El Pacman de la maternidad

«Siento que la madre se comió a la mujer»
«Ya no recuerdo qué me gustaba antes de ser mamá»
«La única forma que encontré de ser mamá es al 100%»
«No encuentro espacios de disfrute personales»
«Aunque siento que no tengo más para dar, igual me da culpa querer separarme un rato»
¿Les suenan estas frases?
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La maternidad a veces es una ola que nos revuelca
Otras veces se parece más bien a un Pacman que nos debora enteritas, como si no hubiera otros roles que ejercer o disfrutar.
Lacan decía que las madres son como cocodrilos que devoran a sus hijes. Yo pienso más bien que a veces «la maternidad» es el Pacman que nos devora a nosotras.
Adrianne Rich llama la institución de la maternidad al modo de maternar que se nos impone como mandato a seguir. Nos enseñaron que la maternidad es sacrificio, les hijes ante todo. Incluso antes que nosotras como personas.
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Stern decía que mientras gestamos un bebé, también gestamos psíquicamente nuestra una nueva identidad como madres. Asumimos un nuevo rol y se presenta todo un universo nuevo de significados: aprendemos de pañales, sueño y teta, entre otras cosas.
Estos primeros tiempos de maternaje nos implican muchas veces dejar en suspenso otros proyectos y otros roles. Toda esa libido que estaba en el trabajo, en la pareja, la profesión, el cuidado personal ahora suele enfocarse en el bebé.
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Este es un proceso intenso, pero transitorio. A medida que le bebé crece fuera del útero, vamos pudiendo re distribuir algo de esa libido y re contactar con otros roles y proyectos propios por fuera de maternar.
Esto no solo es sano y necesario para nosotras, sino también para nuestros hijes.
No son todo para nosotras, no somos todo para elles. Aparece la distancia óptima, podemos ir y venir de nuestro rol maternal. Nuestra identidad no queda coagulada en un único significado ni sentido. Ensayamos la flexibilidad y la adaptación.
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¿Les costó vivir este proceso? ¿Sintieron un poco que la madre se comió a la persona?

lic.carolinamora@gmail.com

Madres arrepentidas

«Quiero mucho a mi hijo, se que lo cuido bien, jamás le diría esto a el, pero ser mamá no me hace feliz».
«Si me hubieran contado como iba a sentirme quizá decidía no ser mamá»
«A veces me siento mal porque siento que estoy arrepentida de ser mamá».
«Me sentía tan bien siendo madre de mi primer hijo, que decidí serlo nuevamente. Desde que tengo dos estoy arrepentida de mi decisión, ser madre se ha vuelto un agobio».
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Algunas de estas frases me las han dicho algunas mujeres en terapia, otras son del libro «#madresarrepentidas» de la Antropóloga Orna Donath (recomendado).
Si bien en otros aspectos de la vida y en otros vínculos el arrepentimiento es un sentimiento habilitado, en la maternidad es un tabú.
Podemos arrepentirnos de habernos casado, de haber cometido una falta o incluso un delito, de haber tomado cualquier decisión SALVO de ser madres.
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Es tan fuerte el mandato de felicidad y el arquetipo de madre sacrificada que «lo da todo por sus hijos» impuesto por la sociedad que el solo hecho de escuchar a una mujer quejarse de su maternidad es visto como algo horrendo. Ni que hablar si una mujer se anima a decir a viva voz que ni piensa en ser madre, lo primero que se le augura es que se arrepentirá en unos años
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Imaginen por un segundo lo que se piensa de una mujer que asume haberse arrepentido de su decisión de tener hijos: es casi algo monstruoso, impensable e inconcebible.
Muchas personas pensarían que «Algo debe andar mal en ella» (patologizandola) desde el supuesto de que las mujeres tenemos el «instinto» de ser madres.
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Siento pincharles el globo: el instituto materno no existe en la especie humana. Con deseo, con elección y mediando la cultura nos CONSTRUIMOS como madres. La maternidad está plagada de ambivalencia, de sabor agridulce, de contrastes.
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➡️¿Alguna vez sintieron algo similar?

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com