El primer beso

«Estábamos con unos amigos, los más chicos mirando una peli en el cuarto. Cuando entro me encuentro a dos dándose un beso. Solo me salió retarles. Tienen 9 años».
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A los 9/10/11 años hablamos de una pubertad inminente. Empiezan algunos cambios en el cuerpo y en la psiquis. Es una etapa dónde cambian los juegos, ya no se divierten del mismo modo. Buscan explorar más corporalmente, tienen a agruparse en «pandillas» y también dialogan mucho más con sus pares que con los adultos.
En muchos aparece más curiosidad por lo sexual e incluso suelen estar más expuestos a redes sociales, contenido de internet, películas donde se aborda la temática de los besos o el gustarse.
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¿Podemos evitar estás situaciones? ¿Es esperable que intenten explorar? ¿Nosotros recordamos nuestros primeros besos o acercamientos en esas edades? Cuando circulaban las cartitas de «¿Querés ser mi novio/a?»


❓¿Qué podemos hacer ante esa situación? ¿Cómo podemos reaccionar sin sancionar o generar vergüenza/culpa?
Puede que nos genere incomodidad, y como nos han transmitido la sexualidad como algo tabú, no sepamos como reaccionar, y lo primero que nos puede salir es el reto, o el impacto.
Pero recordemos que es algo que no podremos evitar (ni habría por qué evitar ya que es parte de su desarrollo).
Y no queremos transmitirle que lo que hacen «esta mal».
Entonces ante estas situaciones que nos irrumpen, respiremos para manejar nuestra primera emoción, y poder crear un espacio de confianza, abriéndonos al diálogo.
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Y aprovechemos para hablar del CONSENTIMIENTO, y que si alguna vez alguien les hiciese algo que no les gustara, que puedan decir NO‼ o pedir ayuda , aunque esa persona sea de confianza.
Lo mismo explicarles que deben respetar a las demás personas, que siempre un beso, un abrazo, debe ser producto de las ganas y el consenso de ambas partes.
⚠️Cuidado con fomentar como adultos la hipersexualizacion de la infancia estimulando e insistiendo con «¿Quien te gusta?; ¿Ya tenés novio/a?»
💪Les recomiendo el curso de ESI de @sexologia.actual
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¿Vivieron una situación similar en casa?

El celular en la mesa

La cena nos encontró sin energías.
Veníamos de días de berrinches del más chiquito y peleas entre hermanos.
La mayor quejándose por una cosa y por otra.
Ya saben, vacaciones con niñes no tienen descanso. Yo tuve momentos de mucho agobio, porque hacia mucho que no contábamos con cuidadores de relevo. Obviamente muchos otros disfrute! Pero ¡cuesta desromantizar las vacaciones!
Ese día sentimos que nada alcanzaba, sobre todo nuestra energía ya estaba agotada.
Solo queríamos unos minutos de silencio, o de charla amena sin gritos, peleas, llantos o quejas.
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Antes de eso hubo paseos por el salón del restaurante y juegos improvisados con corchitos apilados de decoración.
Hubo ratos de jugar al TaTeTi con la mayor y ratos de veo veo con el menor. Buscamos lugares al aire libre, amplios para que deambulen.Igualmente no alcanzo.
Y fuimos esa familia la ceno con sus hijes frente a la pantalla y la cabeza llena de preguntas.
Las mías: «¿Qué estamos haciendo mal como familia para no poder tener una cena tranquila?; ¿Nos equivocamos de destino en las vacaciones?; ¿Estamos siendo muy adultocentricos?; ¿Nuestras expectativas eran muy altas?». Si bien ellos ven pantalla en general una hora al día, las evitamos en la cena.
Mi pareja, siempre más centrado y menos fatalista: «Hoy no es siempre».
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No sabemos nunca qué hay detrás de esa familia que les da el celular.
De que vivencias vienen, con qué resto emocional llegaron a ese momento.
Cuánto están esperando esos ma/padres unos minutos de silencio.
Más amor y menos juicios, siempre es por ahí❤️
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❓❓¿Fuiste esa familia que les dió el celular alguna vez? ¿Qué recursos les ayudo en vacaciones?

