Empecé a acompañarles a ellos cuando J tenía 5 meses y estaban siendo re ingresados a internación.
El nacio con una condición muy poco frecuente (la primera en el país) que no había sido detectada en el embarazo, Síndrome de Alpers. Esta enfermedad hizo que pasara sus primeros meses en neonatología, sin poder ser amamantado de forma directa.
Su mamá, que deseaba alimentarlo con su leche, hacia extracciones cotidianas para poder darle lactancia materna.
Ella sabía que era lo mejor que podía tolerar su pequeño sistema digestivo y por ello pudo mantener la lactancia diferida a través de un botón gástrico, durante sus primeros meses.
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Dicen que volver a casa con los brazos vacíos es una de las peores cosas que puede vivir una madre.
Imaginen lo difícil que es sostener la lactancia, la producción de leche sin la succión del bebé, sin estar cerca físicamente de forma continua de la cria y con el ritmo de la Neo.
Ir y venir todos los días, a la mañana, despertar muy temprano y a la noche acostarse también temprano para poder dormir un poco y volver a empezar. Extraerse cada 3 horas, con angustia pero a la vez con la alegria de poder dar algo propio, aquello que ella deseaba darle a su bebé desde el comienzo, su propia leche.
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Toda lactancia vale.
Cada gota, así haya sido solo una.
Hay tantas lactancias como mujeres y bebés.
Muchas veces en ciertas condiciones la lactancia materna no es posible entonces las mamaderas, sondas, jeringas e incluso las fórmulas son las formas de alimentación posibles y eso también está bien.
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El amor no viene en envase de teta, viene en envase de Mamá.
Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com