Amor a segunda vista

Lo nuestro no fue un flechazo inmediato, amor a primera vista ni puro romance idílico.
Lo nuestro fue tempestuoso, desencontrado, ambivalente y claroscuro.
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Vos llegaste deseoso de mi, yo te esperaba temerosa.
Me pedías siempre más, me querías entera: cuerpo, alma, deseos y necesidades.
Una parte de mi intentaba escaparse,  mientras te amaba y te cuidaba a toda hora.
Vivía con miedo de que te pase algo.
Quería protegerte
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Los primeros meses estaba convencida de que fue un error: lo mío no era ser mamá de dos.
Con una alcanzaba y sobraba.
¿Cómo iba a poder?
Me sentía culpable por pensar así.
Vos no dejabas de mirarme, de seducirme.
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Me fui enamorando de a poco, fue constancia y presencia.
Aprendí a conocerte y a conocerme en esta nueva versión de mamá.
Cada día te sentía un poquito más mío
A los 8 meses encontré un espacio terapéutico dónde decir y resignificar.
Empecé a ser compasiva conmigo.
Empecé a ser paciente con vos.
Empecé a disfrutarte más
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Ahora, a tus dos años y medio ¡recién ahora! puedo reconocerme enamorada.
No ciegamente, no locamente…
Enamorada con los pies en la tierra.
Viendo las ambivalencias de este amor.
Reconociendo todo lo que no me gusta de ser tu mamá y a la vez todo lo que disfruto.
Escucho tus primeras oraciones y se ilumina el corazón. No tengo palabras. Te observo, me regocijo en tus ocurrencias, en los mates compartidos: «que hijo copado me tocó».
Gracias hijo por darme tiempo.
Mamá siempre te va a esperar para tomarnos estos mates: Juntos
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¿Les costó enamorarse de sus hijes?

Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com

Parir y Nacer en Pandemia

En los tiempos que corren muchas mujeres embarazadas y familias se enfrentan con un contexto adverso que les genera muchísimas dudas:

¿Cómo será el nacimiento de mi bebé durante la Pandemia?
¿Podré estar acompañada en el parto/cesárea? ¿Cómo estará el sistema de salud y la institución al momento del nacimiento?

Estas son algunas de las preguntas más frecuentes en las embarazadas que me consultaron el último tiempo.
La palabra que representa como viven está gestación en tiempos de Pandemia es la incertidumbre. Los profesionales de la salud también transitan este tiempo con relativa incertidumbre ya que los protocolos y recomendaciones en relación al Coronavirus son dinámicas, es decir que a medida que se va conociendo más el virus, van cambiando.
Es por esto que no es fácil que podamos anticipar demasiado cómo se darán algunos sucesos en la atención al nacimiento. Nadie, ni las embarazadas, ni el sistema de salud ni los profesionales estamos preparados para vivir una Pandemia.
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Es cierto que hay incertidumbre, pero también contamos con información y recomendaciones sobre el proceso de parto y nacimiento. En nuestro país está vigente la Ley 25.929 de Derechos en el nacimiento, la Ley de derechos del paciente 26.529 (que incluye el consentimiento informado) y la Ley 26.485 de Erradicación contra la violencia de género.

Es importante resaltar que AL MOMENTO no hay recomendaciones que contradigan lo tipificado en estas leyes, por el contrario, tanto la OMS como el Ministerio de Salud afirman la importancia de priorizar una atención respetuosa, centrada en las necesidades de la diada.  Sigue siendo un derecho de las embarazadas estar acompañadas durante el trabajo de parto, el parto o cesárea por un acompañante de su círculo afectivo. Este acompañante no debe tener ningún síntoma compatible con Coronavirus y no puede entrar y salir, sino que debe permanecer en la institución durante el tiempo de internación.
Al momento, la Pandemia en sí misma no es indicación de inducción al parto ni de cesárea, tampoco de separación ni de permanencia en neonatología del bebé al momento de nacer. Para cualquiera de estas intervenciones debe existir fundamento médico y se evalúa en el caso por caso.

Según los estudios disponibles a la fecha, las embarazadas no son más susceptibles a contraer o complicarse que la población general. No hay a la fecha reportes de mayor mortalidad en embarazadas ni evidencia firme de transmisión vertical.                              Si al momento del nacimiento la mujer tiene diagnóstico de  Coronavirus, tampoco es indicación de cesárea per se, hay que evaluar el estado de salud general  y es recomendable la lactancia si la mujer lo desea,  intensificando los cuidados de higiene (barbijo y lavado de manos frecuente, entre otros).

La Pandemia, la incertidumbre y la situación de aislamiento son variables que intensifican la ansiedad en las mujeres embarazadas. Si estas viviendo este proceso es fundamental que puedas encontrar un espacio para expresar cómo te sentís, cuáles son tus miedos y validar tus emociones. Es esperable sentir miedo, angustia incertidumbre, son reacciones normales ante una situación que es excepcional. Para afrontar estas emociones es importante que puedas encontrar momentos de conexión con tu bebé, apoyarte en tu pareja o las personas que te estén acompañando en el embarazo y encontrar espacio para actividades placenteras.

El diálogo abierto y fluido con el equipo de atención que está siguiendo tu embarazo es fundamental para que puedas sentirte segura al momento del parto o cesárea. Te dará tranquilidad conversar con tu médico sobre el plan de nacimiento y pensar alternativas ante las contingencias que puedan presentarse en relación a tu salud, la de tu bebé o los posibles cambios de protocolos de atención en relación a la Pandemia.

Es momento de dejar de lado los ideales y enfocarse en pensar cuáles son las condiciones y los recursos con los que cuentan para vivir la experiencia del parto y de la bienvenida a tu bebé de la mejor forma posible, en un entorno respetuoso y amoroso.

