espera para la teta.
Ahora soy como la Cenicienta pero sin el príncipe, a las 12 me vuelvo calabaza y corro para ir al encuentro de ese pequeño tirano que me aclama con todo su cuerpo.
Desde que soy mamá me he vuelto nocturna, diría que demasiado nocturna.
La noche es mi momento, aunque al día siguiente me ponga de traje unas profundas (y bien ganadas) ojeras.
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¿Alguna más se ha vuelto nocturna?


Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com

La mala madre

La mala madre no existe
La buena madre tampoco
Existimos las madres «a secas».
.¿Quien puede sancionar como bueno o malo? ¿Con que autoridad? ¿Desde que teoría o paradigma de lo que «se debe o no hacer»?
¿Con que expectativas tenemos que cumplir?
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La mala madre no existe
La conducta que es mala para unos puede no serlo para otros (obviamente dejando por fuera el maltrato y la negligencia ma/parental).
¿Estamos libres de producir daño criando?
¿Estamos libres de cometer «errores»?
¿Estamos libres de arrepentirnos de nuestra decisiones?
Claro que no. Criar es una tarea tan importante, una responsabilidad tan inmensa que es imposible no equivocarnos.
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La buena madre ¿Existe? ¿Quien te dice buena madre?
¿El afuera, el pediatra, la maestra, la vecina? ¿O es tu hije que te mira con amor, que se consuela en contacto con vos, que te pide upa, te abraza y cuando crece te cuenta sus problemas?
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La mala madre y la buena madre son los mitos más instalados del patriarcado, tanto como que la mujer solo se completa siendo madre. Son formas de control, a través de la culpa y el sacrificio. ¿Se preguntaron alguna vez por qué nadie habla tanto del «buen padre o mal padre»?
Las madres tenemos emociones y conductas sancionadas como «malas» y «buenas» a la vez.
Las madres sentimos en escencia ambivalencia hacia el vínculo con nuestros hijes.
Las madres somos personas, así a secas.
No somos heroínas, no somos santas, no somos putas, no somos las mejores.
Somos las que somos.
Las que podemos ser.
Ojalá más cerca de la que cada una quiere ser.
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Recomiendo mucho leer «La madre que puedo ser», Ed. Paidós.

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Transparencia psíquica

«Creí que eso ya estaba superado, pero desde que soy madre se me vino con todo»
Esto me decía hace unos días una mamá con la que tuvimos un encuentro.
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«Eso» puede ser una vivencia del pasado, un evento traumático de la infancia, el dolor por un vínculo dañado, un duelo que creíamos superado, un abuso que no recordabamos o creían superado, un síntoma con el que venimos lidiando hace tiempo.
En el embarazo o durante el puerperio «se nos viene encima», se re actualiza y se revive, con la misma intensidad emocional. Por esto es un tiempo valioso para trabajar en terapia, una nueva oportunidad de elaboración.
Porque la maternidad es una crisis vital que puede re actualizar, volver a darles fuerza a otras crisis. Este fenómeno tiene el nombre de «Transparencia psíquica».
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Maternar es también volver a pasar por la propia historia como hijas, a través de ver a nuestro bebé y reflejarnos en el, nos identificamos con su vulnerabilidad y nos volvemos más vulnerables.
Nos preguntamos qué madre tuvimos, que padre tuvimos (o cual quisiéramos haber tenido), que necesidades quedaron insatisfechas en nuestra infancia y que madre queremos ser para nuestro bebé.
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Muchas veces deseamos reparar algo de la propia historia en el vínculo con nuestros hijes.
Buscar un espacio terapéutico para trabajar con el dolor de estas experiencias que se re actualizan propicia que podamos elaborarlas, aprender de ellas y entender que ellas no nos definen sino que son parte de quién somos.
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Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Ser madre con discapacidad

