Esta charla fue dictada en el contexto de la Semana Mundial de la Lactancia 2020. Fui convocada por la Legislatura Porteña, por Rocio Maciel junto a Carla Orsini (pediatra) y Valeria Fernandez (puericultora).
Lo que las familias necesitan a la hora de recibir a sus bebés e iniciar el camino de sus parentalidades es el soporte del entramado social en su conjunto, desde la familia nuclear hasta la comunidad en general. Es fundamental el rol del Estado a la hora de garantizar derechos y licencias igualitarias acordes a las necesidades de las familias y los bebés en particular QUE POSIBILITEN LA CORRESPONSABILIDAD.
Nosotras como profesionales de la salud tenemos la obligación y la responsabilidad de:
- brindar información actualizada a la luz de la evidencia científica, libre de prejuicios
- respetar los tiempos subjetivos de cada familia
- cuidar la escena del nacimiento y los primeros momentos de vida al igual que la trayectoria vital durante la primera infancia,
- evitar interferencias e intervenciones iatrogenicas en los vínculos y las lactancias .
- Necesitamos que el sistema de salud actualice sus prácticas para hacerle lugar a la diversidad de configuraciones familiares y vinculares.
En esta breve presentación me gustaría enfocarme en el aspecto vincular que se pone en juego durante las lactancias.
Sabemos que lo que los bebés necesitan es contar con cuidadores estables, consistentes y responsivos con los cuales desarrollar un vínculo de apego. Este aspecto vincular se pone en marcha siempre en diversas configuraciones familiares.
Bolwby fue el referente de la teoría del apego, gracias a la cual podemos entender que la principal necesidad de un bebé y lo que asegura su supervivencia es el establecimiento de este vínculo de apego con sus cuidadores principales.

Les traigo aquí está experiencia de Harlow, la cual se hizo conocida por la importancia que tuvo en identificar las necesidades de apego en primates.
Estos monitos fueron separados de su familia y obligados a convivir con dos prototipos: una mona de metal que tenía una mamadera con leche y una mona de peluche. ¿Cuál fue el descubrimiento más importante de esta cruel experiencia? El monito elegía pasar 22hs horas del día sobre el cuerpo de la mona de peluche y solo buscaba a la otra para alimentarse rápidamente y volver al cuerpo que le brindaba sostén.


Lo que nos enseña está experiencia es que la lactancia no es solo un hecho nutricional. Es a través de la alimentación como vínculo que los bebés experimentan el abrazo, el sostén, el contacto, huelen el cuerpo de sus cuidadores, escuchan su corazón, interactúan y se miran a los ojos.
Como vemos, todo esto que nombre y que es fundamental para su supervivencia y desarrollo saludable, puede brindarse a través del pecho y también a través de la mamadera.
Sabemos que la leche humana es el alimento más perfecto para el bebé humano y celebramos este encuentro para concientizar sobre la necesidad de seguir trabajando colectivamente y desde la responsabilidad social para la existencia de condiciones que garanticen el derecho a la lactancia, cuando está es deseada PARA QUE SOSTENER LA LACTANCIA EN LA VUELTA AL TRABAJO NO SEA UN PRIVILEGIO.
En el contexto de hoy, dónde las familias se encuentran con tan poca red de sostén y en el cual contar con puericultoras y psicólogas Perinatales es un privilegio, me parece central hacer hincapié en esto: no basta con el deseo individual de amamantar, para que las lactancias sean posibles tiene que haber acompañamiento de todos los actores del sistema de salud, de políticas públicas y de la sociedad en general. VISIBILIZAR Y VALORAR LAS TAREAS DE CUIDADO que también son productivas
Ahora bien, así sea porque la lactancia no es deseada, porque existe una lactancia mixta o bien cuando la configuración familiar no la posibilita, cómo es el caso de dos papás adoptantes, es importante que estás familias reciban el mismo apoyo y validación y que sepan que se puede dar la mamadera con el mismo amor.
Como dice Ibone Olza, psiquiatra Perinatal «que lo único que se pierda sea la leche materna»
Es por esto que elegimos para esta presentación el nombre «Lactancias», porque hay tantas formas de vivir la lactancia como familias y mientras el amor y el respeto por las necesidades de los bebés este presente, todas son igual de válidas.
