¿Alguna vez se lo preguntaron?
¿Qué se necesita para criar con respeto?










¿Alguna vez se lo preguntaron?
¿Qué se necesita para criar con respeto?
«Estoy muy angustiada» (comparto aquí con permiso, en este caso es una mamá pero podría suceder a un papá).
Ella había gritado tanto y tan fuerte, que su niña mayor se escondió debajo de la mesa del miedo y su bebé se tiró en la cama a llorar completamente desconsolado. Me contó que su bebé se dos años había escrito y roto un papel importante de un trámite, que estaba a mano por un descuido.
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¿Qué había la llevado ese desborde?
No era el comportamiento de sus hijes, sino su propia frustración.
Ese grito venía a modo de descarga, a poner afuera, algo que no había logrado gestionar en si misma.
Estaba sumamente triste, no era la primera vez que les gritaba, pero está vez fue más fuerte y agresiva.
Sentía vergüenza de sí misma, ya que trataba de aplicar la «crianza respetuosa».
«Desde que tengo dos, que no puedo ser tan paciente como antes, ahora soy mala mamá» me dijo. ¿Era mala madre? Claro que no, está frase era un auto castigo que se imponía. Lo que sucedía es que con el nacimiento del segundo (pandemia, sobrecarga de cuidados, cansancio) le costaba más gestionar situaciones de estrés.
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Me contó que se dedicó largo y tendido a hablarles, que les pidió perdón, les dijo que nadie tenía derecho a tratarles así y que nada era su culpa.
También les contó que ella aprendió a gritar de su abuela materna (su propia mamá), que se ponía nerviosa con facilidad.
A ella le hace un «click» cuando su hijo mayor le dice, entre un llanto desbordado:
«Yo no quiero aprender de vos a gritar, porque no quiero gritar si tengo hijos cuando sea grande».
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El fue capaz de identificar como se van reproduciendo ciertas prácticas (si no hacemos algo distinto).
A veces no somos conscientes de que cada día con nuestras conductas estamos modelando un saber sobre lo que es ser mamá (o papá).
Estos aprendizajes calan hondo, pero podemos trabajar en nosotras y nosotros para transformarnos, aprender a gestionar mejor nuestras emociones y canalizarlas de modo que no sean destructivas. Identificar nuestras necesidades y crear redes que sostengan y nos permitan un descanso en la ardua tarea de criar.
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¿Gritas mucho? ¿Te gritaron? La imagen es de @isolmisenta El globo
Y recomiendo el libro «El día que mamá se convirtió en dragón»
El apego no depende de dar teta (ni de colechar, ni de portear, etc…).
Se puede tener un vínculo de apego muy saludable sin que se realicen estás prácticas de crianza, siempre que los cuidadores primarios respondan sensiblemente a las necesidades de sus hijos e hijas. Hay herramientas que fisiología nos da, pero no son las únicas ni garantizan por si mismas un apego saludable.
El apego existe siempre, es una necesidad de la cría buscar alguien que le brinde protección y seguridad.
Claro que hay etapas en que los bebés sobretodo necesitan mucho contacto físico, pero a no confundir: apego no es estar «pegados».
El apego seguro también requiere de distancias «óptimas», esas que permiten la exploración y autonomía.
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El apego no depende unilateralmente del tipo de nacimiento, ni de la forma de alimentación, ni de cuánto dura la lactancia…
En la construcción del apego inciden múltiples variables, como en todo vínculo. Es fundamental para los bebés, niños y niñas (y todas las personas) sentirse bienvenidos, reconocidos como un otro con deseos y necesidades propias, valorados en su diferencia y amados. Todo eso puede ofrendarse de muchos modos, en el día a día de la relación. Implica, sobretodo, tiempo e intención consciente de cuidado respetuoso y oportuno.
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El apego se establece al comienzo con el cuidador/los cuidadores principales (1 o 2 personas) y a medida que crecen van pudiendo establecerlo con más del núcleo íntimo y cotidiano. El apego puede ser distinto con mamá que con papá por ejemplo. No significa que uno sea mejor que otro.
Ser figura de apego implica poder interpretar qué necesita esa personita y encontrar la mejor manera posible de ofrecerlo. Si, también a veces implica equivocarnos, porque el apego seguro también admite fallas. No solo es importante lo que pasa una vez, sino aquello que se repite día a día y va dejando huella.