Tener una #discapacidad no impide ser #madre o #padre
La #maternidad y #paternidad de personas con discapacidad es un tabú.
Junto a @shinebrightamc decidimos concientizar sobre este tema tan poco discutido y relevante. Socialmente cuando pensamos en personas con discapacidad imaginamos alguien dependiente, un ser pasivo que requiere cuidados. Solemos tener una visión infantilizada y nunca les atribuimos sexualidad o erotismo ni la idea de que también pueden tener deseos.
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En este contexto ni se nos ocurre la idea de que una mujer con discapacidad pueda ser madre. Tenemos una visión estereotipada de la maternidad al pensarla únicamente de una manera y no en las diversas formas de llevarla a cabo o atravesarla.
Lo cierto es que las #mujeres con discapacidad tienen la misma probabilidad de convertirse en madres que las mujeres sin discapacidad de edad similar.
Aunque ser madre es un derecho de cualquier mujer, hablar de maternidad y discapacidad sigue siendo un tema desconocido del cual no se habla, lleno de mitos que debemos derribar para poder vivir en una sociedad realmente igualitaria e #inclusiva.
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Muchas personas con discapacidad llevan una vida autónoma, pueden y son capaces de ocuparse de la crianza de diferentes modos pero igualmente válidos.
Las madres con discapacidad pueden necesitar usar adaptaciones para cuidar a sus hijxs pequeños, esto no implica un impedimento sino el desafío de generar las herramientas para poder lograrlo. Algunas de estas adaptaciones tienen que ver con mejorar la accesibilidad del entorno de cuidado y prestar atención a la comunicación con el niño para asegurar la empatía entre madre e hijo. Requieren, al igual que otras madres, del apoyo de personas significativas que se involucren en la crianza, del acompañamiento del Estado a través de políticas de inclusión y de la sociedad en general.
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Y lo que generalmente no se habla es que en el futuro, sus hijxs aprenderán de la convivencia y viviran la discapacidad con naturalidad por lo que podrán ser puentes para para llevar la inclusión a la sociedad porque ellos sabrán, más que nadie, que todo es posible.
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Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

¿No estaba preparada para ser madre?

Hace poco una mujer me decía esto en una consulta. Ella acababa de convertirse en madre de su primer hija, muy deseada y planificada en el momento que creían «el indicado». Aún así, como a otras mujeres que acompaño, le estaba costando sentirse «buena» madre.
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Vamos a hablar de lo que nadie te cuenta cuando esperas un bebé. Muchas mujeres extrañan su «vida anterior» a la llegada del bebé, esa independencia con la que «hacían y deshacían planes» a su voluntad sin depender de casi nada más que su deseo.
Muchas se sienten raras e incluso aburridas al pasar todo el día con un #bebé pequeño en casa, lejos de sus otros espacios de pertenencia como sus trabajos. .
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A muchas les cuesta enamorarse de su bebé, no sienten ese amor a primera vista y les lleva semanas y hasta meses construirlo.
A muchas #mujeres el amamantamiento no les resulta sencillo ni romántico. Les pesa sentir el peso del cuerpo de sus bebés, les duele la espalda y preferirían dejarlo por unas horas para estirarse y volver a sentir la independencia (al menos física). .
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Muchas mujeres no se reconocen en esta que son ahora, incluso se pregunta ¿Quién soy ahora?
El puerperio inmediato nos despoja de nuestros roles sociales y nos empuja a la cueva del hogar y la intimidad. Abre un enorme paréntesis en el que no contamos con las máscaras que nos sostienen y dan identidad en lo cotidiano. Lejos del trabajo, el estudio, las relaciones sociales externas, nuestros hobbies, la pareja en suspenso ahora nos cuesta reconocernos a nosotras mismas. .
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No es que «no estabas preparada».Tampoco es que no tenes «vocación de madre» o «instinto materno». Es que no hay momento indicado, no hay preparación posible y tampoco hay instinto salvador.
Hay vos, con tu historia a cuestas, tu red de sostén, tus deseos y miedos más ocultos. Vos con tu hijx que viene a cuestionarlo todo y a desnudarte, que te invita a transformarte. Lo nuevo, lógicamente da miedo. Habla mucho, apela a tus redes y busca un espacio libre de juicios para sostenerte en la construcción de tu maternar.
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Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Confía en tu criterio como ma/padre

