¿Quien no escucho esa frase alguna vez varias veces en el día?
Por acá inauguramos la temporada del «mírame mamá» hace poco.
Y no por casualidad empezó a poco de convertirse en hermana mayor y encontrar que la mirada está puesta en otro ser.
Aún cuando no sea la llegada de un hermano, el «mírame» aparece al notar quizás a mamá más conectada con otros aspectos de su vida, más motivada por el trabajo, más vinculada a la pareja o cualquier otra variable que haga notar al niñe que su mirada no es exclusiva.
¿Por qué «mírame»? Si estoy acá! Respondemos nosotras. Si te estoy hablando y escuchando! Pero no alcanza… Necesitan percibir nuestra mirada.
La mirada sostiene, es la muestra más clara de atención a la otra persona.
¿Cuantas veces nos encontramos hablando con alguien que no nos mira? Y qué sentimos? Yo siento que no me escuchan cuando no me miran a los ojos mientras hablamos, me siento ignorada . Así se sienten nuestros hijxs cuando nos piden mirada.
A veces para mostrarnos una pirueta, un nuevo logro o simplemente algo que quieren compartirnos, ahí aparece el «mírame». “Mirame, ma; mirame de nuevo. No, no viste. Ahora sí, mirame”.
La mirada del otrx nos da certeza de existencia, nos hace sentir importantes, nos sostiene. La mirada también es sentirse cuidadxs, a salvo. Les permite animarse a cosas nuevas.
La mirada los diferencia. Cuando hay otros hermanos es como si nos dijeran «mírame a mí no a bebé».
¿Qué pasa si no acompañamos esta necesidad de mirada?
Pueden aparecer los berrinches, como forma de reclamo. También los accidentes: caídas, tropezones, etc.
Miremos, acompañemos. A veces por un periodo corto de tiempo necesitan más de nuestra mirada y dárselas es la mejor forma de devolverles seguridad.
Lic. Carolina Mora
Psicóloga Perinatal y de Crianza
Mail lic.carolinamora@gmail.com