Los vínculos se construyen y son dinámicos, se puede aprender, revisar, trabajar en terapia e intentar reparar. Nunca es demasiado tarde para intentarlo.
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¿Qué mitos conoces sobre el apego?
*Obviamente del apego (y sus varios estilos) hay mucho más para decir, pero no entraría en este post.
Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com
Perseverancia
Deseo
Convicción
Para el destete se necesitan las mismas cosas que para establecer la lactancia. Porque el destete es parte de la lactancia. Es por eso que muchas veces cuánto más costo establecerla, más cuesta el destete.
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Muchas veces alguna de estas cosas no está. Muchas veces la mujer lo desea pero no está convencida, siente que su hijo no está listo o siente que ella no lo está, por ende el destete no se da.
Muchas veces la mujer lo desea y está convencida, pero no puede sostener el proceso. Se le hace difícil perseverar en ofrecer alternativas, se le hace imposible tolerar la frustración de su hijo o hija.
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Está bien, tal vez no sea aún su momento.
Ahora sí sentís que lo deseas, no sabes el modo de encontrar la convicción para sostener el proceso o bien te cuesta la perseverancia, es importante trabajar en una consulta sobre tus emociones.
Cómo siempre les digo, el destete (cómo otros aspectos de la crianza) no se trata de fórmulas ni de tips. Se trata de bucear en nuestro interior, de ser honestas con nuestras posibilidades y realidades, de bancarnos el deseo de destetar (o el no deseo de amamantar) y trabajar en nuestros recursos emocionales.
Un destete respetuoso se basa en la honestidad, en aceptarnos con nuestras posibilidades y en hacernos responsables, no culpables.
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¿Les costó establecer la lactancia? ¿y el destete?
Les dejo link para comprar el taller, es 100% online y se puede ver las veces que quieras y a tu ritmo
https://www.criarentribu.com/talleres/detalle/16
Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com
En algún momento como familia nos vemos en la situación de delegar el cuidado de nuestros hijos e hijas. Algunas antes o tras más tarde, a veces por cuestiones laborales y otras para poder hacer actividades de disfrute o cuidado personal, nos encontramos con la situación de elegir quién o quienes cuidarán a nuestro bebé. .
. ¿Cómo elegir a esa persona? ¿Qué tener en cuenta? ¿Qué es preferible la guardería, un familiar o una niñera?
Estas preguntas soló puede responderlas cada familia. No hay formúlas mágicas ni recomendaciones generales, asi como no hay dos familias ni dos bebés/niños iguales. Lo que para unos funciona, para otros puede no hacerlo.
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El momento de tomar estás decisiones suele generar muchos miedos. Si responde a la necesidad de volver al trabajo y la mamá o el papá aún no deseaba hacerlo, es un momento que genera mucha ansiedad y sentimiento de culpa. Lamentablemente sabemos que las licencias laborales no contemplan los tiempos subjetivos ni las necesidades de los bebés y en este contexto la diada se ve forzada a una separación impuesta. Esto suele complejizar el momento de encontrar cuidadores ya que se entremezclan estas emociones. .
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Si implica retomar un trabajo que disfrutan o alguna actividad de desarrollo personal (ocio, estudio, hobbies) la separación suele enfrentarse con más motivación a pesar de que igualmente aparezcan la ansiedad, el miedo o la culpa. .
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Lo importante es saber que esas son emociones esperables y que no pueden evadirse o saltarse: hay que atravesarlas y aprender en familia de esta nueva etapa. #Mamá o #papá aprenderán que su bebé o niño puede adaptarse a ser cuidado por otras personas y que esto no daña su #vínculo con él, incluso aprenderán que es saludable y necesario contar con espacios propios para volver a casa extrañándolo. El bebé o niño aprederá que si bien al comienzo es difícil, puede disfrutar de vincularse con otras personas y que con cada una de ellas comparte algo nuevo. .
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Niñeras
A la hora de elegir #niñeras/#cuidadores debemos saber que nadie les cuidará igual que nosotros.
Cada persona tendrá su propio estilo y su propia forma de vincularse con el bebé: lo dormirá de otra manera, jugarán a cosas distintas, etc. Esta diversidad de modos de vincularse enriquece mucho las relaciones y aporta flexibilidad a su carácter. .
