Las mujeres vivimos la maternidad con un alto nivel e exigencia ya que somos nosotras las principales responsables de las tareas de cuidado, tanto en lo que respecta al recién nacido como a las tareas del hogar y el cuidado de los otros hijos.
Estas tareas implican el cuidado directo a otras personas y la provisión de precondiciones para realizar el cuidado, la famosa «carga mental» que implica «tener en la cabeza» y chequear constantemente los pendientes familiares: ¿Que falta para la cena? ¿Saque el turno del pediatra? ¿Pagamos la luz?
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En este contexto solemos encontrar difícultades para gestionar nuestro autocuidado. Digamos que lo nuestro «queda para el final». Primero el bebé, otros hijxs, la pareja, la casa y nosotras terminamos agotadas y estresadas, muchas veces dejando pasar nuestras necesidades. Todo esto además con la presión de sentir que no podemos quejarnos «porque tendríamos que estar felices siendo madres perfectas que lo pueden todo». Rompamos este ideal: ¡Podemos no poder con todo y eso está bien también!
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En 2013 se realizó en Argentina la Encuesta de Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo. Administrada por INDEC . Según esta el 76,4 % del tiempo total dedicado al trabajo doméstico no remunerado lo realizan las mujeres.
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Toda esta sobrecarga de trabajo impacta en la salud emocional y física de las mujeres. Muchas madres recientes asimismo trabajan fuera del hogar, viéndose doblemente sobrecargadas y reduciendo sus espacios de ocio o bienestar personal.
Las licencias laborales son insuficiente y generalmente nos vemos presionadas a retomar los puestos de trabajo cuando aún nuestros bebés dependen de la lactancia exclusiva, generando una situación de estrés adicional.
La corta duración de las licencias por paternidad impide una distribución más igualitaria del cuidado del recién nacido así como también afecta la función de sostén hacia la diada durante los primeros momentos del postparto.
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Es importante tomar conciencia de todo el trabajo no pago, doméstico y de cuidado que ejercemos las mujeres y empezar a reconocerlo y generar una distribución tanto en el hogar como social del mismo.
Las madres necesitamos más manos (de otrxs), más redes, más sostén, más reconocimiento ¡Más descanso! Y menos sobrecarga, menos exigencias, menos mandatos, menos soledad y políticas de cuidado hacia esta etapa tan vulnerable.
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Lic. Carolina Mora
Mail lic.carolinamora@gmail.com
Imagen: Cintia Soledad (blog)