Fuentes:

OMS

Naciones Unidas: https://news.un.org/es/story/2020/03/1471722

Ministerio de Salud de la Nación: “Medidas generales para garantizar el acompañamiento de la persona gestante o cursando el puerperio en el contexto de la pandemia COVID-19”

Parir y nacer en Pandemia

Los bebes nacen…
En medio de duelos,
En medio de crisis de económicas
En medio de enfermedades
En medio de separaciones
En medio de la crianza de otros bebés
En medio de crisis personales…
Los bebés nacen y han nacido en medio de guerras
Y también en medio de Pandemias. .

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Si bien no hay momento ideal para convertirse en madres y padres,
la vida, si hay deseo, siempre se abre paso.
La vida se impone y convive incluso, con la muerte y el dolor.
Si estás gestando en tiempo de Pandemia, se que tenés miedo y angustia.
Probablemente te preguntes si el mundo es un lugar seguro para recibir a tu bebé.
Tal vez sientas que no es el mejor momento para estar gestando y esto es entendible, nadie imagina gestar y parir en Pandemia. ¿A caso a un momento ideal?
Si estás embarazada y falta poco para el parto es esperable que te preocupe no tener todo listo para la llegada de tu bebé. ¿Qué objetos necesita un bebé? Lejos de todo lo nos quieren vender, tu bebé te necesita a vos: cuidadores atentos, pañales y alimento.
Tal vez estés transitando este periodo con incertidumbre por el nacimiento. ¿Afectará en algo la Pandemia a la atención del nacimiento?
Si estás en los primeros meses de embarazo es posible que te hayan aplazado turnos o estudios y te preguntes ¿Estará bien mi bebé? .
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El embarazo de por sí es un periodo de incertidumbre y una experiencia nueva siempre (si, aunque ya hayas estado embarazada). En ese periodo aparecen miedos y fantasías, aparece ansiedad y emociones encontradas.
La Pandemia potencia estás emociones, esto es esperable. Dale lugar a lo que sentís, más no dejes que la Pandemia monopolice tus emociones.
Encontrate también con el momento vital que estás viviendo, con la energia de esta vida que se abre paso ante todo.
Entrégate a vivir los claro/oscuros de esta maternidad, sabiendo que ambos co existen y vienen a mostrarnos algo. .
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Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Estrés post traumático postparto

No me puedo sacar de la cabeza el parto. Pienso todo el tiempo en que hubiera pasado si todo fuera distinto»…
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Con frecuencia luego de la experiencia de un #parto, una #cesárea u otro evento obstétrico, las mujeres se sienten angustiadas, con episodios de llanto frecuentes, sueños recurrentes, flashes que les traen la experiencia vivida e incluso pensamientos intrusivos. La experiencia a veces es vivida de forma #traumática, debido a intervenciones, maltrato e invasión al cuerpo que llegan a significar como un abuso.
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Alrededor de 1-6% de las mujeres que tienen un parto traumático pasarán a desarrollar un síndrome de #TEPT diagnosticable. Si bien no todas las mujeres llegan a cumplir todos los criterios, muchas experimentan en distintos grados la sintomatología
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Muchas se sienten incomprendidas, porque al expresar sus sentimientos reciben la respuesta «no entiendo por qué te quejas si tú bebé está bien», desestimando la importancia del malestar y dejando de lado como este puede afectar el vínculo con sus hijxs.
La mayoría sienten que no fueron escuchadas, se sintieron invisibles, incluso experimentaron el sentimiento de que sus vidas o la de su #bebé, corrieron riesgo. .
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En palabra de la Dra. Moore: «Cuando una mujer tiene un parto traumático, quiere decir que hay algo subjetivo sobre el parto/ #nacimiento que le resultó traumático. Esto no tiene por qué estar necesariamente relacionado con una riesgo para la vida o con un trauma desde el punto de vista médico. Se trata del impacto psicológico que la experiencia de parto ha generado en la #madre».
Las características comunes incluyen la sensación de no haber sido escuchada, la falta de compasión de los profesionales médicos, sensación de indefensión y falta de control. .
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Si lo estás experimentando una consulta con una psicóloga perinatal te permite un espacio para elaborar estás emociones y empezar a #sanar y validar esta experiencia .
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¿Cómo viviste la experiencia de tu parto?

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

¿No estaba preparada para ser madre?

Hace poco una mujer me decía esto en una consulta. Ella acababa de convertirse en madre de su primer hija, muy deseada y planificada en el momento que creían «el indicado». Aún así, como a otras mujeres que acompaño, le estaba costando sentirse «buena» madre.
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Vamos a hablar de lo que nadie te cuenta cuando esperas un bebé. Muchas mujeres extrañan su «vida anterior» a la llegada del bebé, esa independencia con la que «hacían y deshacían planes» a su voluntad sin depender de casi nada más que su deseo.
Muchas se sienten raras e incluso aburridas al pasar todo el día con un #bebé pequeño en casa, lejos de sus otros espacios de pertenencia como sus trabajos. .
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A muchas les cuesta enamorarse de su bebé, no sienten ese amor a primera vista y les lleva semanas y hasta meses construirlo.
A muchas #mujeres el amamantamiento no les resulta sencillo ni romántico. Les pesa sentir el peso del cuerpo de sus bebés, les duele la espalda y preferirían dejarlo por unas horas para estirarse y volver a sentir la independencia (al menos física). .
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Muchas mujeres no se reconocen en esta que son ahora, incluso se pregunta ¿Quién soy ahora?
El puerperio inmediato nos despoja de nuestros roles sociales y nos empuja a la cueva del hogar y la intimidad. Abre un enorme paréntesis en el que no contamos con las máscaras que nos sostienen y dan identidad en lo cotidiano. Lejos del trabajo, el estudio, las relaciones sociales externas, nuestros hobbies, la pareja en suspenso ahora nos cuesta reconocernos a nosotras mismas. .
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No es que «no estabas preparada».Tampoco es que no tenes «vocación de madre» o «instinto materno». Es que no hay momento indicado, no hay preparación posible y tampoco hay instinto salvador.
Hay vos, con tu historia a cuestas, tu red de sostén, tus deseos y miedos más ocultos. Vos con tu hijx que viene a cuestionarlo todo y a desnudarte, que te invita a transformarte. Lo nuevo, lógicamente da miedo. Habla mucho, apela a tus redes y busca un espacio libre de juicios para sostenerte en la construcción de tu maternar.
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Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Factores de riesgo psicoemocional del nacimiento por cesárea

