La temática del duelo gestacional y perinatal constituye un tabú para nuestra sociedad occidental. De eso no se habla, no hablan los profesionales de la salud,no hablan los medios de comunicación, no hablan las leyes, se acalla a los padres que están viviendo este dolor. Familiares y amigos, no saben cómo enfrentar esta situación, y surge el vacío del silencio.
Dónde se espera la vida llega la muerte.

La muerte que ocurre en el útero durante la gestación del embrión o la muerte fetal temprana (primer y segundo trimestre) se denomina pérdida gestacional. Hablamos de pérdida perinatal cuando la muerte ocurre en el tercer trimestre, durante el parto o los primeros 7 días luego del nacimiento. Cuando la muerte ocurre durante los 7 y 28 días tras el nacimiento se denomina muerte neonatal tardía. Recibir la muerte cuando esperamos la vida, dice Mónica Álvarez, psicóloga especialista en duelo gestacional y perinatal, es un hecho para el cual nadie esta preparado. Marca a fuego a la mujer y su pareja, es la pérdida de la inocencia, de la idea de que «todo saldrá bien y dela certeza de que como producto de un embarazo llegará un bebé sano y feliz.
La falta de validación social del dolor en las pérdidas tempranas es inmensa y dificulta en gran medida el proceso del duelo. Las mujeres deben retomar sus actividades laborales con rapidez, ya que no se reconoce una licencia acorde a las condiciones del duelo. Volver a la rutina y «hacer como si nada» es una exigencia del entorno. Para el padre es doblemente difícil expresar sus sentimientos ante la pérdida, ya que al no haber vivido sobre su cuerpo el proceso aún se valida menos su dolor e incluso a ellos mismos les cuesta reconocerlo.
Al dolor de las pérdidas más tempranas se le suma el no reconocimiento legal, ya que en nuestro país no es posible la inscripción en el registro civil como hijos del matrimonio, para así poder ponerle un nombre e incluirlos en el linaje familiar. A esto se suma el poco cuidado que se tiene desde las instituciones médicas, ya que muchas son las familias a quienes les entregan el cuerpo de sus hijos en la sección de «residuos patologicos».
Recibir y trasmitir la noticia
Cuando se confirma la detención del embarazo o la muerte fetal, las mujeres suelen enfrentarse con momento de inmenso shock emocional. La idea de estar gestando vida en su interior, de estar habitadas por lo más hermoso y preciado da lugar ahora a la sensación de desconocimiento y extrañeza, incluso a la fantasia de monstruosidad. Es un sentimiento intenso, dificil de procesar en lo inmediato que puede generar diversas reacciones. En algunas mujeres aparece la urgencia por acabar con todo el proceso y no soportan un segundo más convivir con la muerte en su interior, y las lleva a solicitar un legrado o intervención. Generalmente este pedido es aceptado sin cuestionar o acompañar con otras alternativas posibles, y muchas veces esta urgencia no permite generar un espacio de despedida, el duelo se posterga y reaparecerá en otras circunstancias.
Otras mujeres necesitan un tiempo de despedida o prefieren que el proceso se produzca lo más fisiológico posible y es en estos casos cuando más se dificulta el ser escuchadas por el personal medico, quien trae la prisa consigo de la mano de la medicalización y el intervencionismo. Numerosos estudios detallan la posibilidad del
manejo expectante del aborto, avalando su viabilidad en casos donde no hay urgencia médica, pero muchas veces no es una opción tenida en cuenta o comunicada por los profesionales tratantes. Es importante tener en cuenta, que cual sea el método elegido, la prisa y el no respeto por la intimidad en la despedida dificultan y entorpecen el proceso del duelo.

Sin dudas para el personal médico esta situación es de una angustia enorme, y es ocultada bajo la urgencia del intervencionismo y el tecnicismo en el lenguaje como formas de no conectarse emocionalmente con la perdida.
¿Cómo podría el personal medico contribuir a que la despedida sea lo más saludable posible?
-Dirigirse siempre a los padres y a la mamá llamándola por su nombre: evitar infantilizarla con apodos como «mami», etc.
-Evitar la internación en el área de maternidad, no imaginan lo desgarrador que puede ser para unos padres que se están despidiendo convivir con otros que están en el encuentro, intentar en lo posible encontrar una habitación individual donde puedan estar en intimidad.
-Ofrecerles un tiempo a solas cuando reciben la noticia, silencio en vez de avasallar con información técnica o de procedimientos.
-Ofrecer información en términos sencillos sobre los distintos procedimientos posibles según la situación particular: manejo expectante (si este es posible), legrado, inducción al parto, etc. Permitir a los padres estar acompañados por alguien de su confianza a la hora de recibir esta información y durante todo el proceso. Chequear en un segundo momento la comprensión de la información, volver a explicar si es necesario y permitir hacer preguntas.
– No apurarlos a decidir inmediatamente si no es una situación de urgencia, seguramente estarán en un estado de shock.
-Convocar al servicio de psicología del hospital para ponerse a disposición y colaborar con la situación.
-Preguntar a los padres qué necesitan y cómo les gustaría despedirse del bebé
-Una vez finalizado el proceso médico, ofrecer a los padres ver los restos y conocer a su bebé, esto ayuda a disipar fantasías al respecto. Si el cuerpito presenta alguna malformación evidente o esta muy dañado pueden verlo envuelto en una mantita o con un gorrito, incluso a través de una fotografía si así lo prefieren.