Imagen Istock

Pijamadas «mixtas»

«Mamá, ¿Puedo invitar a Bruno a dormir? Me dijo mi hija a sus 7 años.
Si tantas veces se había quedado su mejor amiga.
¿Por qué será que la pijamada «mixta» me genero tantas preguntas?
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En mi caso debo reconocer que se interpuso mi lectura desde la sexualidad adulta, sumado a esto la asunción de una heterosexualidad que volvería esa situación más «peligrosa».
Pero… ¿Cuál era el peligro imaginado? ¿Nos asusta la curiosidad de las niñeces? ¿Nos inquieta que estarán en camas, por lo que eso representa para las personas adultas?
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Las chicas de @sexologia.actual me ayudaron a pensar algunos puntos importantes para pensar en pijamadas entre niños, niñas y niñes:
✔️ Fundamental conocer al grupo de pertenencia de tus hijes, tener información de las casas en las que se juntan y sus dinámicas familiares.
✔️Poder dialogar con los ma/padres de este niñe para acordar cómo van a manejar la situación: ¿que actividades harán?, ¿quiénes estarán supervisando sus juegos?, ¿Cómo dormirán?, ¿Horarios?, ¿Puerta abierta o cerrada?
✔️ Recordemos que es bueno construir con nuestros hijes un espacio de diálogo sobre estos temas y un vínculo de confianza.
Que sepan que, si alguna situación no les gusta o que les hace sentir incomodidad, pueden manifestarlo diciendo «no», contarnos o avisar a la persona que les está cuidando.
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❓Y hablamos de deconstruir pero ¿Seguimos reforzando la idea de que sólo hay dos géneros y de que la atracción es sólo en esas coordenadas?
Si de chica le hubiera pedido a mi mamá invitar a dormir a un amigo varón hubiera puesto el grito en el cielo. ¡Pero con mis amigas no había problema!
¿No nos planteamos el deseo entre personas del mismo género? ¿O incluso el deseo de forma fluida?
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🤸Poder encontrar un equilibrio entre estar presentes, disponibles para cuidar pero no invadir
¡Aprendamos a confiar en nuestros hijes y a educar en la diversidad!
La ESI desde siempre para dar info y herramientas!
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En sus casas ¿Hacen pijamadas? ¿Sus hijes participan en la casa de amigues? ¿Cómo abordarían está situación?

Niñez trans

«Yo nena, yo princesa» dijo Luana a su mamá cuando tenía dos años.
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Mucho antes de eso, la ecografia mostró dos bebés con pene.
Mamá y papá pintaron el cuarto de azul.
«Es varón y se llama Manuel» dijeron sus ma/padres cuando nacio.
La criaron del mismo modo que a su hermano gemelo: le regalaron autos y pelotas. La vistieron con ropa azul, gris, verde, con dinosaurios y Super héroes.
Pero a ella no quería esos juguetes, estaba triste. Quería jugar con muñecas, princesas y maquillajes.
Un día su mamá la encontró con una remera suya, Luana la usaba como vestido. Y entonces ella dijo «Yo nena, yo princesa».
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Sus ma/padres pidieron ayuda a una psicóloga. ¿Escucharon hablar de la iatrogenia? Es cuando, queriendo ayudar o curar a un paciente, les profesionales terminamos ocasionando más daño (no intencionalmente). Puede ser por negligencia, por falta de pericia, por no actualizarnos y también por no revisar nuestra práctica.
La que sí escucho fue la mamá de Luana, quien sostenida por su familia, no dejo de buscar como ayudar y entender a su hija. Y así llegó a la CHA @cha_argentina y a Valeria Pavan (colega a quien admiro infinitamente).
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Así comienza la historia de @yonenayoprincesa, tuve el placer de verla este fin de semana en el cine. El resto de la peli la tenés que ir a ver vos. Trata sobre la lucha de Luana y su mamá, que es también la de un montón de personas que no encajan con lo que la sociedad considera «normal» y enfrentan con valentía desafíos diarios (desde transitar la escuela hasta ir al médico).
En el cine me angustie, me enoje, me indigne, me emocione de alegría y explote en aplausos. Todo eso y un poco más que no me entra explicar en los caracteres de IG.
Me quedo con esta frase, sabiamente dicha: la respuesta siempre es el amor y la aceptación incondicional.
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Luana fue la primera niña trans en el mundo en lograr recibir su DNI acorde a su identidad de género.
Gracias @libresinfancias @mansilla.acil
@valeriapavan63
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🏳️‍🌈¿Vos la viste? ¿Pensaste en ir a verla?

