Mamá mira esa hojita tiene forma de mariposa…
Toma te regalo está piedrita, es muy especial
Mira como camino saltando!!!
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Apúrate que llegamos tarde!
Dale, dale ponete las zapatillas…
Otra vez jugando? No te dije que vayas al baño antes de salir?
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Sus tiempos.
Nuestros tiempos.
Sus ganas de jugar.
Tu reloj marcando el ritmo de las obligaciones, de los «llegamos tarde».
Su desconcierto por no entender cómo no les comprendemos algo tan simple como «la estoy pasando bien, vivo en el aquí y ahora».
Nuestro enojo porque no responden al ritmo necesitamos, que nos lo demanda la vida adulta. Si, esa misma aburrida y rutinaria de la que nos quejamos con frecuencia.
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Que pasaría si solo por hoy intentamos seguir sus ritmos…
Si nos sacamos el reloj un ratito y nos subimos a sus propuestas…
Si subimos a ese árbol con forma de casa que siempre nos invitan a trepar y nunca tenemos tiempo…
Si miramos ese gatito que se parece a Kitty y nunca nos habíamos dado el tiempo de darnos cuenta…
Si imaginamos que forma tienen las nubes hoy y nos damos la mano fuerte para saltar ese charco por el que nunca les dejamos pasar «para que no se ensucien»….
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El tiempo de la infancia es efímero, un espejismo que parece eterno y se nos escurre entre los dedos.
Hoy tu peque te invita a armar una fogata con palitos y piedras y mañana se encierra en su cuarto porque le parece una perdida de tiempo hablar con vos «que no entendés nada».
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Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com