
«Me siento atrapada cuando me piden jugar»
«Me angustia no poder hacer otra cosa»
«Me da culpa, pero no tengo ganas»
«Le veo con su papá y envidio como se divierte»
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¿Qué nos pasa a muchas madres que sentimos que vinimos «falladas» para el juego?
¿Siempre te pasó o hay juegos que disfrutas y otros que no?
¿Será que estamos más cansadas que los papás?
Muchas vinculamos la maternidad directamente y casi exclusivamente como el rol de cuidar:
Que estén abrigados
Que coman bien y sano
Que hagan la tarea
Que cumplan hábitos de higiene
Que no se golpeen
Pero la posibilidad de disfrutar un juego compartido a muchas les parece lejana.
Si, a algunas nos gustaría disfrutarlo, pero no sale espontáneamente.
Y ¿Qué es más espontáneo que jugar?
Creo que a los varones les cuesta menos porque no están atravesados desde la crianza por la carga del cuidado, se pueden tomar más permisos porque, para muchos aún «con que jueguen un rato alcanza». Y vos los ves jugando y solo pensas en todo lo que te toca ordenar luego…
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Estamos agobiadas de carga mental y real de cuidados, más en este contexto. Y nos estamos perdiendo muchas veces del disfrute de la sonrisa compartida. Sin dudas puede ser muy legítimo no tener ganas de jugar, o que nos parezca aburrido. A veces «hacemos» que jugamos, e igual se dan cuenta
A mí me sirve buscar actividades que me gusten para compartir:
✔️ Estar al aire libre
✔️Pintar con tempera, me encanta
✔️Leerles cuentos!
✔️Bailar/jugar a mover el cuerpo (por ej con Simón dice)
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Y también negocio mucho, sobretodo con la mayor. Un ratito de juego y luego le pido que juegue sin mi o lea un libro.
La difícil tarea entre escuchar que jugar es una necesidad para las niñeces e intentar respetar lo que siento yo.
No siempre se logra.
Pero ahí vamos!
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¿Cómo lo viven ustedes? ¿Les cuesta jugar?
Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com
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