Cada persona emprende el camino de su lactancia de acuerdo a sus deseos, sus recursos, sus posibilidades, su contexto y el apoyo que recibe del Estado y de su red de sostén.
Hay tantas Lactancias como familias.
Trabajemos cada día para acompañar colectivamente las Lactancias, brindar condiciones equitativas y evitar interferencias innecesarias.
ALGUNAS HISTORIAS DE LACTANCIAS
«Mi bebé nació con una condición que hizo que pasara sus primeros meses en neonatología, sin poder ser amamantado de forma directa. Su mamá, que deseaba alimentarlo con su leche, hacia extracciones cotidianas para poder darle lactancia materna. Ella sabía que era lo mejor que podía tolerar su pequeño sistema digestivo y por ello pudo mantener la lactancia diferida a través de un botón gástrico, durante sus primeros meses. ..Dicen que volver a casa con los brazos vacíos es una de las peores cosas que puede vivir una madre. Sostener la lactancia, la producción de leche sin la succión del bebé, sin estar cerca físicamente y con el ritmo de la Neo. Ir y venir todos los días, a la mañana, despertar muy temprano y a la noche dormir un poco y volver a empezar. Extraerse cada 3 horas, con angustia pero a la vez con la alegría de poder darle algo propio»
«Lo que más me costó fue aceptar que la lactancia no iba a ser exclusiva. Que aunque tomara fórmula también podía tomar teta. Tenía miedo de que deje la teta y que prefiera la mamadera. Hice todo para que eso no pase. Tres puericultoras. Extracción poderosa que no funcionó. Seis meses con relactador en todas las tomas a cualquier hora. Extractor eléctrico doble para seguir estimulando. Me la pasaba pensando que más podía hacer. No me podía perdonar que no podía dar la teta. ¿Por qué yo no puedo? Dar la teta parece tan fácil y por acá no lo fue. Hay mucho mandato social y también mucha información pro lactancia que cuando te toca darle fórmula parece que le das una mamadera con veneno. Y aceptar que necesita esa leche de fórmula fue difícil y genera mucha culpa y frustración .No logré lactancia exclusiva pero si daba la teta, aunque para mi no tomaba. Hoy si le doy la teta y si toma. Me costó reconocer que le doy teta. Me apoyé mucho en mi marido, fue una gran sostén. Me armaba el sacaleches y el relactador a la hora que sea. Me veía sufrir mucho y su acompañamiento y contención me ayudó mucho. Mis amigas madres me acompañaron y escucharon mucho. Fui a la psicóloga para poder superar esto porque me generaba mucho dolor. Y acá estamos, ya 20 meses dando la teta. A nuestra manera. La que logramos y podemos. Ama su teta y también su mamadera. Cuando me pide teta me derrito de amor. Y ahora pienso como voy a hacer para destetar”
» Mi lactancia en tándem comenzó a los 2 años de Joaquín, cuando quedé embarazada de Paulina. Joaquín tomaba teta y mi deseo era continuar con la lactancia, y así fue. Durante todo el embarazo de Paulina (que fue prematura, de 33 SDG y no, no nació antes por el tándem, aunque así quisieron hacerme creer). Nació y estuvo 1 mes en Neo en dónde me dividía entre el lactario, Joaquín y cuando pudo prenderse a la teta, también con Pauli. Recuerdo con mucho afecto a Natalia, una enfermera de Neo, que además era Puericultora, que me alentaba tanto a continuar con el tándem y me llegó a felicitar. Aún guardo en mi corazón la primera vez que pude darle la teta al mismo tiempo, fue el día del alta de Neo, apenas llegamos a casa. Recuerdo con que amor Joaco agarraba la manito de su hermanita mientras tomaban. Y así transcurrimos 10 hermosos meses los 3 juntos, hasta que a sus 3 años y medio Joaco se destetó solo. Recuerdo que a veces tenía la sensación de «agitación“, que es cuando tenes cierto rechazo a darle la teta a alguno, en especial al mayor, pero fueron mínimas las veces (casi siempre marcadas por el cansancio), ínfimas al lado de todo lo lindo que me generaba. Y al día de hoy Paulina a sus casi 20 meses continúa con la lactancia. También lo que recuerdo es la mirada ajena, lo mal que me miraban por darle a Joaquín y si luego veían que le daba a Paulina ¡Horror! Y peor cuando les daba a ambos al unísono, ahí era terrible! Pero lo que lograban era que me sintiera más empoderada, más fuerte, yo sabía que lo que hacía estaba bien «.
