El duelo en los varones

Afrontar la muerte de un hijo me llevó más de 5 años.Darme cuenta del dolor que produce no tiene explicación. Intenté taparlo con silencio y llenándome de proyectos.Pero no sirvió de nada.El tiempo se detuvo ese día y sin importar lo que hiciera no podía avanzar.
Todos decían lo mismo, vos sos hombre tenés que ser fuerte, la vida continúa y tenes que estar preparado para sostener a la mamá. Esto no lo dijeron a la semana, o al mes, sino que a los 15 minutos de salir del quirófano.
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En ese momento, empecé a tapar el dolor. No quería que la mamá, ni mi familia,amigos o compañeros de trabajo me vean triste o angustiado. En todo ese tiempo no dejé que nadie me abrace y me vea llorar. Sólo lloré una vez. Cuando volví de la clínica para bañarme.Era martes.Bruno habia muerto el lunes, y el domingo había sido el día del padre.Llegué a bañarme y entré a la casa en donde hacía menos de un mes que nos habíamos mudado. Estaba lleno de carteles y fotos que decían Feliz dia papá. Al ver ese escenario no pude contenerme y lloré mucho tiempo sentado en la escalera. Y de ahí en más, no lloré más. Cuando salía el tema, se me hacía un nudo en la garganta y desviaba la conversación.
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Y pasaron dias,semanas,años y me quedé con ese dolor. Trabajaba mucho, me ponía metas y proyectos inalcanzables para mantenerme ocupado, y no parar y caerme. Ahora me doy cuenta me que afectó en todo. Nació mi segunda hija, pero ese dolor que llevaba a veces no me dejaba disfrutarla,tenía terror de atender el celular y que me digan que se había muerto,literal.
El dolor hizo que mi corazón se cierre, no podía dar ni recibir amor, por miedo a perder.Me volví malhumorado, inseguro, y sobretodo no dejaba que me quieran.
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Hoy veo que nunca es tarde para pedir ayuda,que lo que llevo dentro puede salir.Ahora lloro,muestro mi angustia.Soy papá de Bruno,hablo de él, y lo extraño. Y si me quiebro,no importa.Las lágrimas y los sentimientos no tienen género. Un hombre siente y llora.Atrás de una mamá que pierde un hijo, hay un papá que también lo perdió.
Aquellos papás que pasaron por esto me van a entender y al que lo esté pasando, que no tema pedir ayuda.
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Gracias Toti
foto por @recordisfoto ♥️

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

La muerte de un hijo

No es una perdida
Es la muerte de un hijo
No perdí un objeto,
Por más que lo busque, no lo podré encontrar.
No es sólo una perdida,
No es un embarazo,
Era mi pequeño.
Tal vez para otros era milimétrico, dirán que ocupo un espacio minúsculo en mi ser.
Mi útero era su casa.
No sé por qué se fue. .
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Quise cobijarlo,
Abrazarlo,
Contenerlo y abrigarlo.
Imaginaba un nombre,
Su rostro,
Soñaba con sentirlo,
Jugábamos a adivinar el color de sus ojos. .
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Tuve que soltarlo.
Dejarlo ir.
Despedirme.
Desarmar mis sueños,
Desprenderme de la ilusión de verle crecer.
Decirle adiós.
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Me quedé con mil historias por contar,
Con abrazos para dar.
Me sentí vacía.
Me enoje con mi cuerpo,
Ese mismo que supo crearlo pero no alcanzó para sostenerlo.
Me enoje con mis sueños y mis ilusiones.
Me enoje con la injusticia que dejaba que otras si disfrutaran de ver sus panzas crecer.
Me enoje. Me mire. Sentí pena por mi. Me abracé.
Me dije a mi misma que no fue mi culpa. Me permiti vivir este duelo. .
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Un día me permiti reír nuevamente.
Me permiti mirarme al espejo y re encontrarme.
Me permiti volver a ilusionarme.
Me permiti ser más honesta con mis miedos, mis dudas, mis sueños y mis deseos.
Me permiti volver a intentarlo.
Me permiti creer que está vez sería distinto. Me permiti aceptar, dejar de duelos, porque en este contexto también duelen otras cosas…

Imagen: @o_trocantintas
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Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Pechos llenos, brazos vacíos