Mi hija es bisexual

«Mi hija dice ser bisexual. ¿Qué tengo que hacer?»
Así empezaba una consulta del box de preguntas.
Hoy en el día del orgullo LGBTTIQ+🏳️‍🌈 les comparto esta reflexión
En primer lugar «¿dice ser?». Si ella se enuncia así, entonces hay que respetar esto y no cuestionarlo.
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Sepamos que ni identidad ni la orientación sexual se eligen, sino que se sienten. ¿Cómo supiste vos que sos heterosexual? ¿Lo decidiste un día, barajando otras opciones? ¿Tuviste que probar estar con mujeres y varones para saberlo? Seguramente, ¡Simplemente lo sentiste y te dejaste llevar por eso!
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Es importante validar lo que siente ❤️
Y agradecer la confianza en contarnos. Es algo muy importante, significa que se siente segura de poder mostrarse tal cual es con vos.
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¿Qué podemos hacer?
Aceptarle incondicionalmente 💜 tu hijo/hija es la misma, solo que ahora le conoces mejor. Escuchar. Mostrarnos disponibles para lo que necesite siempre. Que sepa que no le juzgamos.
Si, puede que como mamá o papá sintamos miedo, que tengamos prejuicios, que no queramos que «sufra» por salirse de la heteronorma. Todo eso es válido también, pero tenemos que trabajar esas emociones con otras personas adultas, no trasladarlos a nuestros hijos e hijas.
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Siempre, sea cual sea la orientación sexual o la identidad, acompañar con ESI💪
Información científica y simple, sobre cuidados en los vínculos sexoafectivos: consentimiento y placer, métodos de cuidado de ETS y de embarazos, prevención de noviazgos violentos y más.
Poder hablar de la sexualidad y las identidades como un abanico de colores, también como algo que puede fluctuar a lo largo de la vida.
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¿Qué sentirían ustedes en esta situación como ma/padres? ¡Me cuentan!

¿Cómo le cuento a mi hijo/a qué tengo nueva pareja?

Primero a trabajar nuestros propios prejuicios, que muchas veces son los más acusatorios. ¿Qué van a decir los abuelos? ¿Ya, tan pronto? Más vale que no descuide la crianza, ¡eh!.
A acallar esas voces y a tenernos confianza.
Es muy saludable formar pareja nueva❤️
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Y llegó ese momento en el cuál deseas compartir toda esa felicidad con tus hijes. Pero vamos de a poco, está bueno esperar a que el vínculo como pareja se afiance, así hay más confianza para esta situación.
Una idea es primero presentarlo como amigo/a o incluso sin tanto título, muchas veces somos más los adultos quienes nos hacemos rollo por esto y para las niñeces es más facil.
Podés elegir un lugar o alguna actividad que les divierta a tu hije fuera de casa.
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Intentar que sea lo más desestructurado posible. Anticiparles ese encuentro, podes contarles que quieren presentarle a alguien. Si pregunta podes decirle lo que te haga sentir más cómoda: que se están conociendo y que pasan lindos momentos, que es tu amigo/a o que es tu novio/a
Si lo presentamos con amigo/a a medida que vaya asimilando la nueva situación o si nos pregunta directamente, podremos decirle que son novios.
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Es natural que puedan sentir celos, enojo, tristeza porque esa persona reafirma la separación, habilitemos esas emociones, hablemos de sus sentires.
Y siempre será importante la COMUNICACIÓN, para luego de ese encuentro darles la posibilidad que nos cuenten que pensaron, sintieron y sin enojarnos poder abrirnos a esa escucha.
¡No forzar vínculos ya que estos se arman con el tiempo! Y regular nuestras expectativas: no hace falta que se lleven genial, con que se respeten y quieran ya es un montón.
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A uds. les pasó? tienen miedo de ese primer encuentro?