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Cada familia tendrá que evaluar qué es lo que prioriza o qué atributos valora a la hora de elegir quién cuidará a sus hijes: ¿que viva cerca de la casa? ¿que estudie o tenga una profesión a fin a la infancia? (por ej estudiante de maestra), ¿ rango de edad?, ¿Qué cuente con referencias o recomendaciones?.
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Realizar entrevistas para poder conocer a las personas interesadas y elegir a quién consideramos (o intuimos) puede tener más afinidad con los atributos que buscamos y también con nuestro hijo o hija. Siempre es conveniente establecer un periodo de prueba y de adaptación mutua.
El periodo de adaptación no tiene un tiempo pre fijado sino que cada familia lo debe organizar, teniendo como parámetro las posibilidades reales de hacerlo y también como va evolucionando el vínculo del niño con la persona cuidadora.
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Al comienzo es recomendable pasar tiempo los tres: mamá/papá, cuidador/a y bebpé/niño/a. Este tiempo permite establecer la confianza necesaria para que la persona (ahora extraña) se transforme en alguien familiar y para poder transmitirle cuales son las rutinas y los hábitos del bebé/niño/niña.
Cuando van avanzando los encuentros puede que mamá o papá empiecen a salir de la escena por momentos, ir a otro cuarto por ej para permitir que haya momentos de intimidad entre cuidadora y bebé/niño. Luego empezar a salir de casa, al comienzo por periodos de tiempo más reducidos que se irán incrementando.
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Recomiendo que sea paulatino y despedirnos cuando nos vamos. Es esperable que ellos manifiesten su desagrado a través del llanto, el objetivo no es que nuestro hijo/a no llore con su cuidadora en nuestra ausencia, sino que aprenda a calmarse .A medida que vayan forjando el vínculo de apego irán disfrutando el tiempo juntos.
El adultocentrismo es un término que describe el fenómeno donde se priorizan los deseos de los adultos por sobre las necesidades de los niños y niñas. Desde este enfoque ellos deben hacer todo el esfuerzo de adaptación a la vida adulta. El infante es un ser pasivo a moldear, a través de la frustración a sus deseos y la disciplina externa.
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Ahora bien ¡No todo es adultocentrismo!
Las madres, los padres y cuidadores tenemos necesidades propias y tan válidas como las de bebés, niños y niñas.
Tenemos derecho a expresarlas e intentar satisfacerlas, obviamente sin que esto implique una negligencia en el cuidado de nuestros hijos.
También tenemos derecho a cansarnos, a fastidiarnos, a enojarnos, a quejarnos de nuestra tarea de criar, a decir ¡Hoy no soporto más! y eso no significa que dejemos de amarles y cuidarles con dedicación.
¡Y es que es de lo más ambivalente el amor materno/ paterno filial! .
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Todas las personas que criamos nos sentimos agotadas a veces, tenemos momentos de desear que se duerman a pesar de que quieran seguir jugando, necesitamos que se «nos despeguen» un rato, quisiéramos poder estar tranquilas o al menos un poco de silencio para escuchar nuestros propios pensamientos, un tiempo para ir al baño en paz y ocuparnos de nuestros asuntos.
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Si como cuidadores nos permitimos registrar también nuestras necesidades y deseos e intentar satisfacerlas sin culpas y darnos un tiempo para ello, seguramente nos transforme en personas capaces de criar con mas disfrute y «resto emocional» para encarar los momentos difíciles. .
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Cómo dice mi colega y amiga @psinliguori, el Vinculocentrismo es el paradigma que cuida a la famila, poniendo el foco en la calidad del vínculo y validando las necesidades de ambas partes. .
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A ustedes ¿Les cuenta el balance entre sus necesidades y las de sus peques?
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Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com
Una frase que escucho con frecuencia en las consultas (y que a veces digo yo también sin querer) es «no quiero dejarlo llorar».
¿Qué es es dejar llorar? ¿Qué implica en la fantasía de una madre el llanto?
En primer lugar estamos todas bastante complicadas porque no podemos evitar que lloren.