La cesárea surgió como una alternativa de emergencia para salvar la vida de la mamá o del bebé en casos de extrema necesidad, en los que seguir adelante con el parto era imposible o bien más riesgoso que realizar una cirugía mayor. Si bien la cesárea es una cirugía, que aumenta 4 veces el riesgo de mortalidad materna y 2 veces el riesgo de mortalidad

«La cesárea deja a menudo otra herida mucho más difícil de curar y que ningún cirujano podrá coser. La «herida emocional» se produce conforme la mujer entra en el quirófano para la intervención y puede permanecer abierta durante muchos años después, o incluso toda la vida. En algunos casos puede ser una herida mínima, apenas un razguño, en otros es posible que sea tan dolorosa que llegue a obstaculizar seriamente el bienestar afectivo de la madre o incluso de toda su familia. Es también una herida cambiante y siliente, que puede pasar desapercibida durante mucho tiempo y que, como todas, puede reabrirse y volver a sangrar cuando menos se espera. Es, sobre todo, una herida difícil de curar, pues raramente se reconoce su existencia. En la mayoría de los tratados de obstetricia se detallan todas las complicaciones y repercusiones de la cesárea, pero rutinariamente se omiten las implicaciones psicológicas o afectivas. Tampoco los profesionales, cuando explican a la mujer los riesgos de la intervención, suelen mencionar este punto.

El mayor obstáculo para la curación de la herida emocional es precisamente el silencio que la envuelve, la minimizacion o incluso la negación de su existencia. Algunas madres llegan a expresar sus sentimientos relacionados con la cesárea en las primeras semanas y es frecuente que encuentren como respuesta el típico «de que te quejas si tienes un bebe sano» o hasta un «los bebés nacidos por cesárea sufren menos y salen mas guapos». Pero lo cierto es que la mayoría de las madres ni siquiera llegan a exteriorizar el dolor anímico que les ha producido la cesárea, bien porque se sienten culpables de sentirse mal («debería estar bien por mi hija») bien porque no llegan a identificar el origen de su malestar («sabia que quería a mi hijo y a la vez sentía que no me importaba»). La herida emocional puede manifestarse con diferente intensidad a lo largo del tiempo. Muchas madres solo empiezan a reconocer el dolor que les produjo la cesárea anterior cuando, años mas tarde, consideran un nuevo embarazo.»

Ibone Olza y Enrrique Lebrero «¿Nacer por cesárea?, Ed. Obstare

Lic Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Aspectos emocionales del embarazo

Cuando pensamos en la posibilidad de convertirnos en madres generalmente se nos vienen a la mente algunas ideas comunes: probablemente la imagen de algún bebé regordete, los pañales, dar la teta, felicidad… ¿Qué nos pasa cuando obtenemos la confirmación del embarazo? Cada mujer vive distinto este momento, al igual que la gestación. Incluso una misma mujer vive distintas experiencias en cada maternidad, con cada embarazo, con cada hije.

En mi caso si hay algo de lo que no tomé conciencia fue del proceso del embarazo. Sabia que podría pasar por algunos malestares, náuseas, panza que crece, aumento de peso, controles médicos, ecografías y preguntas comunes ¿será varón o nena?, ¿parto o cesárea?. No me había detenido a pensar, no tampoco lo había escuchado en otras mujeres de mi entorno, en el enorme trabajo que este proceso significaría para mi subjetividad ni mis emociones. Me había quedado en «lo visible». Cuando empecé este camino con mi primera hija, todo un universo se abrió. Fue inmenso saber que una vida, deseada y esperada, estaba creciendo dentro mío. Sentí la necesidad de encontrarme con otras, que como yo, estuvieran atravesando la gestación. Comencé a asistir a un grupo de embarazadas, era mi refugio semanal. Allí podía ponerme en movimiento cuerpo y emociones. Me informé acerca del parto respetado, con mi compañero buscamos el equipo que acompañara el momento más sagrado: el nacimiento de mi hija y mio como madre.

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Hacia el segundo trimestre sentí la necesidad de empezar a «armar el nido» y bajar la intensidad de actividades sociales y laborales. A pesar de invadirme la sensación de que «tenia que hacer todo lo que no podría cuando la bebé naciera» pude entender que ahora tenia un trabajo de tiempo completo más importante que cualquier otro. La gestación es un proceso que requiere de energía física, psíquica y emocional.

Como plantea Oiberman, medida que la mujer gesta un bebé en el plano físico, emprende el trabajo psíquico de gestar ese bebé en el plano imaginario. Este trabajo psíquico y afectivo se denomina “maternaje”. Empezamos a imaginar a nuestre bebé, conectar con sus movimientos, fantasear cómo será su carácter, elegir un nombre.

