«Ponele medias que hace frio»
«*¿No le das un pancito? Mira como desea»
«Así va a ser un mañoso»
«Me parece que se está quedando con hambre»
«Tenés que hacer colecho que es lo mejor»
«Yo con mis hijos siempre me maneje así»
«Se tiene que destetar solo porque sino es traumático»
«Otra vez le haces upa»
«Desteta así duerme toda la noche»
«Si duerme con vos no lo sacas más de la cama»
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¿Que mamá o papá no vivió la situación de recibir consejos o recomendaciones no solo por familiares o amigos sino también por completos extraños?
Personas en la fila del supermercado, la señora que se sienta a tu lado en el colectivo, la tía, abuelas y abuelos… Todo el mundo cree tener el derecho de opinar sobre la crianza ajena.
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Parece que la crianza de los niñxs, es un bien social sobre el que cualquiera puede opinar. Todas las personas creen saber mejor que vos de que forma hacer que tu bebé duerma más, coma mejor o no se enferme.
Incluso esto ocurre entre madres, cuando nos juzgamos o nos comparamos.
Ni hablar de los y las pediatras que opinan de temas de crianza y la mayoría de las veces nos dan indicaciones basadas en sus propias creencias o prejuicios, sin ninguna evidencia científica.
Incluso en las redes cada vez hay más información sobre crianza dando vueltas, alguna con sustento científico y otra basada en la experiencia, el prejuicio o el mandato. Opiniones que marean, confunden, y dificultan escucharnos.
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¿El saber de la madre/padre no cuenta? Winnicott siempre decía que la persona que más conocé a su bebé es la mamá o sus cuidadores principales y que hay favorecer el saber y el propio criterio de la familia.
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Hay un proverbio Africano que dice “Para criar un niño, se necesita una tribu entera”.
Parece que nuestra sociedad occidental lo tradujo en “Para criar un niño, se necesita la opinión de cualquiera”.
Pero para colaborar en lo concreto, acompañar la crianza, sostener a las familias y cuidar efectivamente son pocos quiénes realmente están disponibles.
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Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com