El llanto es una forma de comunicación, una de las más primitivas que tienen bebés y niñxs. A través de el expresan malestar, enojo y frustración. Todos los bebés lloran, por qué si no ¿Cómo nos comunicarían estos sentimientos?
Por supuesto que muchos niños más grandes también lloran, nosotras también lo hacemos. En esos casos el llanto expresa una emoción que nos supera tanto que a veces no encontramos palabras y que necesita ser descargada.
Así que es imposible evitar que nuestrxs hijxs lloren en algún momento.
Muchas madres me dicen que evitan transmitir ciertos límites para evitar que lloren. En estos casos estamos generando un problema cuando no lo hacemos, ya que los límites son necesarios, les brindan seguridad al ser las normas previsibles de lo que es posible y lo que no.
La clave creo es no enfocarnos en «no dejarlo llorar» cómo meta, porque eso además de imposible no sería sano, sino pensar en cómo acompañarles en ese llanto para ayudarles a encontrar la calma. Saber que no están llorando en soledad, en abandono, sino que estamos ahí para contenerles. Ayudarles a poner en palabras como se sienten, abrazar, mimar, aupar y todas las variantes que se nos ocurran.
Nunca es buena idea tenerle miedo al llanto y menos evitar comunicar un límite por ello.
Aprender a tolerar la frustración de nuestrxs hijxs es parte de la crianza.
Lic. Carolina Mora
Psicóloga Perinatal y en crianza
01155641995
Escribir esta entrada es una de las cosas más difíciles que me tocó, ya que no es sencillo intentar describir las sensaciones que viven los hombres cuando se convierten en padres, sin serlo. Voy a tomar de ayuda la experiencia de mi compañero y de todos los hombres que de forma generosa han compartido conmigo esta vivencia.
Sencillamente cuando hablamos de hijos, casi de forma inmediata mencionamos a las madres. Desde el embarazo mismo, es muy fácil caer en el error de «borrar» al padre de escena. Hay miles de libros y artículos acerca de qué es ser madre, los cambios que vivimos las mujeres en nuestra maternidad pero realmente muy poco refieren a la experiencia de la paternidad. Lo mismo ocurre con los espacios: curso de pre parto (para que la madre se familiarice con la lactancia, el pujo), grupos de la liga de la leche, tribus de mamás….¿y los papás qué?
Sergio Sinay, en su libro «Ser padre es cosa de hombres» plantea que » Los padres no nacen. Se hacen….Que los padres se hacen significa que ninguno de los varones que existieron, que existimos y que existirán en el curso de la historia humana nacieron sabiendo cómo ser padres. El simple hecho de ser capaces de procrear no nos convierte automáticamente en padres». En este punto, cabe aclarar que desde una perspectiva compleja tampoco el hecho de vivir una gestación nos convierte en madres. La paternidad, al igual que la maternidad, son roles a construir. ¿Cómo? en el vínculo con nuestros hijos.
¿Que las mujeres nos lo tenemos más sencillo? Bueno, una parte de esto es cierto. Los 9 meses que llevamos en nuestro viente a nuestro hijo nos ofrecen la posibilidad de vivir una conexión previa, que además está acompañada de mecanismos hormonales complejos que hacen que se instale en situaciones de salud, el apego a la cría. Aún con todo este escenario a favor, algunas mujeres no logran construirse en esa nueva constelación maternal de la que habló Stern. Claro que los padres también comparten estos nueve meses, de un modo subjetivo y distinto. A medida que va creciendo el viente van tomando cada vez más dimensión de que allí, efectivamente, crece también una vida. Pero la gran mayoría de hombres coincide en señalar el momento del parto, como el momento en el que caen realmente en la cuenta de que sus vidas cambiará para siempre.
Es que la llegada de un hijo constituye un momento tan trascendental y único que pone de cabeza nuestro mundo como lo conocemos, y sobre todo desordena y re configura todos los roles que estábamos acostumbrados a ocupar. Necesariamente requiere de un proceso psíquico, interno e individual donde se re configuren aspectos centrales de nuestra personalidad, para organizarse en una nueva configuración donde tome un lugar prioritario la actitud maternal y paternal donde tome un primer lugar el cuidado del bebé.