Este proceso de gestación psíquica es denominado por Stern como la creación de una Constelación maternal: “De alguna manera una madre tiene que nacer psicológicamente al igual que su bebé nace de forma psíquica. Lo que una madre da a luz en su mente no es un nuevo ser humano, sino una nueva identidad: el sentido de ser una madre”. (Stern, 1999) Este es un trabajo en el plano psíquico y afectivo que la madre emprende desde la gestación y que proseguirá los meses posteriores al nacimiento del bebé. Esta nueva constelación se convertirá en la nueva organización de su mundo interno, una nueva actitud mental y permitirá que la mujer luego del nacimiento entre en un nuevo estado psíquico muy especial.

La gestación entonces implica un proceso de crisis vital, saludable, que tiene por objetivo re organizar nuestra identidad para hacerle lugar a este nuevo ser. En este camino podemos encontrarnos con ansiedades y miedos, por lo común al comienzo más ligados al temor de perder el embarazo y hacia el final al miedo al parto. Pero también aparecen miedos y preguntas ligadas a descubrir nuestro nuevo rol como madres y e integrarlo nuestra identidad, ahora en crisis.

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En el embarazo también parece despertar un estado particular al que Bydlowski llama transparencia psíquica. Muchas veces las mujeres embarazadas se encuentran con recuerdos infantiles y aspectos de su crianza como hijas que parecían olvidados. Surge la necesidad de revisar ¿cómo fuimos mater/paternadas? Se trata de un estado relacional particular, donde se relacionan la gestación actual y los recuerdos infantiles. Este proceso puede ser muy movilizante, por eso se dice que el embarazo es un momento muy fructífero para el trabajo terapéutico.

Para toda mujer embarazada, contar con redes de sostén y apoyo es fundamental. El embarazo, cuando es deseado, es un proceso saludable, dinámico, que implica un estado de vulnerabilidad emocional. Siempre es importante poner en palabras estas emociones y pedir ayuda si lo sentimos necesario. Esto recién comienza, en el puerperio se suma la demanda de ese ser que depende de nosotras y la marea hormonal que colabora alterando al comienzo nuestro estado de ánimo.

“La maternidad representa una crisis vital y evolutiva que afecta a todo el grupo familiar. La mujer atraviesa esta crisis en función de su historia personal, la estructura de su personalidad, su situación presente (conyugal, familiar y social), las características del bebé y la ubicación de ese niño/niña en el encadenamiento histórico de su familia.” (Oiberman, 2005)

Lic. Carolina Mora

lic.carolinamora@gmail.com

Parirte y Nacernos

Es imposible no revisar una y otra vez nuestros partos, el nacimiento de nuetrxs hijos, incluso con cada vez que lo volvemos a contar. Hoy con un enorme camino recorrido acompañando a otras mujeres en sus partos, puedo apreciar cómo estas vivencias quedan marcadas a fuego en la memoria afectiva. Algunas placenteras, nos recuerdan que pudimos y podemos, otras más dolorosas, incluso heridas, nos traen viejos fantasmas y frustraciones, a veces simplemente le dolor de lo que pudiera haber sido de ese acontecimiento, y no fue. El parto y el nacimientos son experiencias transformadoras, momentos arrolladores donde el cuerpo se expresa como nunca antes, o donde el cuerpo de marca de formas inimaginables. Más activo o más recortado nuestro accionar, somos, junto a nuestrxs hijxs, protagonistas de un momento único, singular e irrepetible (sí, por más hijxs que tengamos, cada nacimiento es único y diverso). Re inventar, re escribir esa experiencia en relato, re contarnos a nosotras y a ellxs puede ser parto del proceso de sanar, cuando cada mujer lo sienta, esa experiencia. Re contarnos, re escribirlo, relatarla, es parte también de venerar ese momento sagrado, el momento de conocernos. Solas, en intimidad, en circulo con otras mujeres, acompañadas por una terapeuta, seguir trabajando las emociones, reconstruir los relatos y liberar el afecto que quedó atrapo en la vivencia es en sí mismo un proceso sanador. Aquí les dejo el relato del nacimiento de Catalina.

Nacimiento de Catalina

Desde chica crecí escuchando a mi mamá hablar sobre mi parto, lo bueno que era parir naturalmente y lo lindo de la lactancia (me dio la teta hasta casi los 3 años). Por eso siempre que imagine la llegada de mis hijos pensaba en parir y nunca se me cruzaba la idea de cesárea. A medida que amigas y mujeres de mi entorno fueron teniendo bebés, empecé a darme cuenta que no era tarea sencilla lograr parto en las clínicas ya que la mayoría terminaban en cesárea. Así, en la semana 7 de embarazo empecé a plantearme lo que quería y a buscar obstetras, ya que había comenzado los controles pre natales y de las primeras semanas con una ginecóloga/ obstetra y como me pase a una prepaga nueva (Accord Salud) ella no estaba en cartilla. En esos mismos días, conocí Para saber con quién parimos, a través de un grupo de mamás de planeta mamá. Ambos grupos fueron un acompañamiento super importante durante todo el embarazo, y junto con un grupo de embarazadas me ayudaron en esta búsqueda intensa hacia un mejor nacimiento para mi beba.