Nadie conoce a tu hijx como vos

Ni la pediatra
Ni la psicóloga
Ni la maestra
Ni los libros de crianza
Ni los «especialistas».
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Nadie conoce mejor que vos qué le gusta, que le hace feliz, qué le enoja, que situaciones le angustian o le dan miedo, cuáles le generan estrés.
Tampoco nadie conoce mejor que vos qué le calma, donde encuentra consuelo….
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Ningún «consejo» o «tip» va a ayudar si no haces el ejercicio de observar a tu hijo o hija. ¿Qué le preocupa? ¿Cómo comunica sus estados de ánimo? ¿Qué recursos tiene para enfrentar está situación? ¿Qué me quiere decir con esto?
No hay recetas generalizables. .
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Un profesional no puede decirte que hacer ni cómo. No tiene la verdad y te la da para que resuelvas mágicamente. No puede (ni debe) decirle a todas las personas lo mismo, porque cada una es única al igual que su contexto.
Puede ayudarte a pensar o repensar diversas situaciones o comportamientos, a encontrar patrones que se repiten, a interpretar ciertos estados emocionales de tus hijos e hijas y también los tuyos.
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La mayoría de las veces se trata de hacer un espacio para preguntarte y a través de la palabra ir encontrando estrategias que permitan activar todo eso que conoces de tu hijx y ni siquiera te dabas cuenta. Re pensar y tomar como familia las herramientas necesarias para acompañar en este momento vital a nuestros hijos e hijas. .
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¿Alguna vez sintieron que necesitaban orientación o una guía para acompañar a sus hijos en alguna situación?
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#infancias
#crianzarespetuosa #maternidadreal

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Maternar a las madres

Maternar a las madres

Qué significa? Convertirnos en madres implica una enorme crisis vital, donde todo lo que implicaba nuestra identidad, los demás roles conocidos (estudiante, trabajadora, amiga, hobbies, la relación de pareja) quedan en suspenso, se dejan de lado. Dejamos de ser solamente hijas, para convertimos principalmente para el bebé y la sociedad entera, en madres.

Aparecen nuevas exigencias y mandatos. ¿Qué espera la sociedad de las madres? Sacrificio,entrega, incondicionalidad, felicidad rosa y edulcorada. ¿Qué pasa cuando no nos sentimos así? Cuando el puerperio nos enfrenta con miedos, angustias, con no saber que es esto de maternar, cuando tenemos sentimientos ambivalentes.

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Maternar a las madres es permitirles expresar estas emociones, es aconpañar el dia a dia, es sostenerlas para que ellas puedan sostener a sus bebés. Es dejar de lado las exigencias hacia ellas y los fundamentalismos de como deben ser, como «esta bien» maternar…. es entender que cada una de nosotras hace lo mejor que puede intentando conciliar el bienestar propio con el de su bebé, porque para ofrecer bienestar al bebé debemos también permitirnos el propio, al menos por momentos.
Maternar a las madres es acompañarlas en su empoderamiento,en su capacidad de decidir y elegir, porque ellas son quienes mejor conocen a sus hijxs.
Es preguntarles ¿Qué necesitas?
Porque cada una tiene necesidades distintas. Algunas preferirán que sostengan al bebé mientras ellas se dan permiso para salir a dar una vuelta o bañarse, otras preferirán quedarse sosteniendo a sus bebés mientras son otrxs los que salen y hacen que la rutina de la casa funcione. Algunas preferiremos ambas cosas según el momento del puerperio en el que nos encontremos.
Dejarnos maternar es transmitir que necesitamos y permitirnos pedirlo.

Lic.Carolina Mora

Consultas presenciales y vía skype: lic.carolinamora@gmail.com

Lo que no me contaron del puerperio….