Comenzar la maternidad con los brazos vacíos y los pechos llenos es una experiencia devastadora.
Llegar a casa y no querer salir para no recibir las felicitaciones de los vecinos que suponen que la dulce espera ha terminado.
Y la dulce espera ha terminado, pero de una manera impredecible, jamás imaginada y desoladora.
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Vivir la experiencia de parir a un hijo sin vida, de estar ingresada en el piso de maternidad conviviendo con la felicidad ajena, escuchando el llanto de bebés que hacen que de los pechos broten lágrimas de leche.
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Recibir un papel con dos siglas «N,N» donde debía figurar un nombre, elegido con amor y que inscriba de forma simbólica ese ser que si existió.
Ser llamada «mami» o «mamita» por enfermeras y personal médico, no ser debidamente informada sobre los derechos que tienen las mujeres que atraviesan está experiencia. Ser infantilizadas y no recibir apoyo psicológico durante los días de internación.
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Llegar a casa con la sensacion abrumadora de la irrealidad de lo vivido, sentir el vacío profundo en el cuerpo y el alma.
El entorno mirando con miedo la situación, sin saber que hacer ni como contener. Hablando de más queriendo aliviar con expresiones como «sos joven, vas a tener otro…por algo suceden las cosas …ahora es un angelito» o no dando lugar a la palabra, empujando a seguir adelante, como si no hubiera ocurrido nada.
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La muerte perinatal es un evento potencialmente traumático que quiebra en dos la identidad, marca un antes y un después.
Es saberse madre…madre de un bebé que ha muerte muy pronto.
No hay palabra que represente está situación en la sociedad, no hay forma de nombrar lo innombrable.
En la mayoría de las instituciones no hay protocolos para asistir como corresponde a las familias que atraviesan esta catástrofe.
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Actualmente no contamos con una ley que resguarde específicamente los derechos de las familias que viven la muerte gestacional o perinatal.
Somos una sociedad que le cuesta lidiar con la muerte. No queremos nombrarla, nos queremos saltar los duelos.
Mucho más aún al recibir la muerte cuando se espera la vida. La muerte de un bebé es un tabú.
No dejemos a las familias solas.

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Cuando llega la muerte, mientras esperamos la vida

Esta imagen no llegó de casualidad a mis manos. Es el monumento en memoria a los hijos fallecidos, en la entrada de Concepción del Uruguay. La encontré buscando fotos de «animales de la granja» para una tarea del jardín con mi hija. Va, ella me encontró. Y así la guardé, sabiendo que llegaría el momento exacto para compartirla.

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Ya he escrito otras entradas en relación al duelo gestacional y perinatal, pero mucho antes de vérmelas con él cara a cara, con toda su crudeza. Desde hace unos años escucho a mujeres relatar sus abortos, sus pérdidas, tengo fresco en mi mente las expresiones de sus rostros al hablar del dolor físico, de la vergüenza al ser expuestos sus cuerpos frente a infinidad de médicos y personal de salud sin ellos reparar en la necesidad de intimidad y lo sagrado de ese momento de dolor. He acompañado sus lágrimas, abrazándolas, transitando el proceso de duelo, con sus idas y venidas. Pero recién fue a partir del trabajo en hospital, cuando me vi la cara frente a frente, con la crudeza del momento de la muerte.

Esta semana me tocó acompañar una mujer durante su aborto espontáneo en el Hospital. El corazón de su pequeño bebé dejo de latir a las 20 semanas y estaban induciendo su parto para expulsar los restos. La sangre que se lleva la vida y los sueños, del dolor emocional inconsolable, el aturdimiento y la puesta en juego de un cuerpo dolido, apaleado, manoseado, abierto. Un cuerpo femenino partido, ¿cuánto dolor cargan nuestros cuerpos de mujeres desde nuestrxs ancestrxs?

Un dolor que se abre paso en silencio, a veces a los gritos, pero que es ignorado, invadido, intervenido. Para el otro, el de ambo y bata blanca, sólo consiste en una rutina: un aborto más. «Quedate tranquila mami, ya pasa» se escucha, si es que le hablan. Y la soledad. Y el frío en la piel. La falta de empatía de lxs profesionales en estas situaciones es deshumanizante y la mayoría de las mujeres que atraviesan una pérdida gestacional y perinatal en las instituciones de salud deben enfrentarse con la indiferencia de los equipos. ¿Cómo presentar los restos de ese hijo a la mujer que acaba de perderlo? ¿Subjetivamos esa muerte o la consideramos un desecho patológico? ¿Desde cuándo es persona y pueden ser tratados como tales los restos? Preguntas que resuenan…Sin dudas fue la situación más difícil que me tocó acompañar. Y agradezco haberlo hecho, porque esa mujer contó con alguién que la miró a los ojos, que la llamó por su nombre propio, que le acarició el cabello cuando el dolor ensordecía, que le puso voz a sus malestares ante el equipo médico, que la acompañó en el trabajo de subjetivar los restos de ese hijx, en su memoria y en su encadenamiento familiar. Sí. Nos gustaría hacer más. Cambiar el sistema en su totalidad. Sí, quedan pendientes que corregir.

Y aquí vuelvo a la imagen que me llegó por casualidad gracias a la tarea del jardín.