-Colaborar para realizar todos los estudios necesarios que puedan determinar las causas de la perdida. Muchas veces no surgen causas medicas,pero es importante para esa familia el intento de descartarlas. Todos necesitamos conocer el por qué de la muerte, o al menos intentarlo.
-Evitar denominaciones despectivas en relación a los restos del bebé, en lo posible llamarlo por el nombre elegido. Recordar que por más pequeño que sea, para esos padres representa lo más preciado. No nominar como «residuo patológico» ni similares.
-Brindar opciones posibles para el manejo de la subida de la leche (si es que ocurre). Permitir siempre que sea la mujer quien decida qué opción quiere tomar: cortar la subida de la leche con medicación y descongestionando los pechos con extracción manual; utilizar medicación y además los vendajes; solamente manejar la subida descongestionando el pecho manualmente hasta que se retire la leche por si sola o bien donar esa leche a bancos de leche humana (esta última opción es la más difícil de llevar a cabo ya que genera controversias en los profesionales de la salud).
-Es de suma importancia que se establezcan protocolos para la atención del aborto que protejan la integridad física y emocional de las mujeres, para que no se incurra en violencia obstétrica la cual dificultara aún mas el proceso de recuperación.
El duelo gestacional es uno de los duelos más acallados socialmente. Muchas veces la reacción más común, al no saber qué hacer, es ignorar el dolor de los padres, silenciarlo, minimizarlo. Otras, surgen palabras que lastiman, se clavan en los corazones y las mentes de quienes las escuchan para siempre: «Eres joven, ya tendrás otro», «Mejor ahora que más adelante», «Mira si tenias un niño con problemas»… Los padres mayormente quedan atravesando ese dolor solos, en silencio, se hace evidente la falta de apoyo y empatía del entorno. Mónica Alvarez en su libros sobre duelo gestacional y perinatal aconseja no decir lo que no diríamos ante otro duelo. Si fallece el padre de un amigo jamás se nos ocurriría decirle «tranquilo, ya tendrás otro».
¿Cómo pueden ayudar los familiares y amigos a enfrentar la pérdida?
-Ante todo entendiendo que el duelo es un proceso personal, con tiempos y vivencias singulares. Entendiendo que, lo que perdieron esos padres es un hijo, la ilusión de los momentos deseados, imaginados, una vida entera juntos.
-Validando los sentimientos. Los padres tienen derecho a sentirse así.
-Acompañanado. No hace falta decir nada, o simplemente un «estoy aquí para lo que necesites». La sola presencia, es sanadora. Si se necesita hacer, pensar en cosas que puedan aliviarles el día a día a los padres: cocinar, ayudar con los quehaceres, etc.
-Ofrecer un oído. Dejar al otro expresar su dolor, llorar, hablar de sus sentimientos, recordar los momentos felices del embarazo… hacer su camino.
-Reconocerlos como padres, aunque su bebé no este con ellos, lo son.
-Sugerir de ser necesario acompañamiento psicológico especializado en duelo gestacional y perinatal.
¿Qué podría hacer el Estado y los empleadores?
-Además de todo lo anterior, es fundamental otorgar a ambos padres una licencia laboral acorde para superar este momento.
-Validar y permitir la inscripción de los hijos fallecidos en los registros civiles, con nombre y apellido.
Para los padres, quienes atraviesan la parte más dolorosa, es importante que puedan tomarse el tiempo que sea necesario para transitar el trabajo de duelo. No sera de una vez y para siempre, habrá momentos de altibajos, recaídas, fechas que marquen ese ritmo, aniversarios que traerán nuevamente al dolor. Pero, aunque sea muy difícil de imaginar, volverán a sonreír, habrá momentos de felicidad, o simplemente de paz. Pedir ayuda, encontrar compañías que sanen, personas que los escuchen, poder hablar con otros padres que hayan pasado por lo mismo puede aliviar. Tener en cuenta rituales que ayuden a procesar la pérdida, cartas de despedida, armar una caja de recuerdos, poner el dolor en movimiento. Escuchar al cuerpo, buscar actividades que brinden placer y alivien. Sobretodo, ser paciente con uno mismo.
Para terminar, cito aqui un fragmento del libro «Las voces olvidadas» de Monica Alvarez:
«Lo esencial es invisible a los ojos. Un embrión es igual al resto de millones de embriones. Pero, de alguna forma, es único, especial, diferente. Como la rosa que cuido el Principito y que se hizo especial para el precisamente por el tiempo que le dedicó, así el pequeño ser que vivió en el vientre de su madre es importante por el tiempo que le dedicó mientras latía en su interior, por ese tiempo que pasó pensando en él, imaginando como crecería la panza, el parto, el bebé soñado. Para parte de la sociedad no es más que un puñado de células muertas por las que no merece la pena gastar ni un segundo más. En cambio para la madre y el padre, es especial, siempre estará en su corazón, y merece que se detenga su vida unos instantes para recordarlo, llorarlo, sentir lo feliz que se fue mientras estuvo vivo en el seno, despedirse de él y dejarlo ir». Las voces olvidadas
Lic. Carolina Mora
lic.carolinamora@gmail.com
Más información
CONSAVIG (para denunciar violencia obstétrica y asesorarse sobre cuestiones legales) Argentina
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ERA EN ABRIL (Argentina) Apoyo a mujeres que sufrieron una muerte intrauterina o gestacional y familiares
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