A las madres por Juan Sklar

Hubo un momento de canciones de cuna, abrazos infinitos y sueño profundo sin pesadillas ni ansiedad.
Hubo una época de vivir tapado por las estrellas, entregado al amor de mamá.
Pero crecimos. El vínculo sin bordes se terminó, la protección eterna ya no surte efecto. El cariño sin límites ya no está. Su ausencia es irreparable y duele.
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Tu madre ya no es tu madre y vos ya no sos sólo su hijo.
Despojada de la máscara ancestral, la madre se vuelve real. No tiene respuestas, su amor no cura todo, no es cobijo contra la oscuridad del mundo ni te salva de todo mal.
La madre real duele cómo duele toda la realidad. Sus errores y sus defectos pesan. Somos injustos, la comparamos con la madre de la infancia, la madre soñada, la madre celestial.
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Pero, sé honesto. Observa a la madre real, la que te quiso, la que estuvo siempre ahi, la que se transformo en osa para salvarte de la muerte.
La que cuando dejaste de entenderte, cuando preferiste su ausencia a seguir viendo su humanidad, te escucho.
No fue fácil, pero te escucho. Cambio ella y cambiaste vos.
Las decisiones equivocadas que tanto te duelen, son sus ejemplos para que busques tu propio camino. Los errores de su vida, también te cuidan.
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Tu madre ya no puede protegerte pero te preparo para enfrentar al mundo.
Tuviste una buena mamá.
Deciselo.
En un llamado, una carta, en un libro o en una columna de radio.
Agradece la presencia, agradece los afectos, agradece que fuiste un niño amado (*) JUAN SKLAR @juan.sklar Gracias por permitirme compartir este texto
(* O una niña amada).