Hace unos días una paciente me contó de una historia que dice: «durante el embarazo, como una estrella fugaz el alma de ese ser llega al vientre para ser gestado. Si el embarazo se interrumpe, entonces la estrella vuelve al cielo».

Es un embrión o feto para la medicina, pero cuando es subjetivado por la persona gestante, se convierte en un hijx. Cuando hay hijx hay duelo, tenga días, semanas o meses creciendo en el útero. Y cuando hay duelo, generalmente es un proceso que lo vive la persona gestante en primer lugar, pero que también alcanza a la pareja si la hay, los abuelxs, y hasta los hermanitxs. Incluso, si nacen años depúes de esa muerte, si son «bebés arcoiris». Yo fui una bebé arcoiris, llegué despúes de la pérdida de un embarazo de 3 meses de gestación y de la muerte intrauterina de dos hermanos gemelos a sus 6 meses de gestación. Incluso sin haberlos conocido, sin haber vivenciado su gestación, los efectos de ese duelo me atraviesan en mi biografía. Siempre me consideré hija única, ahora, entiendo, que no soy única. Tuve dos hermanos que no llegaron a conocer la vida extrauterina, pero me preceden en mi encadenamiento familiar.

Necesitamos visibilizar estos duelos, necesitamos un acompañamiento más amoroso, respetuoso y humanizado dentro y fuera del hospital, de los duelos gestacionales y perinatales.

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Monumento en memoria a los hijos fallecidos, en la entrada de Concepción del Uruguay.

Lic. Carolina Mora

Psicóloga

Mail lic.carolinamora@gmail.com

Demasiado pronto- nacimientos prematuros

#Texto escrito para El Parto es Nuestro Argentina 

Meses imaginando ese momento, esperando el día del encuentro, soñando con ese abrazo, esa mirada, esa primera toma del pecho. El parto soñado, la felicidad de tener a su hijo en sus brazos, la sensación de logro.

Muchas veces, la emoción que suscita el nacimiento de un hijo/a aparece nublada, desdibujada o teñida por una paleta de tonalidades oscuras, especialmente cuando eso planificado se nos aparece como demasiado pronto.

¿Qué es demasiado pronto?

Antes de lo esperado. Prematuro.

Prematuro, según la RAE, deriva del latín praematūrus, y tiene distintas acepciones: Entre ellas, puede ser algo que no está a la sazón, en su punto justo de madurez. Algún suceso que ocurre antes de tiempo, y en esta línea, un bebé nacido antes del término de gestación[1].
¿Qué es el término de gestación[2]?

Según la OMS, hablamos de un bebé prematuro cuando su nacimiento sucedió con anterioridad a las 37 semanas de gestación.

Entonces si hablamos de un bebé prematuro, hablamos de que algo sucedió antes de lo previsto, antes de lo planeado e imaginado; y eso conlleva a distintos escenarios, tanto para ese bebé, para esa díada, esa familia y su contexto.

Suelen aparecer sensaciones ambivalentes: algunas veces sorpresa, en otras oportunidades miedo, especialmente ante lo desconocido y no previsto, ante el encuentro de aquello que sucedió que confronta los tiempos reales con los tiempos imaginados. Dependiendo del caso, puede aparecer temor por la salud de ese pequeño ser. Distintas emociones, a veces encontradas: ansiedad, ilusión y desesperanza, alegría y tristeza; pero por sobre todo una intensa incertidumbre.

Ya nada es previsible ni controlable, y la imagen de ese bebé que hasta entonces yacía plácido en el vientre, se nos aparece de otro modo, conectado a distintos artefactos que muchas veces le posibilitan continuar con su desarrollo, ahora de manera extrauterina.

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La imagen más recurrente suele ser la de un bebé sólo en una cunita de neonatología, y la de una mamá/ pareja que tiene que comenzar a pensar en la posibilidad de desprenderse y dejarlo, ya sea para poder dormir unas horas y descansar, o incluso muchas veces para poder ocuparse de otros hijos.

Es una situación de estrés difícil de transitar.

Incluso cuando se puede prever un parto prematuro, aunque los padres hayan transitado por una preparación previa, el impacto de vivir la experiencia los interpela de formas no previsibles.

El estrés se produce cuando una situación del entorno es evaluada como amenazante, y la percepción del individuo es que no cuenta con los recursos para atravesarla. Si bien la respuesta ante el estrés es distinta en cada sujeto, se han encontrado semejanzas entre los padres y cuidadores de bebés internados en UCI (Unidad de Cuidados Neonatales): “Entre las manifestaciones emocionales se destacó inestabilidad emocional con predisposición al llanto, en la dimensión conductual los cambios de hábitos con descuido de la apariencia personal; y por último, en relación a las manifestaciones cognitivas, los padres destacaron la pérdida de atención en la visita a sus hijos, provocada por los ruidos de alarmas y equipos”[3]. La que se ve más afectada por estos síntomas suele ser la madre, y probablemente esto se deba no sólo a que pasa más tiempo en la UCI, sino también a la incomodidad por los síntomas físicos post parto (los cuáles suelen ser más luego de una cesárea) y los desajustes hormonales.

