La cesárea surgió como una alternativa de emergencia para salvar la vida de la mamá o del bebé en casos de extrema necesidad, en los que seguir adelante con el parto era imposible o bien más riesgoso que realizar una cirugía mayor. Si bien la cesárea es una cirugía, que aumenta 4 veces el riesgo de mortalidad materna y 2 veces el riesgo de mortalidad
«La cesárea deja a menudo otra herida mucho más difícil de curar y que ningún cirujano podrá coser. La «herida emocional» se produce conforme la mujer entra en el quirófano para la intervención y puede permanecer abierta durante muchos años después, o incluso toda la vida. En algunos casos puede ser una herida mínima, apenas un razguño, en otros es posible que sea tan dolorosa que llegue a obstaculizar seriamente el bienestar afectivo de la madre o incluso de toda su familia. Es también una herida cambiante y siliente, que puede pasar desapercibida durante mucho tiempo y que, como todas, puede reabrirse y volver a sangrar cuando menos se espera. Es, sobre todo, una herida difícil de curar, pues raramente se reconoce su existencia. En la mayoría de los tratados de obstetricia se detallan todas las complicaciones y repercusiones de la cesárea, pero rutinariamente se omiten las implicaciones psicológicas o afectivas. Tampoco los profesionales, cuando explican a la mujer los riesgos de la intervención, suelen mencionar este punto.

El mayor obstáculo para la curación de la herida emocional es precisamente el silencio que la envuelve, la minimizacion o incluso la negación de su existencia. Algunas madres llegan a expresar sus sentimientos relacionados con la cesárea en las primeras semanas y es frecuente que encuentren como respuesta el típico «de que te quejas si tienes un bebe sano» o hasta un «los bebés nacidos por cesárea sufren menos y salen mas guapos». Pero lo cierto es que la mayoría de las madres ni siquiera llegan a exteriorizar el dolor anímico que les ha producido la cesárea, bien porque se sienten culpables de sentirse mal («debería estar bien por mi hija») bien porque no llegan a identificar el origen de su malestar («sabia que quería a mi hijo y a la vez sentía que no me importaba»). La herida emocional puede manifestarse con diferente intensidad a lo largo del tiempo. Muchas madres solo empiezan a reconocer el dolor que les produjo la cesárea anterior cuando, años mas tarde, consideran un nuevo embarazo.»
Ibone Olza y Enrrique Lebrero «¿Nacer por cesárea?, Ed. Obstare
Lic Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com
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