En esas semanas empecé a leer todo lo que se cruzaba en mis manos sobre nacimiento y parto, y me volvi fanática de leer los posteos del grupo, los relatos de partos y mirar videos de partos en internet. Cada día le mostraba a mi pareja un nuevo video, o le contaba un nuevo dato, estaba monotemática pobre, de mi boca solo salían las palabras bebé, embarazo, dilatación, episiotomía, etc. Asi fue como saque turno con unos 5 obstetras de mi nueva cartilla, mi marido me acompaño a cada uno de ellos. Recuerdo realizarle a todos las mismas preguntas (las menciono porque tal vez a alguna le sirven) ¿Cómo se manejan en el parto?¿Esperan hasta qué semana? ¿En que casos inducen y como es el proceso? ¿Esperan que el cordón deje de latir? ¿Acompañan partos sin peridural? ¿Ponen oxitocina de rutina? ¿Se puede caminar durante el trabajo de parto? ¿El monitoreo es constante o intermitente? De cada una Sali decepcionada, pensando que no existía obstetra para mi. De todas formas los controles me los empecé a hacer con una obstetra de Fundación Hospitalaria, la Dra. Junes, que fue la única que al menos me parecía más cálida y además, conocía una mamá que había parido con ella y estaba conforme.

En todo ese tiempo, la idea del parto en casa rondaba mi cabeza, cada vez más fuerte, sumado a que los partos más lindos que veía eran los videos de partos en casa y tenía algunas mamás conocidas del grupo de embarzadas que habían pasado por esa experiencia, así que no me parecía tan loco. A mi pareja al comienzo le resulto extraño, tenía mucho miedo de las complicaciones sobre todo. Yo al revés, tenía miedo de la clínica, nunca había estado internada y me resultaba lo más raro del mundo, estar en manos de “ellos”, no poder irme cuando yo quería, que decidan por mí, que me mientan para hacerme una cesárea y terminar con el trabajo pronto. A pesar de que ninguno de los dos ganaba muy bien, convencí a mi marido de ir a una consulta con la obstetra Gabriela Kozyra, a quien conocí en una charla en Las Casildas. Me enamoré de su forma de acompañar a las pacientes, su calidez, el tiempo que nos dedicó y cómo nos respondía a todas las preguntas, algo que nadie había hecho antes. Salimos de esa consulta super convencidos con ella, incluso mi marido y la vimos dos veces más. Pero algo pasaba, por lo que yo no podía imaginarme pariendo en mi departamento, no terminaba de sentirme tranquila con esa idea. Imaginaba los vecinos haciendo ruido, el poco espacio de mi departamento y no se parecía en nada a lo que soñaba con la idea “parto en casa”. Por otro lado, empezamos a hacer cuentas y llegábamos a cubrir los honorarios pero nada más, no nos quedaba ni un resto de ahorro para sobrellevar los meses que yo no iba a trabajar por quedarme con Cata. Y ahí entré en la crisis más grande de todo el proceso. Empecé a sentir realmente mucho miedo, porque habíamos decidido no seguir adelante con el parto en casa pero a la vez no teníamos plan B. La fundación Hospitalaria no me resultaba un lugar donde me sentía cómoda y con esa obstetra a pesar del tiempo que la estaba viendo tampoco sentía seguridad. Ya estaba de 26 semanas, cuando empiezo re leer todos los relatos de la página, buscando una señal de por dónde seguir, a qué obstetra ver, incluso consultamos en el Hospital Alvarez, tratamos de conseguir turno con Beccar Varela, pero ninguna opción nos cerraba. En la familia nadie sabía nada de este proceso ya que sabíamos que se iban a impacientar mucho y nos iban a volver locos.

Una tarde leo en el grupo una chica que cuenta que consultó en el Hospital Británico con el obstetra Juan Pablo Comas, y le recomendó una partera que acompañaba partos menos intervenidos. Y saque turno. La primer consulta decidi dejar de lado toda la amabilidad y el protocolo y le comenté mi situación, le dije que esa consulta era para decidir si Cata nacía allí, que necesitábamos hacerle algunas preguntas que para nosotros eran definitorias. Por suerte respondió todas y salimos de la consulta como nunca antes, aliviados, con un sentimiento de seguridad y confianza. La verdad no había sido afectuoso, pero sí empático, fue honesto, nos dijo “el parto es como vos quieras, nadie va a obligarte a nada” y lo sentí así, me dio plena seguridad. Esa semana conocimos a la partera María del Carmen Lazarte, en un entrevista muy linda, donde nos contó que ella había realizado cursos de parto domiciliario, pero que no se había animado aún. Yo fui con un libro de Carlos Burgo, donde había anotado miles de preguntas, y todas me respondió cálidamente y de forma sincera. Había 2 cosas que no podíamos cambiar: el parto es en la camilla, y con suero desde el ingreso en la clínica. Todo lo demás eran intervenciones que íbamos a evitar a no ser que sean estrictamente necesarias. Desde ese primer encuentro iba a verla después de cada consulta con Comas, y le escribía mails si tenía que sacarme dudas (en el Británico los obstetras no pueden dar su celular, ante cualquier duda las mamás podemos acercarnos a maternidad o llamar y pedir hablar con un obstetra o partera).

Durante todo el embarazo no sentí ninguna molestia, ninguna contracción. El último mes me costaba caminar porque sentía mucha presión en la pelvis y cansancio de piernas, pero nada más. Desde la semana 37 empezaron los monitoreos semanales, luego de cada uno Comas me veía y en la semana 38 me pregunta si quiero que me haga un tacto, a lo que accedo porque estaba super ansiosa. Me dice que el cuello esta blando y con 1cm de dilatación, lo cual me pone muy contenta ya que el cuerpo estaba trabajando. En el próximo monitoreo, seguíamos igual, yo había tenido algunas contracciones de Braxton, y había empezado a perder el tapón mucoso, pero nada más. Era la semana 39 y ya estaba muy ansiosa y todo mi entorno también. Le consulto sobre la inducción, y le digo que quiero esperar lo más posible. El me explica que el Hospital sólo le permite esperar hasta la semana 41, pero me alienta a que este tranquila que aun faltaba mucho. Yo empiezo con estas “recetas” que circulan en la web, tener mucho sexo, caminar mucho, etc. También usaba una pelota de pilates que me prestaron, para moverme un poco y ver si ayudaba a avanzar el proceso.