¿Qué se juega en los padres recientes? (y no tanto)
En primer lugar, suele aparecer un fuerte impacto o conmoción. ¿Ése ser tan pequeño, frágil y real es mi hijo? Era cierto! había un bebé dentro! Luego, casi de forma imperceptible suele aparecer el miedo ¿podré tenerlo a upa sin lastimarlo? ¿Sabré cambiar pañales? Todos enfatizan en su rol como apoyo de la mamá ¿sabré hacer lo que ella necesite? ¿qué es eso?
A la par, entre todo este mar de sensaciones que tanto les cuesta a los hombres por lo general identificar y comunicar, aparece la idea de desaparecer! si! salir! necesitan aire! ¿Cuántas hemos escuchado que con apenas un bebé de días el padre organiza una reunión con amigos o se va a jugar al fútbol? Aunque a las mujeres les parezca impensable y muy difícil de entender, ellos necesitan tomar aire, recargar energías para volver a la nube de puerperio y pañales que los espera en la casa.
Convivir de repente con un nuevo rol (el cual están descubriendo de qué se trata) y una mujer en pleno puerperio no es tarea sencilla. Invadidas por la catarata hormonal nosotras estamos desbordadas, enamoradas de nuestro bebé, llorando sin razón, con estallidos de felicidad….en definitiva, si antes no nos entendías, menos vas a poder hacerlo ahora! Las hormonas de la lactancia hacen que la mujer este reacia al encuentro sexual (por un largo tiempo en algunos casos) y muchas veces esto genera incertidumbre en el hombre, ya que antes encontraba en ello una vía de comunicación primordial de la pareja.
En la nota de La Nación, el psicólogo Javier Díaz comenta: «Mucho se habla de la angustia presente en la madre luego del parto: cambios físicos, hormonales, tensión, incertidumbre, dolor físico y psíquico enmarcan ese efecto displacentero de la mamá cuando transita su puerperio -reconoce Díaz-. Pero en ese mismo contexto, y reforzado por las presiones externas del entorno social, los hombres suelen experimentar un cansancio inmotivado, desgano, dificultades para dormir, disminución del apetito y dolores corporales…» Muchas veces cuando emergen estos sentimientos en los hombres no encuentran vía de canalización ni de comunicación. Acostumbrados a expresar poco sus sentimientos y a contener la angustia, suelen quedar acallados y solapados detrás de las obligaciones cotidianas. Los padres no dejan de trabajar, en nuestro país se consideran 3 días de licencia para padres (algo ridículo e injusto) por lo cual la presión de seguir con las actividades y responsabilidades es mucha y no deja tiempo para frenar a conectarse con esta nueva vivencia. Allí es donde muchas veces aparece el síntoma: irritabiliadad, surgen peleas en la pareja, cansancio, insonmio, son algunas de las manifestaciones.
Entonces, la catarata hormonal, los cambios en el contexto familiar, los re ordenamientos vinculares también afectan el estado de ánimo de los padres recientes. Consideramos que al igual que en la mujer, los primeros dos años de vida del bebé son los más críticos para esta catarata emocional. A medida que el bebé va creciendo, ganando independencia de forma progresiva así también los padres y las madres van consiguiendo sentirse más seguros en su rol además de retomar la energía en otros espacios de crecimiento personal (trabajo, estudio, deporte, etc).
El re encuentro de la pareja parental como pareja amante no es tarea sencilla ni se da de un momento al otro. Se irá construyendo (o no) en el día a día, en un entramado complejo de vivencias, pequeños momentos compartidos y mimos fugaces mientras el bebé duerme. Requiere presencia, paciencia y sobre todo espera y una mirada amorosa nueva y llena de creatividad para encontrar esas pequeñas complicidades que hacen a los amantes.
La imposibilidad de expresar la queja, la angustia, la responsabilidad por ser el sostén de una familia, sumado también las presiones sociales y los mandatos familiares (las comparaciones con el propio padre) llevan muchas veces a una situación de desborde. ¿Cómo metabolizar esta experiencia? Intentar respetar los tiempos de descanso, hacer deporte, buscar espacios de comunicación con la pareja, apelar a la red familiar para brindar ayuda y sobretodo, buscar una «tribu» o grupo de pares y donde poder compartir las experiencias y los avatares de construirse como padre. El psicólogo Mauricio Strugo generó un espacio llamado «Y Nosotros También, un taller para padres que puedan reunirse y hablar de lo que les pasa, un lugar donde sea posible resonar a partir de lo que cada uno comparte y, fundamentalmente, de darse cuenta de que no están solos en esto», explica el terapeuta y especialista en pareja y familia» (La Nación, 25/11/15). La consulta individual con una profesional psicólogo o psicóloga puede ayudar a trabajar más en profundidad y acompañar este momento tan especial.