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¿Como estimular que jueguen solos?


La autonomía de los niños en el juego se convirtió en una de las preocupaciones de las familias en el marco de la pandemia y sus múltiples obligaciones. Qué esperar en cada etapa.

La autonomía de los niños en el juego se convirtió en una de las preocupaciones de las familias en el marco de la pandemia de coronavirus y sus derivados. Con las suspensión de la presencialidad en varios distritos del país y el trabajo remoto, conciliar las actividades de los adultos con las de los chicos se transformó en una dificultad.

La cotidianeidad de los hogares dio un vuelco profundo y, muchas veces, debemos enfrentarnos a la demanda de niños que quieren jugar, a la vez que cumplimos con obligaciones laborales, domésticas y demás.

¿Es posible alentar su autonomía a la hora de jugar?, ¿qué es esperable a cada edad en relación a sus actividades recreativas?, ¿es posible responder a todas las exigencias que la actualidad impone? Sobre esto dialogamos con la licenciada Carolina Mora, especialista en psicología perinatal y en orientación en crianza.


El juego, según la etapa
La psicóloga explicó que para hablar del juego es necesario dividir a los niños según su edad. «Cuando hablamos de jugar sin la presencia de madres y padres estamos hablando de niños y niñas mayores de tres años y medio, o cuatro. Antes de eso, el juego es puramente interactivo la mayor parte del tiempo», aseguró.

En ese sentido, aclaró que «puede que un bebé de un año y medio o dos años tenga momentos de juego sin la interacción de un adulto, pero van a ser momentos cortos. A medida que van creciendo los tiempos de juego se van prolongando sin interacción directa del adulto».

Para esta etapa la especialista indicó que «es muy importante fomentar el movimiento libre». Esto tiene que ver con ofrecerles un espacio de seguridad para que puedan explorar el entorno. A modo de ejemplo, mencionó que se puede colocar «una mantita en el piso y algunos juguetes a su alrededor para fomentar que puedan ir rolando, tomando objetos y explorándolos. Es importante que los juegos sean lo más sencillos posible, para que no dependan de sonidos, luces o estímulos externos».

Más tarde y a medida que van creciendo, se pueden ofrecer objetos más complejos. Entre ellos Mora recomendó cubos de madera para que puedan apilar, objetos que se puedan encastrar e instrumentos musicales que hagan sonido.


A medida que los chicos crecen se les puede ofrecer objetos más complejos. Foto ilustración Shutterstock

A partir de los dos años, según explicó la licenciada, «podemos sentarnos cerca de ellos y armar una situación de juego en conjunto e ir probando qué sucede si nos vamos distanciando, siempre anticipándoles: ‘Mamá y papá se van a sentar acá en la compu porque tienen que mandar un mail’, ‘nos vas mostrando, nos vas mirando desde acá'».

Sin embargo, aclaró que lo esperable es que el tiempo en que esos niños no requieran la ayuda de un adulto sea corto. «Lo propio de esa edad es que se acerquen, que estén diez minutos solos armando algo con masa o un juguete y que vengan y nos ofrezcan compartirlo». Y añadió: «Esas edades siempre van a requerir la interacción de alguna manera en varios momentos del juego». Por eso, destacó que «lo principal es que nosotros tengamos expectativas realistas de cuánto tiempo podemos pretender que se queden jugando sin una interacción directa».