Llega la semana 40 y su mar de emociones, alegría de sentir a mi beba tan bien, de que ya estaba a punto de conocerla! Y miedo a la inducción, a la cesárea, angustia, llanto.

El día 19 de noviembre (40+3) tenia turno con el obstetra. La madrugada del 18 me costaba dormir, tenía más insomnio que siempre, pensaba en “la charla” del día siguiente sobre la inducción. Vimos una película y mi marido se durmió. Alrededor de las 3am empiezo a sentir unos dolorcitos, pequeñas molestias como menstruales. Decidí intentar dormir, pensando en que serian falsa alarma. Pero no. Las molestias empezaron a ser más frecuentes, y como acostada me dolían más, decidí levantarme, ir al comedor, sentarme en la pelota, poner la música que siempre escuchaba para conectarme con mi beba. Con luz baja, le hablaba con la mente, le pedía que siga trabajando para nacer, le decía que no tenga miedo, que mamá iba a acompañarla. Esas fueron las horas más mágicas del trabajo de parto. Comencé a tomar el tiempo de las contracciones, eran cada 7, u 8 min, luego se fueron haciendo más frecuentes, cada 5 min y más intensas. En cada una de ellas me ponía en cuclillas, me sentaba en la pelota, caminaba, respiraba profundo y me imaginaba a mi beba empujando, la sentía. A las 7am después de 2hs de contracciones cada 5 min, decido escribirle a la doula que me acompaño en todo el proceso en el grupo de embarazadas “creo que estoy en trabajo de parto”. Intercambiamos un par de mensajes que me dieron fuerza, me alentó a quedarme en casa todo el tiempo posible, a comer algo que me de energía y me mando mucha luz. Desperté a mi compañero ya estaba con bastante dolor, y empiezo a impacientarme, ya que él se pone muy nervioso. Llama a la partera, y María le dice que me tome una buscapina, me recueste y llame en 2hs. Me tome la buscapina y no me recosté, porque acostaba eran insoportables. Le pido a mi compañero que me llene la bañera, justo no andaba el calefón, se pone a calentar ollas de agua, y yo no doy más de los dolores, así que me meto con poquísima agua. Los dos nos ponemos nerviosos (el se enoja porque se me cae su celular al agua) y yo empiezo a sentir que en el agua se me espacian las contracciones y me da miedo que se frene el trabajo de parto, decido salir. Cuando salgo, empiezan a ser más seguidas, cada 3 min, esperamos un rato más, comí algo de helado y una banana. A las 10am llamamos a la partera nuevamente, nos dice que aguantemos lo más que podamos (sabia que quería estar en casa lo más posible), pero a las 11 ya no daba más. Fui al baño e instintivamente me tacte y sentí algo duro, así que como no sabía cuanto faltaba preferí ir a la clínica.

Cuando llegamos ya eran las 12, subimos al área de maternidad y nos estaba esperando María. Instantáneamente me sentí en paz, y nos volvió la tranquilidad a los dos. Me realiza un tacto y me dice que tengo 5 cm de dilatación (que para mí era poco, quería llegar más avanzada) pero me alienta y felicita, porque la beba está muy baja y ubicándose en el canal de parto, solo faltaba que avance la dilatación. La residente que me revisa con ella me alienta también y me pregunta si quiero la epidural, le conteste que mi idea era evitarla, pero que sentía bastante dolor. Me dice que el anestesista estaba allí porque había muchos partos ese día (después me entero que habían sido 11) así que la podía pedir más adelante.

María me hace un monitoreo (fueron solo 3 intermitentes en todo el trabajo de parto) todo estaba muy bien. Charlamos, nos reímos, yo estaba feliz de poder estar haciendo mi trabajo de parto espontáneamente. Le pregunto por mi obstetra y me dice que ya sabe, que está atendiendo. Pasamos a una habitación individual (en maternidad del Británico todas son individuales) y la partera le ayuda a hacer el papeleo a Mati, todo fue super sencillo y rápido. Me cambio y una enfermera me pone un suero limpio. Luego, nadie más vino a molestarnos. Maria y mi marido estaban conmigo en la habitación, acompañándome silenciosamente, hablando cuando yo lo pedía, todos escuchábamos la música por mi celular. Comas pasa por la habitación, me saluda muy contento, me alienta a seguir tranquila mi TP, me dice que la parte más difícil en cuanto a dilatación ya había pasado. Yo sigo haciendo cuclillas, caminando, me siento en el inodoro. A las 14hs ya las contracciones eran cada 1min aproximadamente, así que María me propone hacer un tacto, para sorpresa de todos ya estaba con 9cm y medio de dilatación! Mucha alegría, los dos me decían cosas lindas, Maria le muestra a mi marido que se asoma la cabecita de Cata y que faltaba muy poco. Yo empiezo a sentir que no doy más, le pregunto si ya era tarde para la epidural, me dice que sí, que no falta nada, y me ofrece ponerme un calmante en el suero, acepto. La verdad no sé qué fue, mucho no me calmo, creo que fue más un mimo, un pequeño “placebo” para darme fuerzas. Yo empiezo a sentir ganas de pujar y parada me empiezan a molestar más las contracciones, no las aguantaba, la partera me sugiere ponerme recostada del costado izquierdo, abriendo las piernas para hacer espacio al bebé y me dice que si tengo ganas de pujar vaya haciéndolo despacio, así la ayudo a acomodarse. Mientras la partera se va a cambiar y a preparar la sala de partos, yo le digo a mi pareja que no daba más, que nace ahí, y en un pujo rompo la bolsa, y llamamos a María. A sala de partos! El se va a cambiar, me llevan en una silla de ruedas porque no toleraba estar parada. Cuando entro se me sale una sonrisa inmensa, estaba tan dolorida como feliz, feliz de que llego ese momento, feliz porque iba a conocer a mi beba. Me acuesto en la camilla, abro las piernas (por suerte me las sostuvieron a las barandas porque me temblaban mucho) y Comas me dice que está todo genial, que ve la cabecita de mi beba y que puje cuando quiera. Eran las 15hs cuando ingrese, hice unos 3 pujos, nada de lo que me “enseñaron” en el curso de preparto me sirvió, no podía sostener la fuerza, eran desordenados e institivos, pero mágicamente lo estaba haciendo bien. La última contracción demoró un poco más en llegar, Comas me esperó, y salió la cabecita y el cuerpito de mi bella Catalina. El obstetra me dice que la agarre, me la pone en el pecho, no pude más que besarla y decir “qué chiquita es”! Esperaron que deje de latir el cordón, mientras nos sacaron una foto a los 3 y luego se fue con el papá para los controles. Expulsé la placenta y lo primero que pregunte fue si me había cortado, a lo que me dijo “yo no, pero tu beba un poco”, así que me cosieron unos 3 puntitos externos, que me dolieron más que todo el parto. Salimos de sala de parto los 3 y desde ese momento nunca más la separaron de nosotros, todos los controles a ambas fueron en la habitación, nos trataron de forma excelente todas las enfermeras y puericultoras, todas me felicitaban, las residentes, mi obstetra, no podían creer que hubiera hecho el trabajo de parto con esa tranquilidad. La teta fue algo natural, solo tuve un par de grietas que se curaron prontito.