“Lo más difícil fue que escuchen los profesionales de la salud mi deseo de dar la teta. También fue muy difícil contar en público mi experiencia por el miedo a ser moralizadora de personas q no tienen deseo de dar la teta o que me piensen menos por no gestar, pero lo hice porque son necesarias leyes igualitarias. Quién más me apoyo fue mi pareja Laura, que compró el sacaleches y los frascos recolectores y también ella me hacía acordar cada vez q tenía q tomar hormonas o iba a comprarlas. Me ayudó una médica de Neuquén Alejandra Mercado que por mail me dio entusiasmo diciéndome q se podía inducir la lactancia. Ella también me hizo dar cuenta que tenía q hacer el destete, porque sentía mucha presión por sostener la lactancia, temía que si lo dejaba de hacer me iban a empezar a decir q no era la madre, pero en realidad era q ya no me daba más el cuerpo. Una gran dificultad fue que no tenía un marco legal que me ayude en mi lactancia, nuestra familia y mi maternidad no están contempladas “
“ Cuando nació mi hijo me decidí a transitar la paternidad con la mayor información posible, sin embargo cuando se trataba de mi rol en la lactancia, encontraba casi siempre que mi lugar de «acompañante» era muy importante. También busque información y apoyo en otros papás y sus experiencias. Desde que nació comencé a compartir mucho tiempo con él, ya que me tomé un mes de licencia sin goce de sueldo (que luego me costaría mucho volver a mi trabajo, y un despido posterior). La primera vez que le di la mamadera a mi bebé, fue un desafío tremendo, ya que estaba lleno de dudas y miedos. Tenía en la cabeza la idea de que iba a tener que rebuscármela. Mi pareja me había dejado su leche en la heladera y tenía todo organizado: se despertó e instantáneamente tomó una mamadera y media… no lo podía creer!! Yo estaba pudiendo alimentarlo.
Este vínculo tan cercano desde el día uno facilito que yo me sintiera seguro para cuidarlo. Fue muy satisfactorio para mí como papá saber que podía cuidar de mi hijo en todo momento, incluso cuando necesitaba comer.
Vivir está experiencia me hizo sentir mucha confianza y me acercó a mi rol de papá de manera mas consciente y placentera. Tan así que empecé a llevarlo conmigo a momentos con amigos, paseos y salidas, incluso si su mamá no tenía que trabajar o estar ocupada en algo. La posibilidad de que ella no sintiera tanta carga en sus hombros y en su lactancia fue una clave en una convivencia corresponsable.
Sentirme ya no un acompañante sino quien estaba también a cargo de su lactancia me hizo sentir protagonista de mi paternidad y una cercanía intensa con mi hijo, que al día de hoy me llena de gratificación “.
“Nuestra lactancia empezó con una inducción de dos días, con una madre primeriza que se fue del hospital con tres noches sin dormir, una anemia que no la dejaba mantenerse en pie y una beba de 2,700kgs. Siguió con un pediatra que al quinto día de vida mandó fórmula aunque mi hija no había perdido peso, sin preguntar ni explicar mucho. Una fórmula que hizo que desarrollar a alergia a la proteína de la leche de vaca.
Nuestra lactancia empezó con controles día por medio en la neo, con una bebé que lloraba o se dormía en la teta, con una mamá llorando en el taxi volviendo de la consulta, con un papá llevando en Excel el cálculo de los gramos que aumentaba por día.
Con una médica que dio el alta y dijo “pueden sacar la mamadera”. Con una madre que no sabía cómo hacerlo y tampoco sabía que su bebé iba a confundir la tetina con el pezón. Una madre que lloraba en la bañera, abajo de la ducha caliente para aflojar las pelotas de la leche que su hija no podía tomar.