Antes de convertirme en madre, creo que nunca había escuchado la palabra puerperio. O si lo había hecho fue en alguna clase de biología sobre reproducción humana. Los libros obstétricos nombraban al puerperio como el periodo desde que se de alumbra la placenta hasta que finaliza la cuarentena. ¿Será así? ¿Qué ocurre en la mujer luego del parto en su esfera emocional? ¿cómo se re configuran aspectos de su identidad? ¿Qué implica convivir 24hs ininterrumpidas con un bebé que solamente demanda? ¿El puerperio es sólo biológico? ¡Claro que no! La duración del puerperio emocional varía de una mujer a otra.

Lo primero que no me contaron: tener un hijx no es amor a primera vista. No al menos siempre. Muchas veces las mamás nos angustiamos porque inmediatamente despúes del parto e incluso los primeros días nos invade una sensación de extrañeza, inseguridad, miedo. Y es que ese pequeño ser despúes de todo, es un desconocido. Si bien compartimos 9 meses juntxs, vinculándonos, ambos estamos adaptándonos. Él o ella a vivir de este lado del mundo, nosotras a ser mamás. Este amor se construye en el vínculo, experimentando juntxs día a día. No nacemos sabiendo maternar, el maternaje se desarrolla en el vínculo.

La SOCIEDAD ENTERA está convencida que el bebé le pertenece y puede opinar a su antojo respecto de: cuánta ropa lleva puesta, cómo tiene que dormir, cuánto pecho debe tomar, cómo debemos trasladarlo (upa, cochecito, portabebé), etc. Ya había empezado durante el embarazo el «opinar» de la gente, pero desde que el bebé nace, se incrementa más, y con más impunidad. Puede opinar acerca de sus cuidados desde lxs abuelxs hasta el verdulero. Sí. El mismisimo verdulero ¿Qué tendrá que ver con la crianza de tu hijx?.

Lección importante: NO sirve de nada hacer planes. NO podemos controlar nada de lo que vendrá. La maternidad ayudó a fortalecer mi capacidad de acomodación y sobre todo la FLEXIBILIDAD. Cada bebé es único y revoluciona el mundo interno (y externo claro) de su madre, padre o cuidador principal. Cuanto más rígidos somos, más mal la pasaremos.

Las hormonas juegan un papel inmenso en la conducta maternal : la oxitocina, la hormona del amor, interviene favoreciendo el apego, el vínculo con nuestrx bebé y el amamantamiento. La prolactina, hormona interviniente en la lactancia genera que (generalmente) se retire nuestra libido sexual hacia la pareja. La fusión emocional con nuestrx cría absorbe nuestro universo libidinal y permite la respuesta sensible a las necesidades del bebé. Estos son mecanismos que la naturaleza ha dispuesto para la supervivencia de la especie.

Es totalmente esperable que no tengamos deseos sexuales en el puerperio inmediato (y no tan inmediato). Y no es tan sencillo reencontrarse con la sexualidad, implica un proceso de reencuentro, primero con la pareja desde la ternura, el compañerismo lo que permitirá que se pongan en juego luego aspectos amplios de la sexualidad: las caricias, los besos, los abrazos. La genitalidad ya llegará. ¡Les juro que las ganas vuelven!

Tampoco me contaron que pasaría horas interminables amamantando. Siempre pensé que era cada 3hs, 15 y 15. ¡No! A DEMANDA. A demanda REAL. ¡Cuando la cría quiere! Aún cuando pasaron 5 minutos de la última teta. Lxs bebés no saben de relojes, no saben tampoco de lugares «más o menos» convenientes/cómodos para amamantar: quieren en el shopping, en la calle, esperando el colectivo, etc. Respecto de la lactancia, tampoco anticipé que no es tan sencillo como parece, hay un tiempo de aprendizaje mutuo: yo nunca había amamantado, mi bebé nunca había tomado el pecho. A pesar de ensayar desde el vientre la succión, la prendida lleva un proceso de aprendizaje que se da plenamente en la experiencia. Se hace camino al andar, como dicen. Tiempo, paciencia, una buena asesora en lactancia hacen una gran trabajo.