Hoy sigo diciendo que me hubiera gustado volver a vivir ese día, para disfrutarlo mucho más sabiendo como fueron las cosas. Las contracciones son como dicen, olas que vienen y van, dejándonos tiempo para recuperarnos entre una y otra, sabiendo que nos acercan el encuentro más preciado. Hoy no puedo dejar de mirarla y agradecerle, sigo pensando en el trabajo inmenso que siendo tan chiquita hizo para nacer, yo sólo estuve ahí para acompañarla, acompañar el dolor y dejarla pasar hacia el mundo…

Lic. Carolina Mora

Psicóloga

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Demasiado pronto- nacimientos prematuros

#Texto escrito para El Parto es Nuestro Argentina 

Meses imaginando ese momento, esperando el día del encuentro, soñando con ese abrazo, esa mirada, esa primera toma del pecho. El parto soñado, la felicidad de tener a su hijo en sus brazos, la sensación de logro.

Muchas veces, la emoción que suscita el nacimiento de un hijo/a aparece nublada, desdibujada o teñida por una paleta de tonalidades oscuras, especialmente cuando eso planificado se nos aparece como demasiado pronto.

¿Qué es demasiado pronto?

Antes de lo esperado. Prematuro.

Prematuro, según la RAE, deriva del latín praematūrus, y tiene distintas acepciones: Entre ellas, puede ser algo que no está a la sazón, en su punto justo de madurez. Algún suceso que ocurre antes de tiempo, y en esta línea, un bebé nacido antes del término de gestación[1].
¿Qué es el término de gestación[2]?

Según la OMS, hablamos de un bebé prematuro cuando su nacimiento sucedió con anterioridad a las 37 semanas de gestación.

Entonces si hablamos de un bebé prematuro, hablamos de que algo sucedió antes de lo previsto, antes de lo planeado e imaginado; y eso conlleva a distintos escenarios, tanto para ese bebé, para esa díada, esa familia y su contexto.

Suelen aparecer sensaciones ambivalentes: algunas veces sorpresa, en otras oportunidades miedo, especialmente ante lo desconocido y no previsto, ante el encuentro de aquello que sucedió que confronta los tiempos reales con los tiempos imaginados. Dependiendo del caso, puede aparecer temor por la salud de ese pequeño ser. Distintas emociones, a veces encontradas: ansiedad, ilusión y desesperanza, alegría y tristeza; pero por sobre todo una intensa incertidumbre.

Ya nada es previsible ni controlable, y la imagen de ese bebé que hasta entonces yacía plácido en el vientre, se nos aparece de otro modo, conectado a distintos artefactos que muchas veces le posibilitan continuar con su desarrollo, ahora de manera extrauterina.

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La imagen más recurrente suele ser la de un bebé sólo en una cunita de neonatología, y la de una mamá/ pareja que tiene que comenzar a pensar en la posibilidad de desprenderse y dejarlo, ya sea para poder dormir unas horas y descansar, o incluso muchas veces para poder ocuparse de otros hijos.

Es una situación de estrés difícil de transitar.

Incluso cuando se puede prever un parto prematuro, aunque los padres hayan transitado por una preparación previa, el impacto de vivir la experiencia los interpela de formas no previsibles.

El estrés se produce cuando una situación del entorno es evaluada como amenazante, y la percepción del individuo es que no cuenta con los recursos para atravesarla. Si bien la respuesta ante el estrés es distinta en cada sujeto, se han encontrado semejanzas entre los padres y cuidadores de bebés internados en UCI (Unidad de Cuidados Neonatales): “Entre las manifestaciones emocionales se destacó inestabilidad emocional con predisposición al llanto, en la dimensión conductual los cambios de hábitos con descuido de la apariencia personal; y por último, en relación a las manifestaciones cognitivas, los padres destacaron la pérdida de atención en la visita a sus hijos, provocada por los ruidos de alarmas y equipos”[3]. La que se ve más afectada por estos síntomas suele ser la madre, y probablemente esto se deba no sólo a que pasa más tiempo en la UCI, sino también a la incomodidad por los síntomas físicos post parto (los cuáles suelen ser más luego de una cesárea) y los desajustes hormonales.