Me gustaría terminar con un párrafo de Sergio Sinay: » Con cada hijo nace un padre. Cada hombre puede mostrar tantas facetas de su paternidad como hijos tenga. O aún a lo largo de su historia con un único hijo. Cada padre nace como padre con sus hijos. No antes. Aprendemos a ser padres. Nos convertimos en padres. También re-aprendemos. También nos re-convertimos».
Lic. Carolina Mora
lic.carolinamora@gmail.com
Miembro de Nacer Juntos y Psicólogas acompañando la Crianza Respetuosa.
Podés consultar:
«Ser padres es cosa de hombres» Sergio Sinay, Editorial del Nuevo Extremo 2012.
«El nacimiento de una madre» Daniel Stern
Nota de La Nación: http://www.lanacion.com.ar/1848561-crianza-los-hombres-tambien-se-deprimen-despues-del-parto
Acompañar el desarrollo de nuestros niñxs.
Contener sus lágrimas, enojos y frustraciones.
Abrazar la dicha de tenerlxs con nosotros.
Mirar profundamente a sus ojos y encontrar allí lo más puro y genuino.
Ofrecernos como alimento para su alma.
Enternecernos con su inocencia.
Vernos reflejados en sus rostros.
Sonreír con sus ocurrencias.
Contener sus llantos.
Comunicar los límites, con respeto y empatía, pero con seguridad.
Brindarles un marco de referencia, que lxs haga sentir seguros.
Calmar sus temores.
Soñar a su lado.
Cuidarlos y protegerlos.
Mostrarles el sentido de lo frío, lo caliente, lo tibio, lo cortante y lo demasiado alto.
Verlos avanzar sin prisa pero con confianza, conteniendo el impulso de sostenerlos para que no caigan.
Dejarlos experimentar.
Tener un poquito más de paciencia.
Pedir ayuda a otros adultos cuando la necesitamos.
Recordar qué sentíamos de niñxs.
Tratarlos como nos gustaría que nos traten a nosotros.
Propiciar nuevos desafíos.
Acariciar con suavidad sus cabellos.
Contarles un cuento inventado.
Repetir mil y una veces la misma canción.
Mirarnos con complicidad.
Portear, que es lo mismo que sostener y amar.
Reír con fuerza juntos!
Vincularnos, interactuar, dejar de lado las pantallas.
Dejar de lado nuestros deseos para ver qué necesitan ellxs
Aprender cada día algo nuevo.
Enseñarles a ver la bondad en las cosas.
Ayudarlos a compartir con otros locos bajitos como ellxs.
Practicar la no violencia, el respeto por sus cuerpos y sus almas.
Encontrarnos con recursos que no sabíamos que teníamos
Encontrarnos haciendo morisquetas o caminando por la calle disfrazados.
Correr tras de sus pasos.
Trepar, saltar, cantar, bailar….
DISFRUTAR de este privilegio inmenso, y esta enorme responsabilidad que es criar un ser único, un pequeño Buda.
ENCONTRARNOS con nuestro niñx interior, abrazarlo y jugar juntos.
Eso es el día del niñx.
Los niños y niñas necesitan que nos animemos a todo esto, todos los días.
Lic. Carolina Mora
Psicóloga
Mail lic.carolinamora@gmail.com
El colecho es una práctica que esta en la mira actualmente en los medios de comunicación, pero es una práctica que existe hace miles de años y jugó un papel esencial para la supervivencia de nuestra especie. Para el Dr. Carlos Gonzalez el colecho implica seguridad y adecuación a las necesidades del bebé, y ha permitido que nuestra especie supere condiciones de frió, inseguridad y precariedad a lo largo de la historia.