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No imaginé que iba a pasar DÍAS o incluso SEMANAS en pijama o camisón, las primeras semanas pos parto ni siquiera tenía tiempo ni energías para vestirme. La entrega a la lactancia, acomodarme a las noches de dormir interrumpido (cuando se podía dormir) y el placer de conocernos con mi bebé sin que medien tiempos externos, horarios laborales, etc nos encontraron con pocas ganas de «arreglarme». Olvidé por primera vez en años mis maquillajes y me entregué a la locura maravillosa de aceptarme así: natural, desgreñada, cansada, ojerosa, con el rodete y el pelo atado. Pero inmersa en un mar de oxitocina que me generaba bienestar.

Hacer cualquier cosa para mí misma sería (de ahora en más) un desafío titánico. Comer: pasaron días en los que comía cuando me acordaba de tanto que dolía la panza del hambre, el tiempo, los horarios, se escaparon del reloj. ¿Bañarse? Creo que no hay tarea más difícil de cumplir cuando pasamos largas horas a solas con un bebé (a veces incluso con un niñx). Esta todo organizado, el bebé duerme en el huevito, lo llevas al baño, entras a la ducha y ¡llora!.

¡Nunca más iba a volver a ser independiente! (al menos durante los primeros años). De ahora en más, para hacer cualquier tarea fuera de casa, iba a depender de que haya alguien que se quede con mi hijx. Abuelxs, tíxs, amigxs, todxs son sumamente bienvenidos a participar del cuidado de lxs hijxs. Eso sí, cuando nosotras lo permitimos, ojo que los primeros días/meses es tan difícil dejar a tu bebé en otros brazos como subir al Himalaya. Cuando alguien quiere tomar en brazos a tu bebé parece como si se activara el botón «mamífera defendiendo a su cría» y entonces aparece un aferramiento, difícil de acallar. Luego, por suerte, te das cuenta de ¡qué bueno es tener las manos libres y el cuerpo por unas milésimas de segundo al menos!

Experimentaría un sentimiento de MUCHA envidia en relación a la «independencia» de mi compañerx. ¿Por qué el puede irse a las 9 y volver a las 19 sin preocuparse por el cuidado del bebé? ¿No se da cuenta que pasa TODO ESE TIEMPO sólo? Su cuerpo sigue siendo suyo, administra su tiempo sin tener que depender de otrx para salir o algo tan simple como bañarse, por ejemplo. ¡Y eso que el bebé es 50% suyo! No estaría siendo muy equitativa la ecuación respecto a la responsabilidad en la crianza.

Siempre va a haber algún momento (o varios) en el que pensemos que somos malas madres. Siempre va a haber una madre que nos parezca «mejor» que nosotras. Siempre, sin faltar, va a aparecer el sentimiento de culpa. Por lo que hicimos, por lo que no, por apresurarnos, por tardar demasiado, incluso por lo que no podemos controlar (que es casi todo). Es TAN alto el nivel de exigencia al que estamos sometidas, tanto interno (expectativas personales, miedos, etc) como externo (mandatos, estereotipos en relación a la maternidad) que genera por momentos un alto grado de conflicto y angustia. Sí. Por suerte NO somos ni seremos MADRES PERFECTAS. Ya lo decía Winnicott, con ser «Suficientemente buena» basta.

