No entiendo que nos pasa como sociedad que nos horroriza ver padres que crían con apego, que portean, que colechan, que respetan los tiempos de destete y de control de esfínteres, pero naturalizamos el «chirlo a tiempo», los castigos físicos a los niños, los gritos, insultos y burlas hacia ellos. Hoy día ir por la calle observando puede ser muy revelador de como sociedad somos cómplices de estas cuestiones. Sólo con 5 cuadras pude ver, un padre prohibiendole a su esposa consolar a su hija, que venía llorando. Una pareja caminando con su hijito muy pequeño quien venía llorando a mares, y como esto les molestaba no encontraron mejor idea que pegarle, pegarle en su carita, varias veces sin que nadie se inmutara (a quien se le ocurre que si venía llorando, un golpe va a hacer que deje de llorar, sino que generó mayor desesperación al saber que las personas que deben consolarte y abrazarte, te lastiman aún más). Eso no se llama corregir, educar, poner límites. Todas esas son formas de abuso infantil. Lamentablemente muy comunes y validadas, por la sociedad y hasta por «profesionales» de la salud. Cada día me sorprendo más y me lamento al leer y escuchar la cantidad de psicólogos y pediatras que se horrorizan ante la llamada «crianza con apego» pero siguen negligentes al no alzar la voz para denunciar la frecuente y triste (¿como podría llamarla?) crianza del «te pego» con todas sus variantes. Si, porque te cuento que si tenes un hijo, le gritas, lo amenazas con pegarle, con castigos denigrantes, también estas ejerciendo violencia y abuso. Las cosas por su nombre, criar con amor, no importa como le quieras llamar: crianza con apego, crianza respetuosa, crianza amorosa, es dar amor, respetar a tu hijo como una persona con iguales derechos y dignidades que vos y que cualquier adulto. Pensemos esto: si vamos caminando por la calle, y vemos una pareja discutiendo, el le grita, insulta y la samarrea, seguramente la mayoría de nosotros no esperariamos al golpe para llamar a la policía o acercarnos y decirle algo para que se detenga, o asesorar a la víctima para que encuentre un abogado o psicólogo que la ayude a salir de esa situación.
Ahora bien, ¿que pasa cuando vemos lo mismo pero con un niño? A plena luz del día le gritan, samarrean, y le pegan, lo llevan a rastras. Todos hemos visto o oído eso alguna vez, un niño llorando donde nuestra vecina por violencia, un niño que llega a la escuela con marcas, etc. Y no hacemos nada. La escuela se preocupa por los niños que toman pecho más allá del año o los dos años, exige llegar a sala de 3 sin pañales, pero no se involucra en la crianza de nuestros hijos cuando realmente deberían hacerlo (claro que hay muy buenas instituciones y docentes que se preocupan y tratan de tomar cartas en el asunto de esas no estoy hablando). El pediatra y el psicólogo se preocupan por que deje el pecho, que no sea dependiente,etc pero ser hace la vista gorda sistemáticamente al maltrato. El Ministerio de salud de la nación argentina se preocupa en difundir la importancia de las vacunas, pero no se difunde ni se realizan campañas masivas para visibilizar y prevenir el maltrato infantil. Estamos en un grave problema como sociedad. Los niños están desprotegidos, si a plena luz del día se observan estos hechos, me da escalofríos pensar lo que ocurre a puertas adentro. Una sociedad que no protege a sus niños está en serio peligro. Esperemos poder generar conciencia con el ejemplo, con el amor hacia nuestros hijos. Y por último quisiera aclarar este punto por que me parece fundamental a la hora de pensar por qué maltratos a los niños con tal impunidad. Nuestros significa nacidos de nosotros, no nuestros como se tiene un objeto, una pertenecía, una cosa que se puede tirar o romper si estamos enojados, que se puede mover de lugar a nuestro antojo. No. Que sean pequeños, que hayan salido de nosotros, que dependan de nosotros para recibir alimento, abrigo, casa, no implica que sean nuestros, sino de ellos mismos. Significa que es nuestra responsabilidad amarlos, protegerlos, respetarlos, jugar con ellos, enseñarles con paciencia. Mi deseo es que cada vez seamos más los que trabajamos por un mundo con más respeto por la infancia
. Lic. Carolina Mora, psicóloga
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