Diversos estudios indican que los padres que transitan una internación en la UCI están más vulnerables a síntomas como el estrés y la depresión. En este marco, a la crisis vital que implica todo nacimiento, convertirse en ma/ padres, se le suma la crisis situacional de tener a su hijo/a recién nacido en cuidados neonatales.

Inmersos en esta situación, puede ser difícil para los padres y cuidadores poner en palabras algunas de las tantas emociones que están transitando, pensar qué preguntar a los profesionales que atienden al bebé, interpretar los informes médicos e incluso participar activamente de sus cuidados.

En este contexto cobra mayor relevancia la necesidad de contar con profesionales de la Salud Mental que puedan estar disponibles desde el primer momento para contener y sostener a quienes transitan por esta experiencia, intentando que la misma sea lo más llevadera posible; facilitando no sólo un espacio de escucha sino también de intercambio con otras personas que pudieran estar en la misma situación.

Este recurso se vuelve crucial cuando ya no se trata de un bebé que está unos pocos días en Neonatología, sino cuando la estadía se vuelve prolongada… Cuando se sabe de antemano que el bebé pasará semanas/ meses allí o incluso cuando no se sabe cuándo estará en condiciones de ser dado de alta. Es necesario entonces poder desplegar estrategias conjuntas entre los diferentes agentes de Salud, ya sea psicólogos, puericultoras, cuerpo médico, enfermeras; articulando si es posible con familiares o amigos que puedan contribuir al armado de una red de sostén y acompañamiento para estas familias. Se trata de pensar el mejor modo posible de “estar en neo” para cada bebé y cada familia, teniendo en cuenta las particularidades de cada caso.

Los espacios de escucha colectivos se tornan muy importantes, ya que el estar con otros en la misma situación suele ser de mucho alivio, y los lazos que ahí se forman suelen hacer que el pasaje por UCI sea menos solitario y más tolerable.

A las complicaciones propias que enfrentan los padres de bebés prematuros se suman dos grandes complicaciones:

Por un lado, las producidas por la falta de leyes que contemplen licencias diferenciadas y remuneradas para los padres y madres que atraviesan por un nacimiento prematuro.

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Por otro, las restricciones que imponen la mayoría de clínicas y hospitales -ya sea en el ámbito público como en el privado- para que mamás y papás puedan tener acceso irrestricto para estar con sus bebés (sobre todo en infinidad de casos en los que el cuadro clínico lo permite).

Aparece con mucha frecuencia el incumplimiento de la Ley Nacional 25.929, que regula los Derechos en el Nacimiento de Padres e Hijos, donde se establece el derecho de los padres al “acceso continuado a su hijo o hija mientras la situación clínica lo permita, así como participar en su atención y en la toma de decisiones relacionadas con su asistencia”[4].

Este último punto contradice lo que sucede en muchas instituciones, donde el acceso a la UCI es regulado por horarios pre establecidos y rígidos; lo cual interfiere en el vínculo, dificulta la lactancia materna y obstaculiza que los padres se ocupen de los cuidados del bebé. Los hermanos, los abuelos y la familia extendida muchas veces no tienen posibilidad de vincularse con el bebé sino a través de fotografías o filmaciones, lo cual limita su implicancia y la posibilidad de funcionar como red de sostén para los padres durante y después de la internación.

//Un recurso posible//

En 1978, Edgar Rey, un pediatra colombiano preocupado por los problemas surgidos a raíz de la escasez de incubadoras y el impacto de separar a las mujeres de los recién nacidos en unidades de cuidados neonatales, desarrolló el Método Madre Canguro (MMC), una técnica de atención de salud para lactantes de bajo peso al nacer que es tan eficaz como la atención tradicional en una unidad de cuidados neonatales[5].

De acuerdo con el MMC, los bebés que pesan 2000 gramos o menos al nacer y que no pueden regular su temperatura corporal permanecen con su madre. Las madres mismas sirven de incubadoras, fuente principal de estimulación y alimentación. Se acomoda a los recién nacidos pegados al pecho de la madre en contacto piel a piel y se los mantiene en posición vertical las 24 horas del día. Las madres pueden compartir el papel de proveedora de la posición canguro con otras personas, en especial, con el padre del recién nacido, sin alterar las rutinas de lactancia materna. El cuidador duerme en posición semi-sentada.