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Libro «El Menino» de ISOL

Por último, y no menos importante, es IMPOSIBLE criar un hijx sin REDES de sostén. Al menos es imposible hacerlo sin perder algún aspecto de la salud en el camino. Sobre todo los primeros meses, los primeros años, pero también a lo largo de la crianza. Las mujeres o quienes cumplimos el rol de cuidador principal NECESITAMOS de otrxs que presten brazos, oídos, mirada y sostén a nosotrxs mismxs y a nuestrxs crías. La crianza es una tarea demasiado absorbente, demandante e importante como para llevarla adelante solxs, sin dejarnos de lado nosotrxs mismxs. Nuestrxs hijxs necesitan madres y padres presentes, sí. Pero también felices, también que puedan encontrar espacios de disfrute personal más allá de la crianza. También ellxs necesitan contar con otrxs adultos referentes, otrxs figuras de apego. Compartir otro tipo de juegos, de formas de calmarse, otros vínculos. ¡Hay que aprender a pedir AYUDA!

Como escuché tantas veces, hoy no es siempre. Los primeros tiempos, los días parecen eternos, las horas pasan lentas, pero cuando nos queremos acordar, estamos festejando el primer año de vida de nuestrxs hijxs. Nuestro primer año de maternar.

Lic.Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Referencias: «El Menino» ISOL

Las madres también nos agotamos

Todos los días recibo en mi consultorio mujeres agotadas de sus maternidades. Madres que a pesar de saberse afortunadas por serlo, están cansadas de sus hijos (a veces o muy seguido). Se sienten malas madres, egoístas, llenas de culpa y por eso no hacen más que aclararme que por mucho que se quejan, los aman. Temen ser juzgadas. Pero ellas son su juez más duro. Ambivalencia y posterior sentimiento de culpa, tan experimentados por las madres. Yo me pregunto, les pregunto: ¿están cansadas de ser madres o simplemente agotadas de ser solamente madres? ¿están cansadas de sus hijos o están agobiadas por la demanda continua de sentir que la responsabilidad de la crianza recae en ellas? ¿les duele la maternidad o por sobre todo sufren por vivir la maternidad en soledad?

Las madres de hoy estamos cansadas, agobiadas, solas. Nos sobran responsabilidades y también ojeras. Nos inundan las demandas y nos falta quien nos acompañe a navegar en el día a día. Sí, hacemos lo mejor que podemos. Sí, amamos a nuestros hijos. Sí, entregamos toda nuestra energía y hasta a veces nos quedamos sin resto para nosotras mismas. Sí. Sí. Estamos cansadas, ¿nos permitimos estarlo? Ser madre no significa dejar de ser sujetos, humanos con necesidades propias. Necesitamos más empatía, validación. Sí. Está bien estar cansadas a veces, no soportar a nuestros hijos, fastidiarnos, agobiarnos, llorar, enojarnos…Esta bien pedir un abrazo, pedir ayuda, reclamar ser una vez nosotras las mimadas. Sí. Las madres también nos frustramos, a veces nos desbordamos y hasta «hacemos berrinches». Sabemos que luego vendrá la culpa, claro que no queremos sentirnos así, no queremos contrariar la creencia de que somos «todo poderosas», eternamente amorosas y generosas. «bebecéntricas» por naturaleza. Solemos poner primero a los demás: primero los hijos, primero el compañero/compañera, primero el trabajo, primero la casa, primero la cena….¿Y nosotras?