En muchas culturas es una practica aceptada y cotidiana, incluso practicada por la mayoría. Actualmente en nuestro país esta práctica se comenzó a volver popular por sus beneficios demostrados en diversos estudios, pero sigue siendo cuestionada por cierto grupo de profesionales de la psicología y la pediatría. Ante todo es importante preguntarse: ¿Puede ser el colecho bueno o malo per se? Como toda práctica depende de quienes la realizan y la flexibilidad de saber distinguir las necesidades de nuestros hijos y las propias como padres. El colecho o no siempre debe ser una elección de la familia, nunca impuesto por un profesional. ¿Cual es la relación entre gestación extrauterina y colecho? Durante los primeros 9 meses de vida se habla de gestación EXTRAUTERINA. El pequeño ser que acaba de nacer tiene una necesidad los primeros meses de vida (especialmente los primeros 3m) de estar en contacto casi constante con el cuerpo materno o el de quien supla la función (en caso de ausencia de la madre, cansancio materno o que deba volver al trabajo de un cuidador que puede ser también el padre). Esto es fundamental además para establecer la lactancia exclusiva. El bebé busca el cuerpo materno y el pecho como refugio (Nils Bergman dice que cuerpo materno es el hábitat del recién nacido). El colecho en esta etapa suele ser la forma de dormir preferida por los bebés y los papas. Todos descansan mejor, ya que el bebé mama mucho de noche (y de día) y así evitan levantarse constantemente. También evita que el bebé se desvele a causa de su propio llanto ya que permite dar la teta acostados apenas el bebé la comienza a buscar. Todos siguen durmiendo. El colecho ayuda a la producción de oxitocina, la hormona del amor, que influye en la lactancia y el vinculo con nuestros hijos, favoreciendo una adecuada respuesta a sus necesidades. La autora Rosa Jove sostiene además que ayuda a regular las fases del sueño a través de la sincronía de la respiración de la mama y el bebe. Debemos tener especial cuidado cuando estamos en contacto con familias en esta etapa, ya que es muy sensible y de mucho cambio. Imaginemos cuán duro debe ser para una mamá transitando el puerperio inmediato escuchar los prejuicios de muchos profesionales (pediatras y psicólogos) que insinúan que está abusando de su hijo por colechar. Muchas veces es la única forma de descanso posible para ese bebé y esa mamá. ¿Todos los bebés necesitan colechar? Todos los bebés al igual que todos los adultos son distintos. Podemos decir que por neurobiología del apego el colecho es beneficioso para todos. Igualmente hay múltiples realidades. En algunos casos cuando el bebé se alimenta con fórmula no siempre despierta tan frecuentemente y puede adaptarse (o no) con más flexibilidad a la cuna. Y por supuesto hay bebés que naturalmente duermen más profundo que otros (esto no es lo más habitual son contados casos )y entonces se adaptan a la cuna en la habitación de sus padres (hasta los 6m ser recomienda co habitación) .
¿El colecho afecta la sexualidad de los padres? No necesariamente. La sexualidad puede continuar en otros espacios de la casa, apelando a la imaginación de los padres se puede continuar disfrutando libremente. El puerperio es una etapa donde el deseo sexual suele descender en pro de favorecer el vinculo con el bebe y esto tiene una base hormonal provocada por la lactancia. Es importante que cada pareja pueda establecer comunicación fluida sobre estos temas y buscar espacios de intimidad y placer conjunto. Lo mas importante es la intimidad, no la genitalidad, Cuando la intimidad y comunicacion continuan fluyendo la sexualidad se ira acomodando a los deseos y necesidades reales de cada pareja parental. ¿Es necesario colechar para criar con amor y apego seguro? Por supuesto que no. Criar con amor implica responder a las necesidades de nuestros hijos, respetar sus tiempos y procesos de maduración, brindar contacto, caricias, demostrar afecto, consolar su llanto y entender sus enojos siendo conscientes de que no son mañas sino manifestaciones genuinas de sus necesidades. Podemos hacer todo esto sin colechar. ¿Cuando dejar el colecho? Hay muchas posturas de hasta cuando el colecho, algunos sostienen que hasta que el niño quiera dejarlo, otros plantean una edad cronologíca y otros lo pensamos como un proceso. Considero que al igual que con la lactancia que cuando hay indicios de incomodidad tanto en el hijo como en los padres, es tiempo de buscar otra forma. No puedo decir una edad marcada numéricamente como límite por que bien sabemos que los procesos no responden a la matemática. Pienso más bien en ir observando la maduración de cada niño. Como sabemos el sueño de los niños durante la primera infancia cambia constantemente, por eso es importante ser flexibles a sus necesidades para poder acompañar estos procesos.