La evidencia respalda la eficacia y seguridad del MMC en recién nacidos prematuros estables, a la vez que ofrece las condiciones ideales para que los bebés se desarrollen, aumenta la participación y la capacidad de los padres y contribuye al proceso de curación. Además, el MMC brinda cuidados de calidad a una fracción del costo de la atención convencional y puede ponerse en práctica en diversos establecimientos en los distintos niveles de atención.

A pesar de que este método cuenta con casi 40 años de antigüedad y de practicarse en distintas partes del mundo con altísimos resultados, aún no hay leyes que reglamenten ni lo promuevan en los distintos programas de Cuidados Neonatales.

El desafío es seguir promoviendo este recurso, especialmente beneficioso tanto para el establecimiento temprano del vínculo mamá- bebé como para la pronta recuperación de ambos.
Lic. Natalia Gulman

Lic. Carolina Mora

Lic. Carolina Sujoy

[1] http://dle.rae.es/?id=U0yTWT3

[2] http://www.who.int/features/qa/preterm_babies/es/

[3] Caruso, Agostina, Mikulic Isabel María, “El estrés en padres de bebés prematuros internados en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales: Traducción y adaptación de la escala parental stressor scale”

[4] Ley Nacional 25.929

[5] http://www.paho.org/hq/index.php… -care&catid=6601%3Acase-studies&Itemid=40275&lang=es

SEMANA MUNDIAL DEL PREMATURO 2016 (14 a 19 de Noviembre)

Este año lanzamos la campaña de concientización sobre la prematurez, desde Nacer Juntos y  Delpinofotografia. Gracias a todas la familias que participaron!

Quisiéramos aprovechar la oportunidad para reflexionar sobre las implicancias del nacimiento prematuro, no sólo en relación a la salud de los bebés que nacen antes de tiempo sino también a la de sus familias, que pasan días, semanas, meses acompañando el crecimiento de sus hijos en el Servicio de Neonatología, servicio que hace a su vez de incubadora psíquica de madres y padres, en tanto es allí donde pueden encontrar – en los mejores casos – contención psicoemocional y sostén.

Es preciso involucrar a las familias, facilitar al máximo la permanencia de las madres y los padres en Neonatología, que su acceso al servicio sea irrestricto, lo que implica que puedan estar con sus hijos sin horarios pre establecidos.. Hacerlos partícipes de los cuidados a su bebé, acompañarlos en este difícil momento, ofrecer sostén emocional y facilitar su empoderamiento para que puedan tomar las decisiones que estén a su alcance. Subjetivar al niño, que no sólo es objeto de cuidados médicos, sino también un Ser que necesita ser hablado, mirado, tocado, sostenido, acariciado. Llamarlo por su nombre, hablarle mientras se realizan procedimientos. Subjetivar a las madres y padres, nombrarlos, darles lugar para expresar sus sentimientos ambivalentes, alegría pura por la llegada de sus bebés e incertidumbre, angustia, dolor, ansiedad, estrés. Ofrecerles información completa en términos sencillos sobre el estado de salud de sus chiquitos, favorecer el contacto piel con piel y la lactancia materna siempre que sea posible, facilitar el trabajo conjunto con los profesionales reforzando el papel central de la pareja parental. Incluir a los hermanos mayores, en caso de que los hubiera, ofrecer días de visita de hermanos brindando apoyo emocional por parte de los profesionales del área de psicología y también permitir visitas a los abuelos y tíos, ofreciendo la oportunidad a todos los miembros de la familia de establecer un vínculo con el bebé y de implicarse activamente.

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Para favorecer los cuidados de los padres hacia los bebés ingresados en neonatología, al igual que el vínculo m/paterno-filial, es importante que las instituciones puedan contar con residencias para madres. Estos espacios permiten a las mamás estar cerca de sus bebés, disponibles para sus cuidados, y favorecen la lactancia materna. Asimismo, las madres pueden encontrar un espacio de contención junto a otras mujeres que están atravesando la misma experiencia y esto les permite sostenerse mutuamente y compartir recursos.

“Los profesionales tenemos como reto buscar otra mirada hacia el gran prematuro que la puramente médica centrada sobre los aspectos físicos. Ayudar a los padres a escapar del ruido de las máquinas, de los comentarios técnicos, para observar el cuerpo de su bebé y sus manifestaciones. Darle una existencia psíquica en un lugar donde es tan difícil que la haya como en un hospital. Posteriormente, ayudarles a ir descubriendo al bebé sano y vital (ideal) que deseaban tener, en una suerte de nuevo nacimiento feliz, que enriquezca su mundo representacional sobre el hijo” (González-Serrano, 2010, en Ibone Olza, 2014).