Los primeros dos meses de Clara fueron muy difíciles. Tenía el deseo enorme de amamantar y no podía ver qué era lo que fallaba. Leía cosas horribles sobre la leche de fórmula y sentía que me hija se iba a enfermar por mi culpa. Que le estaba haciendo un daño horrible.
Y estuve a punto de dejar todo ahí hasta que encontré una puericultora y una pediatra que acompañaron con amor y respeto mi deseo. Entonces empezó otra historia; me sacaba leche cuando mi hija se dormía, lo hice durante meses aunque no pasara de 30 ml por extracción. Después esa misma leche se la daba con un relactador casero hecho con una mamadera y una sonda que pegaba a mi pezón. Hasta tomé medicación para tener más leche.
Esto que voy a decir es horrible pero durante mucho tiempo miré a otras madres con envidia. Envidia de las que subían fotos a Facebook de bebés rechonchos engordados a pura teta. Envidia de las que elegían dar mamadera. Envidia de las que disfrutaban a sus hijos, de las que chorreaban leche, de las que podían salir a tomar un café sin que sus bebes se largaran a llorar del hambre. Durante meses no pude salir de casa porque mi hija pasaba mucho tiempo en la teta y yo me sentía incómoda amantando en público.
Nunca logramos la lactancia exclusiva. Creo que nuestro logro fue otro. Fue decir “hasta acá llegamos, seamos felices con esto”. Mi hija tomó teta hasta unos días antes de cumplir tres.
La teta es el mejor alimento que podemos darle a nuestros bebés, de eso no hay duda. Está buenísimo compartir para que todas podamos informarnos. El conocimiento nos empodera. Pero chequeemos que eso que compartimos no lastime a otras mamás. No las haga sentir como la mal por no poder o no querer. Hoy más que nunca digámosle que son libres de decidir sobre su cuerpo. Que no las juzgamos. Que sus hijes igual van a crecer sanos y fuertes. Y que mucho más importante que dar la teta es dar AMOR ❤️”
Me costó mucho dar la teta. Me sangraban los pezones y mi bebé pedía cada una hora; estaba agotada y dolorida por la cesárea. Me faltó sostén, apoyo y un buen acompañamiento profesional.
Pude sostener la LME hasta los dos meses, hasta que mi hijo comenzó a llorar en cada toma y a retorcerse cuando le ofrecía. Muy angustiada concurrí a la pediatra a la que veíamos en ese momento, quién me dijo que mi teta no alcanzaba, que comience a darle fórmula porque si no mi hijo no iba a engordar lo que necesitaba e íbamos a tener que internarlo. Me asusté muchísimo y seguí su consejo.
Continué ofreciendo siempre primero mi pecho y luego mamadera, al tiempo que me extraía leche para poder armar un banco. Con el paso de los días, mi bebé tomaba cada vez menos teta y cada vez más fórmula; yo no estaba convencida, estaba muy triste y me sentía muy culpable, pero la pediatra decía que él estaba subiendo de peso y que eso era saludable; con lo cual continuamos así.
Al tiempito, no quiso más teta; y al poco tiempo, cada vez me salía menos leche. Desde los cinco meses que sólo tomó leche de fórmula. Fue muy frustrante para mí y en muchas oportunidades lloré porque tenía miedo de no lograr construir el famoso apego del que tanto hablan, hasta que una nueva y amorosa pediatra me dijo que dar la mamadera con amor era igual de válido y que el apego no era exclusivo de dar la teta. Me relajé e incluí a mi marido en las tomas de mi hijo.
Esas miradas repletas de amor que tantas madres describen al dar la teta, también estuvieron presentes y también mi marido pudo disfrutarlas. Lo abrazamos los dos con amor en cada toma, lo acariciamos y él nos sonreía y jugaba con nuestras manos.
Me hubiera gustado poder sostener la LME y, aunque por momentos todavía me siento muy culpable por no haber sido capaz de buscar más información o por no haber intentado de otra manera, me perdono a mí misma cada vez que Tomi me abraza, me sonríe y me da un beso, y lo veo crecer sano y feliz”.