«Tu hijo adolescente está cambiando.
Y está cambiando a ojos vista. Lo miras cuando duerme y te asombras de que los pies le asomen una cuarta por el extremo más lejano de la cama…» (Extracto de Te digo más… y otros cuentos, de Roberto Fontanarrosa. Publicado por Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2001 ).
Una de las etapas más difíciles que debemos vivir como padres, es la adolescencia de nuestros hijos.
Ése pequeño ser, que creía en todas nuestras palabras, que nos preguntaba que debía ponerse, ahora, cuestiona cada comentario nuestro y desfila por la casa con interminables cambios de vestuario.
Ahora bien: ¿Cómo saber si debemos alarmarnos o no ante estos cambios?, ¿Cómo darnos cuenta si son cambios propios de la edad o son cuestiones para preocuparnos y consultar con un profesional?
Cuando comenzamos nuestra pubertad, se estima que a partir de los 11 años en nuestra cultura, debemos enfrentar un proceso de cambios muy profundos que alteran tanto nuestro cuerpo como nuestra persoalidad.
El primer gran cambio, el que las hormonas imponen a nuestro cuerpo, demanda al psiquismo del puber un trabajo de apropiación. Esos cambios se le presentan sin aviso, es algo interno pero sobre lo cual no tienen desición. El púber, intentará dominar esos cambios, ese nuevo cuerpo, creando una nueva imagen de sí mismo. Teñirse el pelo, colocarse aros en el cuerpo, tatuajes, maquillajes, nuevas vestimentas, etc, son maneras que encuentran de amigarse con ése nuevo cuerpo, parecen decirse a sí mismos y al resto: «éste es mi cuerpo y mirá lo que decido hacer con él», formas de apropiación subjetiva.
El grupo de pares también será un lugar para experimentar, para jugar la adolescencia. Antes, tenía una o dos amigas, ahora, el grupo cobra preminencia como lugar de pertenencia, se mimetizan, usan la misma ropa, les gustan las mismas cosas. El grupo se transforma en un espacio donde atravesar las transiciones de la adolescencia, donde sentirse acompañado. A través del grupo, el adolescente sale al mundo, dejando el espacio familiar para descubrir y habitar lo extraño, se transformará en un viajero, como dice el autor Ricardo Rodulfo. Por eso es esperable que quiera pasar el mayor tiempo posible fuera de casa, habitando los espacios públicos en donde se refugia de la mirada paterna.
Se vestirá de multiples ropajes, sera fanático de inumerables bandas de rock, cumbia, pop, cambiará, mutará día a día.
Experimentará con la sexualidad, a través de los intercambios con otros, que se van dando en principio como juegos de exploración del propio cuerpo y del otro, se va descubriendo el cuerpo propio y del otro, se va trazando el nuevo mapa, la representación de este nuevo cuerpo.
Se pondrán en juego experiencias que involucren al cuerpo en todas sus dimensiones: retomar el juego de mano, hacer deportes extremos, etc. El alcohol y algunas drogas pueden ser modos de probar este nuevo cuerpo, sus resistencias, sus límites, sus estados. Pueden darse casos en los cuales aparezcan cuestiones ligadas a la alimentación: algunos exploran el vegetarianismo, en otros casos pueden aparecer dietas extrañas o exceso de ejercicios y suplementos dietarios, que tienen que ver a veces con el trabajo de asumir los cambios.
Ahora bien, retomando la pregunta del comienzo, puede suceder que en este proceso, nuestro adolescente se encuentre en situaciones que lo pongan en peligro. Es recomendable hacer una consulta a un profesional cuando:
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Notamos signos que persistene en el tiempo de decaimiento, falta de interés, si se aísla de su grupo de pares, se encierra en su cuarto sin siquiera salir con sus amigos.
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Sabemos que hay un abuso de consumo de sustancias alcohólicas o drogas (marihuana, anfetaminas, suplementos dietarios, drogas de prescripción psiquiátrica, etc), mostrando un estado alterado de conciencia, siendo episodios que se repiten con mucha frecuencia.
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Aparecen episodios de auto agresiones (como por ejemplo cortaduras, si se lastima con mucha frecuencia, etc).
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Realiza conductas alimentarias rígidas que persisten en el tiempo (dietas extremas, culpa exagerada al comer algo que se sale de la dieta, vómitos, etc).
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También es preocupante y la mayoría de las veces no llegan a consulta, los casos en los que el adolescente sigue actuando como si sus cambios corporales no existieran, rechazando seguir el proceso de transformación. Muchas veces estos son chicos o chicas que siguen muy unidos a sus padres, sin objetar ni provocar conflicto antes sus pedidos, sin manifestar sus gustos u opiniones, aislándose del grupo de pares y de los espacios de la adolescencia.
Para terminar, es importante aclarar que estas son sólo algunas de las tantas situaciones que pueden llevar a la consulta.
Ninguna de ellas indica patología en si misma, por eso es importante tener en cuenta que el proceso adolescente es abierto y lleno de cambios. En estos casos, una terapia puede ayudar a que un proceso se despliegue saludablemente.
En la terapia se trabajará tanto con el adolescente como con sus padres, en entrevistas según la necesidad del caso. Los padres tienen un papel fundamentel en el proceso adolescente, como piensa Winnicott, deben mantenerse disponibles y soportar las confrontaciones del hijo, sobreviviendo a ellas.
Como diría Fontanarrosa: » Pero no te inquietes, tu hijo está en una etapa de cambios. Su personalidad se retuerce como una culebra caída en el fuego. Varía día tras día, se transforma, muta. Hoy verás a tu hijo silencioso y reconcentrado, como preocupado por un futuro que se le antoja amenazante. Mañana lo verás conversador y tumultuoso, atacado por un hambre feroz que lo llevará a comer cuatro filetes de cerdo acompañados con huevos fritos. Ayer lo habías contemplado esquivo y distante, abocado a leer poemas de Verlaine y de Rimbaud. Su alma es una suerte de masilla blanduzca, que se modifica y amolda a las presiones que recibe. Aparece un día diciendo que quiere ser jugador de basquet, y no se saca durante 24 horas esa ridícula gorra de los Dodgers. Al día siguiente opina que su destino está en la Bolsa de Valores y se empecina en lucir un saco oscuro con corbata al tono sobre los pantalones vaqueros. Mañana por la mañana sostendrá que desea sacar la visa para irse a vivir a Rusia y criar allí conejos de angora. Por la tarde confesará que está enamorado y habrá de casarse al poco tiempo. («Extracto de Te digo más… y otros cuentos, de Roberto Fontanarrosa. Publicado por Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2001 ).
Consultas:
Lic. Carolina Mora: lic.carolinamora@gmail.com
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