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Las madres hacemos lo que podemos. Y más. Siempre intentamos hacer un poco más. La maternidad en estas épocas se transforma en una tarea gigante, sobre todo si debemos coordinarla con el trabajo fuera de casa. En la mayoría de los casos faltan o son inadecuadas las redes, los árboles familiares son cada vez más dispersos. Luego del parto, las amistades se desordenan, se re configuran, algunas se pierden y otras, en el mejor de los casos se transforman para acomodarse a esta etapa completamente nueva. En el mejor de los casos logramos abrirnos a nuevos grupos de sostén, encontramos en nuevas relaciones espacios de escucha, sonoridad y comprensión. Sí, la maternidad en las urbes tiende a ser solitaria. Es difícil, por momentos insoportable, por momentos ni siquiera sabemos quiénes eramos antes de convertirnos en madres. Extrañamos la que eramos, pero ya no podemos encontrarnos con ella. Quisiéramos ser una nueva versión, mejorada de nosotras mismas, pero parece que esta que somos nos tiene atrapada. El puerperio es una gran ventana que se abre, pero no sabemos con qué versión de nosotras vamos a encontrarnos en el minuto siguiente. Queremos huir, cuando nos damos cuenta de que el cambio es para siempre. Ya no seremos las mismas. La demanda absoluta de los primeros tiempos nos agobia y si bien se va transformando tememos no recuperar nuestra individualidad. Ante estas sensaciones, muchas veces nos sentimos invalidadas, nos juzgan de «adultocéntricas» o egoístas. ¿Cómo sostener a un otro si no podemos sentirnos sostenidas nosotras? ¿Cómo empatizar con las necesidades de un otro si no sentimos cubiertas las nuestras? ¿Cómo respetar si no nos detenemos a escuchar qué sentimos y la forma de respetarnos a nosotras mismas? ¿Acaso existe bebé sin un otro que cumpla una función de maternaje? La Lic. Natalia Liguori nos propone un nuevo término para referirnos a la crianza: vinculocéntrico. El vínculo en el centro de la escena, toma su rol protagónico lo que ocurre en el «entre». Para que el vínculo sea saludable, el bebé importa y la mamá (o quién cumple la función del cuidador sensible) también. Muchas veces, para sostener a sus hijos, las madres necesitan un espacio que les permita sostenerse, para poder sostener sus funciones.

«Mamá, Mujer quiero decirte que no siempre será así. Sí, tu hijo va a necesitarte muchos años más. Vas a sentir el peso de la demanda. Y también irán llegando los días, uno por uno, en que otras personas puedan también cuidar de él. Llegará el día en que prefiera irse con su papá, incluso con sus abuelos o tíos.¡ Y hasta lo vas a extrañar! Pero también vas a disfrutar tus ratos a solas. Las primeras escapadas de unos minutos, se transforman en horas. Vas a volver a saborear el sentimiento de libertad. Ambos, van a aprender a ir y venir en ese movimiento pendular de vaivén que tiene la crianza. De ser un sólo cuerpo en el embarazo, a la fusión del post parto inmediato. Ir diferenciándose, vos, volviendo a disfrutar un poquito de tus tiempos, él o ella, convirtiéndose en sujeto, conquistando su individualidad con cada logro evolutivo. Crecer. Juntos. Pasar de sostener con el puro cuerpo, a sostener con la mirada, con la voz. Irse y volver a una base segura, convertirse en pequeños exploradores para volver a abrazar.

No durará para siempre, pero permanecerá toda la vida. »

Lic.Carolina Mora

Psicóloga Perinatal

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Referencias:

imagen 1: La obra ‘Maternidad’ del autor Ángel Llarroque, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Imagen 2: Alba La Pintora de Somnis (https://www.facebook.com/AlbaLaPintoraDeSomnis/?fref=ts)

Las representaciones sociales de la maternidad

La madre abnegada, la madre que disfruta plenamente y 100% de sus hijos. La que no se queja. La que todo lo puede. La que es feliz desde que ve las 2 rayitas del test de embarazo. La embarazada radiante, con un cuerpo equilibrado, que se siente aún más linda. La que las hormonas le caen bien, la que no vomita, no se queda dormida en todas partes, la que no llora.

Las madres de las publicidades nunca están cansadas y siempre están lindas. Las madres para las que dar teta es un momento idílico, casi como un continuado de cine rosa. Las que dan mamadera para que sus pechos estén siempre reservados para la conquista o porque así otros pueden cuidar de sus bebés y no están tan «esclavas». Las madres que salen de parir espléndidas, o las que eligen cesárea porque así todo es más controlado. Las madres que se ponen aún más fogosas y serviciales con sus esposos durante el puerperio. Las madres a los que los bebés «les duermen toda la noche». Las que aceptan los consejos con una sonrisa. Las que hacen lo que les dice el pediatra sin cuestionarse. Las que hacen lo que indica el obstetra en silencio. Las que no se quejan, porque tienen un bebé sano. Las que logran conciliar trabajo y crianza, sin sufrir ojeras. Las que dejan a sus hijos a cuidado de otros para salir a cumplir con la sociedad productiva, aunque no tengan ganas ni tal vez necesidad. Las que no los acostumbran a los brazos, para que se quede solito en la cuna, pero los acostumbran a mamadera para que vaya con otros. Las que no saben de la depresión pos parto, las que el puerperio les cayo maravillosamente. Las que no hablan de las perdidas, de los dolores, de los miedos. Las que no dicen lo cansador que es estar todo el día con el bebe. Las que sólo muestran amor, la ambivalencia es mala palabra en el vinculo.