Un cambio importante es el que se da alrededor de los tres años y medio o cuatro años. Allí, Mora resaltó que «la actividad que se puede hacer es mucho más diversa y, además, los niños y las niñas están mucho más dispuestos a explorar y armar escenas de juego más autónomas».

«Lo que pueden llegar a armar en esas edades es mucho más rico y requiere de mucha menos intervención de las personas adultas. Pueden venir a pedirnos que interpretemos un personajes pero, en general, son juegos mucho más generados por los niños y niñas, no tanto con una guía adulta», agregó.

En ese marco, la psicóloga sostuvo que «en ese tipo de edades podemos pensar en compartir en paralelo. Una niña o un niño de seis años puede, por ejemplo, estar dibujando y nosotros estar sentados en la compu a la par».

Sin lugar para la culpa
El tiempo que dedicamos al juego con nuestros hijos depende actualmente de un sinfín de variables. Sin embargo, más de una vez experimentamos la angustia que genera el no poder responder a todas las demandas infantiles.

«Cada persona tiene que poder reconocer sus limitaciones, que tienen que ver con su contexto. Tenemos muchas maneras de vivir la pandemia y el home office, de acuerdo a los privilegios con los que contamos. Si tenemos la suerte de tener a una niñera o familiares que nos den una mano con los niños y las niñas seguramente vamos a vivir una situación muy diferente que si estamos solos en casa con nuestros hijos e hijas, tratando de trabajar», reflexionó Mora.

Al respecto añadió que «hay que saber que estamos criando en un contexto completamente adverso. Cada persona hará lo mejor que puede, con las herramientas y los apoyos que tiene para llevar adelante la crianza en este momento sin ningún tipo de amparo del Estado».

«Se nos pide que mantengamos a nuestros hijos sanos, cuidados, que los estimulemos, que seamos divertidas y además que cumplamos laboralmente, que sostengamos el hogar, que no nos enfermemos, que no nos contagiemos, que nos cuidemos… hay mucha exigencia. Es lógico sentir que no podemos con todo», finalizó.

https://www.clarin.com/familias/edad-edad-estimular-chicos-jueguen-solos_0_J0ndo-mLV.amp.html

¿Cómo hablar con las infancias sobre discapacidad?

Seguramente les pasó alguna vez que sus hijes les sorprendan con una pregunta al ver a una persona con una discapacidad.
Los adultos sentimos muchísima incomodidad ante está pregunta y para salir de la situación respondemos rápido, con evasivas o silenciamos.
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Para pensar en esto converse y leí a @repensar.la.discapacidad que elaboró estás placas que les comparto (deslicen).
Es importante entender que las niñeces preguntan desde la sana curiosidad y que eso no tiene nada de malo. Lo que necesitan es una respuesta, el silencio lleva a hacerles pensar que está mal la existencia de esa persona o a sentir vergüenza/lastima y volverla un tabú.
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Aprovechar este momento para normalizar que existen personas diversas y que eso está bien. Tenemos distintos rasgos, manchas en la piel, colores de pelo, estaturas. El cuerpo del otre no es algo a cuestionar sino a aceptar.
Muchas personas con discapacidad se sienten muy incómodas cuando tratan de no mirarlas, cuando hablan de ellas por lo bajo. Algunas muchas preferirían la simpleza de la niñez que pregunta, pero obviamente cada persona es distinta.
Si en el momento no saben que decir, pueden retomar el tema en casa.
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Evitemos llamarles con eufemismos o adjetivos que subestimen: no son «angelitos» ni son «niñes eternos» ni son «personas especiales» ni «enfermitos». La forma apropiada de enunciar es personas con discapacidad y, en tal caso, podemos preguntarle cómo prefiere ser nombrada esa persona en particular.
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Les recomiendo: última temporada de Sex Education.
El corto de Disney Flota
Cuentos feroces: «El Beto y la Bestia» @cuentosferocesok
El cuento «Galo» de @chirimbote
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¿Les pasó alguna vez? ¿Que respondieron?