Cuidar del exceso de estímulos, procurando filtrarlos, atenuando luces, disminuyendo sonidos disruptivos, minimizando intervenciones, incluyendo a los padres siempre que fuera posible: las investigaciones han demostrado que el contacto piel con piel con las figuras de apego y el oír la voz de la madre/padre disminuye el estrés asociado, protegiendo al prematuro. Fomentar también la lactancia materna como recurso para disminuir y atenuar la respuesta al dolor ante procedimientos médicos. Por otro lado, es vital cuidar el vínculo m/paterno-filial y fomentar interacciones sanas y protectoras.

Es importante favorecer el vínculo de hermanitos y abuelos con los bebés hospitalizados. Muchas instituciones cuentan con “día de abuelo” y “día de hermanos” como estrategias para incluir estos vínculos. Esta estrategia permite también fortalecer las redes de sostén familiares que serán claves durante el alta y la vuelta a casa. Cuanto más implicada está la familia extendida, más seguros se sentirán al colaborar con los cuidados del bebé fuera del hospital y esto brindará tranquilidad y mayor posibilidad de descanso a los padres.

“Las intervenciones tempranas centradas en la familia durante la hospitalización neonatal y en la transición al domicilio han demostrado disminuir el estrés y la depresión materna, mejorar la autoestima maternal y mejorar las interacciones tempranas entre padres y sus bebés prematuros (Browne & Talmi, 2005; Shaw et al., 2013). Todavía son muy escasas las intervenciones dirigidas a atender la salud mental de las familias de los recién nacidos hospitalizados en la población de nuestro entorno (González-Serrano, 2010; Tarrago Riverola, 2003).” (Olza y Colaboradores, 2014).

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Los padres y las familias que atravesaron por la experiencia de un nacimiento prematuro coinciden en resaltar lo importante que fue rodearse de otros padres en la misma situación: los pasillos, la unidad neonatal y las residencias para madres funcionan como espacios en los cuales socializar los miedos, las incertidumbres, las tristezas. Espacios donde acompañarse, donde las familias se sostienen mutuamente, se alegran de los avances de los otros y se abrazan ante el dolor, hermanados por una misma lucha: ver a sus hijos salir adelante. Asimismo, las familias recuerdan cómo la actitud de los profesionales de la salud con los que se han cruzado influyó durante el proceso de internación e incluso en la vuelta a casa. Sentirse escuchados por los profesionales, comprendidos en sus dudas, alentados a implicarse en los cuidados y valorados en su función parental es de vital importancia para atravesar esta crisis disminuyendo el estrés.

Volver a casa con el bebé en los brazos y el bolso lleno de miedos, el estado alerta, el ritual de controlar la respiración y temperatura, no es sencillo, es un enorme desafío que atraviesan todas las madres y los padres que vivieron la experiencia de la internación en neonatología. El tiempo, el sostén de la familia y amigos, el acompañamiento del pediatra y los profesionales referentes y la mismísima experiencia de convivir con su hijo en la rutina cotidiana les brindarán poco a poco la convicción de sentirse seguros y capaces de cuidar y disfrutar de su hijo/a plenamente.

Abrazarte antes de tiempo es amarte para siempre.