Cuando los padres comiencen a sentirse incómodos o el bebé comienza a preferir y tolerar otros espacios de descanso. Los niños van mostrado señales: mayor autonomía, más capacidad de espera y a disfrutar estar en compañía de otros adultos (también tolerar más la separación). A los 9 meses en general se desplazan solos gateando (algunos pocos caminando) y van adquiriendo mayor autonomía. A la vez construyen la categoría del extraño y surge la angustia de saberse distintos a mamá. Se manifiesta mucha angustia ante separación (está etapa suele darse entre los 6 meses y los 8 y durar incluso hasta el año, dónde no concluye sino que ante situaciones nuevas de separación resurge, como en el inicio del jardín o guardería). Desde la crianza respetuosa los padres buscan acompañar este momento, muchos que estaban pensando en dejar de colechar esperan a que pase este momento para hacerlo. ¿Hasta cuando? Insisto para mi es un proceso. Cuando se extiende más allá del preescolar habría que pensar e indagar el caso puntual de esa familia y ver que está ocurriendo. No se puede tomar un dato aislado de la crianza del niño sin poder observar toda la realidad que lo rodea. El colecho en sí mismo como dato aislado no nos dice nada. Acercarnos con muchísimo respeto a la realidad del otro, parece algo obvio pero en la práctica no lo es. Muchas veces el proceso fluía y una separación abrupta (ingresó a la escolaridad forzado, un duelo familiar, la llegada de un hermanito, enfermedad o una intervención médica por ej) puede generar obstáculos y demorarlo. En ese caso puede ser pertinente la intervención profesional siempre con el consentimiento de los padres y respetando sus decisiones. Información complementaria importante: Recomendaciones para un colecho seguro: Síndrome de muerte súbita del lactante: http://www.aeped.es/comite-lactancia-materna/documentos/colecho-sindrome-muerte-subita-lactancia-materna-consenso
Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com http://albalactanciamaterna.org/lactancia/tema-6-lactancia-y-crianza/colecho-lactancia-y-sindrome-de-muerte-subita-del-lactante-smsl/ Estudios cientificos http://lacienciadelsuenoinfantil.blogspot.com.ar/p/capitulo-3_16.html Estudios en ingles;:http://www.thefpr.org/private/pdf/Bedsharing_fulltext.pdf Abstract estudio sobre colecho: (traduccion de Matias Criado Mora) Informamos de los resultados del primer estudio longitudinal de resultado correlativos del colecho entre padres e hijos. Doscientos cinco familias de estilos de vida no convencionales y convencionales se han seguido desde 1975. Un niño en cada familia fue seguido desde el tercer trimestre del embarazo de la madre hasta la edad de 18 años. Se encontró una relación significativa entre compartir la cama en la primera infancia con el aumento de la competencia cognitiva medida a la edad de 6 años, pero el tamaño del efecto fue pequeño. A la edad de 6 años, el colecho en la infancia y la primera infancia no se asoció con problemas de sueño, patología sexual, o cualquier otra consecuencias problemáticas. A la edad de 18 años, el colecho en la infancia y la niñez no estaba relacionado con la patología o consecuencias problemáticas, ni tampoco guarda relación con consecuencias beneficiosas. Se discuten estos resultados a la luz de los temores generalizados de los daños causados por el colecho entre padres e hijos. Sugerimos que estos temores son sin sustento si el colecho se practica de manera segura como parte de un complejo de valiosas y relacionales prácticas familiares Nils Bergman http://www.dailymotion.com/video/xfgomt_nils-bergman-restaurando-el-paradigma-original-2-3_webcam Rosa Jove Libro: dormir sin lagrimas https://www.youtube.com/watch?v=_e0zRSuMDps http://www.asociacionsina.org/2009/11/24/el-sueno-y-la-crianza-feliz-conferencia-de-rosa-jove-en-valencia-14-nov-2009/ Carlos Gonzalez Libro: Besame Mucho https://www.youtube.com/watch?v=kve7IqDSn6s Lic. Carolina Mora
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