Burlas entre niños/niñas

«Mamá, mis amigas me están burlando» me dijo mi hija una mañana.
CHAN.
Vieron esa frase: «hijos pequeños problemas pequeños, hijos grandes, problemas grandes».
Acá no se trataba de algo que YO como mamá, pudiera cambiar o controlar para que mi hija se sienta mejor. No dependía de acostarla en otro horario, acompañar sus berrinches o cocinar más saludable.
Ahora se trabaja de lo que mi hija sentía respecto a OTROS vínculos, con otras personas.
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En ese momento pensé, rápidamente.
¿Qué le digo?!!!! ¿Que las ignore?, ¿Que les devuelva la burla?, ¿Que le avisé a su maestra?, ¿Hablo yo con las mamás? AYUDA!!!!
No hay libros que hablen de estás edades. Errores vamos a cometer.
Respire hondo y pensé.
Por un lado ¡Que bueno que me haya contado lo que siente! Eso habla de la confianza y la seguridad que siente conmigo.
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Entonces le pregunté que hizo ella y me dijo que les pidio que no la llamen así porque no le gustaba.
¡Bien!
Pero no le hicieron caso 😱
Le dije que la entendia, que a mí de chica también me habían cargado por mi apariencia y no me había gustado.
Hablamos de que hay personas que se equivocan y creen que eso es divertido, pero si alguien la está pasando mal HAY QUE PARAR.
Le propuse ideas de como abordar el tema: decirle a las mamás, que ella hablé con las niñas o desactivar la burla. Le conté que hay colectivos de personas que toman esas palabras que les dicen para herir y las reinvidican con orgullo: marica, travesti, etc.
Ella decidió mandar un mensaje de WhatsApp al grupo de amigas, para que escuchen con las mamás pidiendo que no le vuelvan a decir así. .
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¿Qué hubieran hecho ustedes en mi lugar?

MI hijo no juega solo

Edad por edad, cómo estimular que los chicos jueguen solos
La autonomía de los niños en el juego se convirtió en una de las preocupaciones de las familias en el marco de la pandemia y sus múltiples obligaciones. Qué esperar en cada etapa.

Desde los 6 años niños y niñas pueden compartir en paralelo con sus padres. Foto ilustración Shutterstock

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30/05/2021 6:00 Clarín.comFamilias
Actualizado al 30/05/2021 6:00
La autonomía de los niños en el juego se convirtió en una de las preocupaciones de las familias en el marco de la pandemia de coronavirus y sus derivados. Con las suspensión de la presencialidad en varios distritos del país y el trabajo remoto, conciliar las actividades de los adultos con las de los chicos se transformó en una dificultad.


La cotidianeidad de los hogares dio un vuelco profundo y, muchas veces, debemos enfrentarnos a la demanda de niños que quieren jugar, a la vez que cumplimos con obligaciones laborales, domésticas y demás.

¿Es posible alentar su autonomía a la hora de jugar?, ¿qué es esperable a cada edad en relación a sus actividades recreativas?, ¿es posible responder a todas las exigencias que la actualidad impone? Sobre esto dialogamos con la licenciada Carolina Mora, especialista en psicología perinatal y en orientación en crianza.


El juego, según la etapa
La psicóloga explicó que para hablar del juego es necesario dividir a los niños según su edad. «Cuando hablamos de jugar sin la presencia de madres y padres estamos hablando de niños y niñas mayores de tres años y medio, o cuatro. Antes de eso, el juego es puramente interactivo la mayor parte del tiempo», aseguró.