Natalia Liguori y Carolina Mora
Nacer Juntos- Psicología Perinatal

Duelo gestacional y perinatal

La temática del duelo gestacional y perinatal constituye un tabú para nuestra sociedad occidental. De eso no se habla, no hablan los profesionales de la salud,no hablan los medios de comunicación, no hablan las leyes, se acalla a los padres que están viviendo este dolor. Familiares y amigos, no saben cómo enfrentar esta situación, y surge el vacío del  silencio.
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La muerte que ocurre  en el útero durante la gestación del embrión o la muerte fetal  temprana (primer y segundo trimestre) se denomina pérdida gestacional. Hablamos de pérdida perinatal cuando la muerte ocurre en  el tercer trimestre, durante el parto o los primeros 7 días luego del nacimiento. Cuando la muerte ocurre durante los 7 y 28 días tras el nacimiento se denomina muerte neonatal tardía. Recibir la muerte cuando esperamos la vida, dice Mónica Álvarez, psicóloga especialista en duelo gestacional y perinatal, es un hecho para el cual nadie esta preparado. Marca a fuego a la mujer  y su pareja, es la pérdida de la inocencia, de la idea de que «todo saldrá bien y dela certeza de que como producto de un embarazo llegará un bebé sano y feliz.
La falta de validación social del dolor en las pérdidas tempranas es inmensa y dificulta en gran medida el proceso del duelo. Las mujeres deben retomar sus actividades laborales con rapidez, ya que no se reconoce una licencia acorde a las condiciones del duelo. Volver a la rutina y «hacer como si nada» es una exigencia del entorno. Para el padre es doblemente difícil expresar sus sentimientos ante la pérdida, ya que al no haber vivido sobre su cuerpo el proceso aún se valida menos su dolor e incluso a ellos mismos les cuesta reconocerlo.
Al dolor de las pérdidas más tempranas se le suma el no reconocimiento legal, ya que en nuestro país no es posible la inscripción en el registro civil como hijos del matrimonio, para así poder ponerle un nombre e incluirlos en el linaje familiar. A esto  se suma el poco cuidado que se tiene desde las instituciones médicas, ya que muchas son las familias a quienes les entregan el cuerpo de sus hijos en la sección de «residuos patologicos».
Recibir y trasmitir la noticia
Cuando se confirma la detención del embarazo o la muerte fetal, las mujeres suelen enfrentarse con momento de inmenso shock emocional. La idea de estar gestando vida en su interior, de estar habitadas por lo más hermoso y preciado da lugar ahora a la sensación de desconocimiento y extrañeza, incluso a la fantasia de monstruosidad. Es un sentimiento intenso, dificil de procesar en lo inmediato que puede generar diversas reacciones. En algunas mujeres aparece la urgencia por acabar con todo el proceso y no soportan un segundo más convivir con la muerte en su interior, y las lleva a solicitar un legrado o intervención. Generalmente este pedido es aceptado sin cuestionar o acompañar con otras alternativas posibles, y muchas veces esta urgencia no permite generar un espacio de despedida, el duelo se posterga y reaparecerá en otras circunstancias.
Otras mujeres necesitan un tiempo de despedida o prefieren que el proceso se produzca lo más fisiológico posible y es en estos casos cuando más se dificulta el ser escuchadas por el personal medico, quien trae la prisa consigo de la mano de la medicalización y el intervencionismo. Numerosos estudios detallan la posibilidad del manejo expectante del aborto, avalando su viabilidad en casos donde no hay urgencia médica, pero muchas veces no es una opción tenida en cuenta o comunicada por los profesionales tratantes. Es importante tener en cuenta, que cual sea el método elegido, la prisa y el no respeto por la intimidad en la despedida dificultan y entorpecen el proceso del duelo. Tristeza---op
Sin dudas para el personal médico esta situación es de una angustia enorme, y es ocultada bajo la urgencia del intervencionismo y  el tecnicismo en el lenguaje como formas de no conectarse emocionalmente con la perdida.
 ¿Cómo podría el personal medico contribuir a que la despedida sea lo más saludable posible?
-Dirigirse siempre a los padres y a la mamá llamándola por su nombre: evitar infantilizarla con apodos como «mami», etc.
-Evitar la internación en el área de maternidad, no imaginan lo desgarrador que puede ser para unos padres que se están despidiendo convivir con otros que están en el encuentro, intentar en lo posible encontrar una habitación individual donde puedan estar en intimidad.
-Ofrecerles un tiempo a solas cuando reciben la noticia, silencio en vez de avasallar con información técnica o de procedimientos.
-Ofrecer información en términos sencillos sobre los distintos procedimientos posibles según la situación particular: manejo expectante (si este es posible), legrado, inducción al parto, etc. Permitir a los padres estar acompañados por alguien de su confianza a la hora de recibir esta información y durante todo el proceso. Chequear en un segundo momento la comprensión de la información, volver a explicar si es necesario y permitir hacer preguntas.
– No apurarlos a decidir inmediatamente si no es una situación de urgencia, seguramente estarán en un estado de shock.
-Convocar al servicio de psicología  del hospital para ponerse a disposición y colaborar con la situación.
-Preguntar a los padres qué necesitan y cómo les gustaría despedirse del bebé
-Una vez finalizado el proceso médico, ofrecer a los padres ver los restos y conocer a su bebé, esto ayuda a disipar fantasías al respecto. Si el cuerpito presenta alguna malformación evidente o esta muy dañado pueden verlo envuelto en una mantita o con un gorrito, incluso a través de una fotografía si así lo prefieren.