Diversos estudios indican que los padres que transitan una internación en la UCI están más vulnerables a síntomas como el estrés y la depresión. En este marco, a la crisis vital que implica todo nacimiento, convertirse en ma/ padres, se le suma la crisis situacional de tener a su hijo/a recién nacido en cuidados neonatales.

Inmersos en esta situación, puede ser difícil para los padres y cuidadores poner en palabras algunas de las tantas emociones que están transitando, pensar qué preguntar a los profesionales que atienden al bebé, interpretar los informes médicos e incluso participar activamente de sus cuidados.

En este contexto cobra mayor relevancia la necesidad de contar con profesionales de la Salud Mental que puedan estar disponibles desde el primer momento para contener y sostener a quienes transitan por esta experiencia, intentando que la misma sea lo más llevadera posible; facilitando no sólo un espacio de escucha sino también de intercambio con otras personas que pudieran estar en la misma situación.

Este recurso se vuelve crucial cuando ya no se trata de un bebé que está unos pocos días en Neonatología, sino cuando la estadía se vuelve prolongada… Cuando se sabe de antemano que el bebé pasará semanas/ meses allí o incluso cuando no se sabe cuándo estará en condiciones de ser dado de alta. Es necesario entonces poder desplegar estrategias conjuntas entre los diferentes agentes de Salud, ya sea psicólogos, puericultoras, cuerpo médico, enfermeras; articulando si es posible con familiares o amigos que puedan contribuir al armado de una red de sostén y acompañamiento para estas familias. Se trata de pensar el mejor modo posible de “estar en neo” para cada bebé y cada familia, teniendo en cuenta las particularidades de cada caso.

Los espacios de escucha colectivos se tornan muy importantes, ya que el estar con otros en la misma situación suele ser de mucho alivio, y los lazos que ahí se forman suelen hacer que el pasaje por UCI sea menos solitario y más tolerable.

A las complicaciones propias que enfrentan los padres de bebés prematuros se suman dos grandes complicaciones:

Por un lado, las producidas por la falta de leyes que contemplen licencias diferenciadas y remuneradas para los padres y madres que atraviesan por un nacimiento prematuro.

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Por otro, las restricciones que imponen la mayoría de clínicas y hospitales -ya sea en el ámbito público como en el privado- para que mamás y papás puedan tener acceso irrestricto para estar con sus bebés (sobre todo en infinidad de casos en los que el cuadro clínico lo permite).

Aparece con mucha frecuencia el incumplimiento de la Ley Nacional 25.929, que regula los Derechos en el Nacimiento de Padres e Hijos, donde se establece el derecho de los padres al “acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo permita, así como participar en su atención y en la toma de decisiones relacionadas con su asistencia”[4].

Este último punto contradice lo que sucede en muchas instituciones, donde el acceso a la UCI es regulado por horarios pre establecidos y rígidos; lo cual interfiere en el vínculo, dificulta la lactancia materna y obstaculiza que los padres se ocupen de los cuidados del bebé. Los hermanos, los abuelos y la familia extendida muchas veces no tienen posibilidad de vincularse con el bebé sino a través de fotografías o filmaciones, lo cual limita su implicancia y la posibilidad de funcionar como red de sostén para los padres durante y después de la internación.

//Un recurso posible//

En 1978, Edgar Rey, un pediatra colombiano preocupado por los problemas surgidos a raíz de la escasez de incubadoras y el impacto de separar a las mujeres de los recién nacidos en unidades de cuidados neonatales, desarrolló el Método Madre Canguro (MMC), una técnica de atención de salud para lactantes de bajo peso al nacer que es tan eficaz como la atención tradicional en una unidad de cuidados neonatales[5].

De acuerdo con el MMC, los bebés que pesan 2000 gramos o menos al nacer y que no pueden regular su temperatura corporal permanecen con su madre. Las madres mismas sirven de incubadoras, fuente principal de estimulación y alimentación. Se acomoda a los recién nacidos pegados al pecho de la madre en contacto piel a piel y se los mantiene en posición vertical las 24 horas del día. Las madres pueden compartir el papel de proveedora de la posición canguro con otras personas, en especial, con el padre del recién nacido, sin alterar las rutinas de lactancia materna. El cuidador duerme en posición semi-sentada.

La evidencia respalda la eficacia y seguridad del MMC en recién nacidos prematuros estables, a la vez que ofrece las condiciones ideales para que los bebés se desarrollen, aumenta la participación y la capacidad de los padres y contribuye al proceso de curación. Además, el MMC brinda cuidados de calidad a una fracción del costo de la atención convencional y puede ponerse en práctica en diversos establecimientos en los distintos niveles de atención.

A pesar de que este método cuenta con casi 40 años de antigüedad y de practicarse en distintas partes del mundo con altísimos resultados, aún no hay leyes que reglamenten ni lo promuevan en los distintos programas de Cuidados Neonatales.

El desafío es seguir promoviendo este recurso, especialmente beneficioso tanto para el establecimiento temprano del vínculo mamá- bebé como para la pronta recuperación de ambos.
Lic. Natalia Gulman

Lic. Carolina Mora

Lic. Carolina Sujoy

[1] http://dle.rae.es/?id=U0yTWT3

[2] http://www.who.int/features/qa/preterm_babies/es/

[3] Caruso, Agostina, Mikulic Isabel María, “El estrés en padres de bebés prematuros internados en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales: Traducción y adaptación de la escala parental stressor scale”

[4] Ley Nacional 25.929

[5] http://www.paho.org/hq/index.php… -care&catid=6601%3Acase-studies&Itemid=40275&lang=es