En ese sentido, aclaró que «puede que un bebé de un año y medio o dos años tenga momentos de juego sin la interacción de un adulto, pero van a ser momentos cortos. A medida que van creciendo los tiempos de juego se van prolongando sin interacción directa del adulto».

Para esta etapa la especialista indicó que «es muy importante fomentar el movimiento libre». Esto tiene que ver con ofrecerles un espacio de seguridad para que puedan explorar el entorno. A modo de ejemplo, mencionó que se puede colocar «una mantita en el piso y algunos juguetes a su alrededor para fomentar que puedan ir rolando, tomando objetos y explorándolos. Es importante que los juegos sean lo más sencillos posible, para que no dependan de sonidos, luces o estímulos externos».

Más tarde y a medida que van creciendo, se pueden ofrecer objetos más complejos. Entre ellos Mora recomendó cubos de madera para que puedan apilar, objetos que se puedan encastrar e instrumentos musicales que hagan sonido.


A partir de los dos años, según explicó la licenciada, «podemos sentarnos cerca de ellos y armar una situación de juego en conjunto e ir probando qué sucede si nos vamos distanciando, siempre anticipándoles: ‘Mamá y papá se van a sentar acá en la compu porque tienen que mandar un mail’, ‘nos vas mostrando, nos vas mirando desde acá'».

Sin embargo, aclaró que lo esperable es que el tiempo en que esos niños no requieran la ayuda de un adulto sea corto. «Lo propio de esa edad es que se acerquen, que estén diez minutos solos armando algo con masa o un juguete y que vengan y nos ofrezcan compartirlo». Y añadió: «Esas edades siempre van a requerir la interacción de alguna manera en varios momentos del juego». Por eso, destacó que «lo principal es que nosotros tengamos expectativas realistas de cuánto tiempo podemos pretender que se queden jugando sin una interacción directa».

Un cambio importante es el que se da alrededor de los tres años y medio o cuatro años. Allí, Mora resaltó que «la actividad que se puede hacer es mucho más diversa y, además, los niños y las niñas están mucho más dispuestos a explorar y armar escenas de juego más autónomas».

«Lo que pueden llegar a armar en esas edades es mucho más rico y requiere de mucha menos intervención de las personas adultas. Pueden venir a pedirnos que interpretemos un personajes pero, en general, son juegos mucho más generados por los niños y niñas, no tanto con una guía adulta», agregó.

En ese marco, la psicóloga sostuvo que «en ese tipo de edades podemos pensar en compartir en paralelo. Una niña o un niño de seis años puede, por ejemplo, estar dibujando y nosotros estar sentados en la compu a la par».

Sin lugar para la culpa
El tiempo que dedicamos al juego con nuestros hijos depende actualmente de un sinfín de variables. Sin embargo, más de una vez experimentamos la angustia que genera el no poder responder a todas las demandas infantiles.

«Cada persona tiene que poder reconocer sus limitaciones, que tienen que ver con su contexto. Tenemos muchas maneras de vivir la pandemia y el home office, de acuerdo a los privilegios con los que contamos. Si tenemos la suerte de tener a una niñera o familiares que nos den una mano con los niños y las niñas seguramente vamos a vivir una situación muy diferente que si estamos solos en casa con nuestros hijos e hijas, tratando de trabajar», reflexionó Mora.

Al respecto añadió que «hay que saber que estamos criando en un contexto completamente adverso. Cada persona hará lo mejor que puede, con las herramientas y los apoyos que tiene para llevar adelante la crianza en este momento sin ningún tipo de amparo del Estado».

«Se nos pide que mantengamos a nuestros hijos sanos, cuidados, que los estimulemos, que seamos divertidas y además que cumplamos laboralmente, que sostengamos el hogar, que no nos enfermemos, que no nos contagiemos, que nos cuidemos… hay mucha exigencia. Es lógico sentir que no podemos con todo», finalizó.

Link nota https://www.clarin.com/familias/edad-edad-estimular-chicos-jueguen-solos_0_J0ndo-mLV.html