Madres arrepentidas

«Quiero mucho a mi hijo, se que lo cuido bien, jamás le diría esto a el, pero ser mamá no me hace feliz».
«Si me hubieran contado como iba a sentirme quizá decidía no ser mamá»
«A veces me siento mal porque siento que estoy arrepentida de ser mamá».
«Me sentía tan bien siendo madre de mi primer hijo, que decidí serlo nuevamente. Desde que tengo dos estoy arrepentida de mi decisión, ser madre se ha vuelto un agobio».
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Algunas de estas frases me las han dicho algunas mujeres en terapia, otras son del libro «#madresarrepentidas» de la Antropóloga Orna Donath (recomendado).
Si bien en otros aspectos de la vida y en otros vínculos el arrepentimiento es un sentimiento habilitado, en la maternidad es un tabú.
Podemos arrepentirnos de habernos casado, de haber cometido una falta o incluso un delito, de haber tomado cualquier decisión SALVO de ser madres.
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Es tan fuerte el mandato de felicidad y el arquetipo de madre sacrificada que «lo da todo por sus hijos» impuesto por la sociedad que el solo hecho de escuchar a una mujer quejarse de su maternidad es visto como algo horrendo. Ni que hablar si una mujer se anima a decir a viva voz que ni piensa en ser madre, lo primero que se le augura es que se arrepentirá en unos años
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Imaginen por un segundo lo que se piensa de una mujer que asume haberse arrepentido de su decisión de tener hijos: es casi algo monstruoso, impensable e inconcebible.
Muchas personas pensarían que «Algo debe andar mal en ella» (patologizandola) desde el supuesto de que las mujeres tenemos el «instinto» de ser madres.
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Siento pincharles el globo: el instituto materno no existe en la especie humana. Con deseo, con elección y mediando la cultura nos CONSTRUIMOS como madres. La maternidad está plagada de ambivalencia, de sabor agridulce, de contrastes.
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➡️¿Alguna vez sintieron algo similar?

Lic. Carolina Mora

Mail lic.carolinamora@gmail.com