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Lactancia idílica e íntima vs muchos lugares donde las mujeres deben amamantar a escondidad o siendo juzgadas

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Esa es la forma de ser mamá. Así esta bien. Si no cumplís con esos items, esas consignas, entonces, estas afuera. No sos tan buena madre. Sos distinta. Tal vez no naciste para eso.

¿Son sin efecto esta cantidad de supuestos y representaciones que la sociedad impone a la maternidad?

Claro que no. Las mujeres, cuando nos convertimos en madres, iniciamos un profundo proceso de transformación, un diálogo interno ininterrumpido con nuestra concepción de qué es ser una madre. En ese diálogo, tomamos material de varios interlocutores, que irán modelando, junto con nuestras características y las de nuestro bebé, la propia forma de ser mamá. Esas múltiples voces, están conformadas por representantes de la cultura:

-Nuestra propia madre (y las madres de nuestro árbol)

-Las madres que construye y pone como modelo la publicidad en los medios de comunicación.

-Las madres de nuestro entorno y las tendencias sobre la crianza que circulan en él.

-Cuando logra emerger: nuestro instinto o nuestra propia voz interior.

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Toda esta multiplicidad de «voces» lo que producen es un efecto de demanda que se traduce en máximas y llega sin tamisaje: las madres son así, las madres no pueden sentirse tristes, las madres tienen que estar disponibles siempre, etc. Ante estas demandas, lo que aparece inevitablemente es la culpa. La culpa y la maternidad son inseparables. Por una cosa u otra, por dar demasiada teta o demasiado poca, por ir a trabajar o por quedarnos en casa con nuestro hijo, siempre, siempre surgirá algún hueco por donde se cuele la culpa.

¿Que mamá no vivió la situación de recibir consejos o recomendaciones por completos extraños? Parece que la crianza de los niños, en algún punto, aunque no en lo concreto, nunca dejo de ser un bien social sobre el que cualquiera puede opinar. Hay un proverbio Africano que dice «Para criar un niño, se necesita una tribu entera». Bueno, de ese proverbio parece que nuestra sociedad occidental lo tradujo en «Para criar un niño, se necesita la opinión de cualquiera».

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¿Es posible salir de estos estereotipos, e ir hacia el encuentro de nuestra propia voz? Digamos que sí. Y digamos que no. Es un ir y venir. Los estereotipos están, las voces externas también y no dejaran de existir y seguramente, de influirnos de alguna manera. Pero si nos percatamos de esto, si estamos avisadas, sera mas fácil poder cuestionar estas voces y demandas. Criar de forma consciente a nuestros hijos, sabiendo que cada bebé y cada niño es distinto y también, que no hay una única forma de ser mamá, sino cientos de caminos posibles. Tampoco una madre es igual con todos sus hijos, y eso esta bien. Cada uno de ellos despierta cuestiones distintas, el vinculo con cada uno es especial y diferente, al igual que el momento de nuestra vida en el que nos encuentra.

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Lic. Carolina Mora lic.carolinamora@gmail.com

Psicóloga dedicada al trabajo con salud reproductiva femenina, mujeres gestantes, puerperio y orientación en las crianzas.
Imágenes:

Rebecca Roher

10 imágenes que resumen brutalmente lo que es convertirse en mamá

Line Severinsen

Por Line Severinsen