-Colaborar para realizar todos los estudios necesarios que puedan determinar las causas de la perdida. Muchas veces no surgen causas medicas,pero es importante para esa familia el intento de descartarlas. Todos necesitamos conocer el por qué de la muerte, o al menos intentarlo.
-Evitar denominaciones despectivas en relación a  los restos del bebé, en lo posible llamarlo por el nombre elegido.  Recordar que por más pequeño que sea, para esos padres representa lo más preciado. No nominar como «residuo patológico» ni similares.
-Brindar opciones posibles para el manejo de la subida de la leche (si es que ocurre). Permitir siempre que sea la mujer quien decida qué opción quiere tomar: cortar la subida de la leche con medicación y  descongestionando los pechos con extracción manual; utilizar medicación y además los vendajes; solamente manejar la subida descongestionando el pecho manualmente hasta que se retire la leche por si sola o bien donar esa leche a bancos de leche humana (esta última opción es la más difícil de llevar a cabo ya que genera controversias en los profesionales de la salud).
-Es de suma importancia que se establezcan protocolos para la atención del aborto que protejan la integridad física y emocional de las mujeres, para que no se incurra en violencia obstétrica la cual dificultara aún mas el proceso de recuperación.
El duelo gestacional es uno de los duelos más acallados socialmente.  Muchas veces la reacción más común, al no saber qué hacer, es ignorar el dolor de los padres, silenciarlo, minimizarlo. Otras, surgen palabras que lastiman, se clavan en los corazones y las mentes de quienes las escuchan para siempre: «Eres joven, ya tendrás otro», «Mejor ahora que más adelante», «Mira si tenias un niño con problemas»… Los padres mayormente quedan atravesando ese dolor solos, en silencio, se hace evidente la falta de apoyo y empatía del entorno. Mónica Alvarez en su libros sobre duelo gestacional y perinatal aconseja no decir lo que no diríamos ante otro duelo. Si fallece el padre de un amigo jamás se nos ocurriría decirle «tranquilo, ya tendrás otro».
¿Cómo pueden ayudar los familiares y amigos a enfrentar la pérdida?
-Ante todo entendiendo que el duelo es un proceso personal, con tiempos y vivencias singulares. Entendiendo que, lo que perdieron esos padres es un hijo, la ilusión de los momentos deseados, imaginados, una vida entera juntos.
-Validando los sentimientos. Los padres tienen derecho a sentirse así.
-Acompañanado. No hace falta decir nada, o simplemente un «estoy aquí para lo que necesites». La sola presencia, es sanadora. Si se necesita hacer, pensar en cosas que puedan aliviarles el día a día a los padres: cocinar, ayudar con los quehaceres, etc.
-Ofrecer un oído. Dejar al otro expresar su dolor, llorar, hablar de sus sentimientos, recordar los momentos felices del embarazo… hacer su camino.
-Reconocerlos como padres, aunque su bebé no este con ellos, lo son.
-Sugerir de ser necesario acompañamiento psicológico especializado en duelo gestacional y perinatal.
¿Qué podría hacer el Estado y los empleadores?
-Además de todo lo anterior, es fundamental otorgar a ambos padres una licencia laboral acorde para superar este momento.
-Validar y permitir la inscripción de los hijos fallecidos en los registros civiles, con nombre y apellido.
Para los padres, quienes atraviesan la parte más dolorosa, es importante que puedan tomarse el tiempo que sea necesario para transitar el trabajo de duelo. No sera de una vez y para siempre, habrá momentos de altibajos, recaídas, fechas que marquen ese ritmo, aniversarios que traerán nuevamente al dolor. Pero, aunque sea muy difícil de imaginar, volverán a sonreír, habrá momentos de felicidad, o simplemente de paz. Pedir ayuda, encontrar compañías que sanen, personas que los escuchen, poder hablar con otros padres que hayan pasado por lo mismo puede aliviar. Tener en cuenta rituales que ayuden a procesar la pérdida, cartas de despedida, armar una caja de recuerdos, poner el dolor en movimiento. Escuchar al cuerpo, buscar actividades que brinden placer y alivien. Sobretodo, ser paciente con uno mismo.
Para terminar, cito aqui un fragmento del libro «Las voces olvidadas» de Monica Alvarez:
«Lo esencial es invisible a los ojos. Un embrión es igual al resto de millones de embriones. Pero, de alguna forma, es único, especial, diferente. Como la rosa que cuido el Principito y que se hizo especial para el precisamente por el tiempo que le dedicó, así el pequeño ser que vivió en el vientre de su madre es importante por el tiempo que le dedicó mientras latía en su interior, por ese tiempo que pasó pensando en él, imaginando como crecería la panza, el parto, el bebé soñado. Para parte de la sociedad no es más que un puñado de células muertas por las que no merece la pena gastar ni un segundo más. En cambio para la madre y el padre, es especial, siempre estará en su corazón, y merece que se detenga su vida unos instantes para recordarlo, llorarlo, sentir lo feliz que se fue mientras estuvo vivo en el seno, despedirse de él y dejarlo ir». Las voces olvidadas
Lic. Carolina Mora
lic.carolinamora@gmail.com
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ERA EN ABRIL (Argentina) Apoyo a mujeres que sufrieron una muerte intrauterina o gestacional y familiares
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Libros
– Mónica Alvarez: «La cuna vacía» y «Las voces olvidadas» libros. Página de consulta: http://duelogestacionalyperinatal.com/
– Explicame que ha pasado. Libro para ayudar a los niños a superar un duelo: http://www.fundacionmlc.org/actualidad/noticias/publicacion-guia-menores-duelo/